Juanfrío - Leyenda de Villa del Rosario


Cortesía del Profesor.: José Antonio Amaya.

Ilustraciones: Gabriel Uribe Vargas

Hace ya mucho tiempo en el que el cerro el carrusel sector natural de Villa del Rosario desde donde se divisan los confines de Colombia, en el oriente las estribaciones de los Andes en la República Bolivariana de Venezuela separadas las dos naciones por el serpentear del río Táchira vivía un apuesto joven llamado Juan dedicado a un hato de ganado de su propiedad, en la hacienda de sus padres.

Cierto día Juan amaneció enfermo de la llamada "fiebre purpurea de las o de montañas" y a pesar de los cuidados de su señora madre, la situación se prolongó por mucho tiempo. Pero de un momento a otro la intensa fiebre fue bajando hasta llegar a sentir un violento escalofrió que le llegaba hasta los tuétanos. 

Para mitigar un poco el insoportable malestar, Juan se acostumbró a usar una espesa ruana blanca de lana de oveja y fue tanto su desespero por el frío que resolvió vender el ganado y abandonar aquel lugar para ir en busca de la tierra caliente.

Fue así como una mañana se despidió de sus padres y partió cañada abajo buscando el valle del Táchira. Avanzó por la margen izquierda del río y al atardecer llego a la hacienda estrella del Líbano propiedad del español Pedro Montes de Oca, desde donde se divisaba muy cerca el pueblo de San Antonio, al otro lado de la frontera. Dicha hacienda se dedicaba al cultivo de uva.


Siga y se sienta, le dijo el señor Montes de Oca a Juan, y ordenó que le trajeran al forastero algo de beber. Perdone señor Momentos de Oca, le agradezco que la bebida que me traigan no esté fría, agrego Juan, que a pesar de tener siempre colocada su ruana y de encontrarse en tierra caliente, permanecía yerto.

En el momento en el visitante saborea una abundante taza de café, salió al corredor de la casa la joven Sara, hija única del señor Montes de Oca. Era una bella mujer que impactó de inmediato a Juan, quien pensó que la agraciada joven podía ser la solución al problema del escalofrió.

“Juan, el de la ruana”, como lo empezaron a llamar, fue invitado a la mesa para compartir la cena junto a don Pedro, su esposa Sara y la joven, también de nombre Sara quienes también le ofrecieron hospedaje a Juan.

Al día siguiente muy temprano se levanto Juan, fue recorriendo el contorno con la mirada hasta que vio el mirador y fue hasta el, y se encontró con don Pedro quien diálogo y manifestó su deseo de comprar un buen lote de tierra en estos lugares para establecerse allí. El español al escuchar la intención del joven, le ofreció un extenso terreno que lindaba con el río Táchira y tenia una pequeña casa.

El interés por Sara y la pronta solución a su situación llevaron a Juan a concretar el negocio prontamente.

El nuevo propietario buscó obrero y arregló la casa, empezó a adecuar el terreno para la siembra en sus sueños veía a Sara paseándose por su propiedad como ama y señora.

Todos los inmediatos a Juan, entre ellos sus obreros, notaron que el permanecía muy frío y los que tenían la oportunidad de entrar a la habitación donde dormía se sorprenderían por lo fría que la sentían, fue a así como empezó a llamar a su patrón Juan Frío.

Los comentarios sobre el frío intenso de Juan, llegaron a los oídos de Sara, quien a pesar de sentir afecto por él comenzó a esconderse cuando llegaba de visita a la hacienda. Ese desaire de Sara empeoró la salud de Juan y en muy poco tiempo entro en crisis, hasta que tener que recluirse en su cama pues cada día que pasaba el frío que sentía era más intenso.

Cierta noche la joven Sara, no podía dormir, le inquietaba la gravedad de Juan y se sentía culpable. Desesperada salió hasta el mirador de la hacienda para disipar su pena. Al poco rato tiempo de estar allí sintió que caían pequeñas gotas de agua y una fuerte brisa acompañada de una espesa nube blanca venia en dirección a ella; le pareció sentirse arropada por la ruana blanca de Juan. La brisa arrecio y la nube cubrió el mirador como queriendo arrebatarla del lugar. Muy asustada Sara, se agarro de una cruz de madera que estaba enterrada en el mirador y se desmayó.


Al día siguiente, cuando Sara se despertó, se encontraba en la cama y su mamá le colocaba algunas cataplasmas en la frente, la aquejaba también una intensa fiebre.

La joven se sorprendió y se enfrió cuando escuchó, de labios de su madre que Juan había muerto, comprendió entonces que la brisa y la nube de aquella noche no era otra cosa que el propio Juan que quería llevársela para cumplir su deseo y comenzó a llorar.

Sara no se recuperó y a los pocos días también murió, como queriendo encontrarse con Juanfrío en el mas allá; sus padres optaron por irse definitivamente del lugar.

A partir de aquel entonces, al sitio donde vivió Juan se le denomino Juanfrió y luego a todo aquel valle y cuando los días amanecen nublados y fríos, los ribereños del Táchira dicen que llego Juanfrío trayendo envuelta en su ruana a la hermosa Sara.

10 Realice Su comentario Aquí:

Anónimo dijo...

Soy de Juan frío no sabía la historia muy buena gracias por publicarla

Anónimo dijo...

asi mismo deberian publicar todas las historias de nuestro municipio, no tenia conocimiento de porque se llamaba asi , esa parte de nuestro municipio. Gracias muy interesante la lectura

Unknown dijo...

Bonita leyenda

Anónimo dijo...

No sabia la historia grasias

Anónimo dijo...

Muy bonita la historia

Francisco Rodríguez dijo...

Este nombre, "Juanfrío", como "La Donjuana", constituyen un enigma para quien los escucha por primera vez; porque ambos parecen un despropósito. Lo que sí es probable con respecto al primero, es que Villa del Rosario en su pasado reciente fue caldo de cultivo para el paludismo y la fiebre amarilla debido a que no existía un conocimiento sobre el mosquito transmisor, los insecticidas y mucho menos los controles sanitarios de ahora y los abatizadores.

Lo que uno no puede entender es como alguien como el profesor Amaya se aventure a hacer una especulación literaria so pretexto de que se reconozca como "leyenda" actuando con el deseo; pues, en la región no existe quien pueda dar su testimonio fehaciente sobre sus antecedentes. Así es como se distorsionan los mitos y leyendas de una región. Esta temeridad de parte del profesor me hace acordar de lo que hiciera años atrás Juan Daniel Jaimes, "Jacumar", que producto de su imaginación calenturienta pintó los rostros de doña Ascensia Rodríguez de Morales y José Díaz de Astudillo sin que existiera una descripción de sus rasgos en texto alguno; ni siquiera en la obra de Luis Gabriel Castro Maldonado. ¡Demasiada osadía!

Anónimo dijo...

Muy bonita historia de nuestro municipio.

Unknown dijo...

Bonita historia gracias me sirvió muchi

Anónimo dijo...

Yo vivo hace 42 años en juanfrio si sabia la historia amo y lucho x mi pueblo por q juanfrio es tierra mágica y bendita

Anónimo dijo...

Q buena historia gracias por compartir deja buena enseñanza