Los residentes del corregimiento de Juan Frío en Villa del Rosario piden no ser más estigmatizados por el pasado que los marcó como una población violenta. A cambio muestran avances agropecuarios, académicos y de solidaridad vecinal en torno a la paz.
El miércoles, hace 14 años, los residentes del corregimiento de Juan Frío, en Villa del Rosario, vivieron una sangrienta jornada en la que seis personas fueron asesinadas a manos de las Autodefensas Unidas de Colombia, que incursionaron en esta zona a punta de balas y terror.
Sus cuerpos permanecieron tendidos a lo largo de la vía de acceso a esta localidad por más de 4 horas y, lo que se observaba en el entorno, era un ambiente de impunidad y sosiego con el que tuvieron que aprender a sobrevivir por 4 años, lapso en el que los paramilitares del frente Fronteras arreciaron en el municipio histórico.
Para las 2 mil 500 personas que viven en este corregimiento, lo ideal sería borrar ese suceso de sus mentes y lograr lo mismo en el resto de comunidades, pues no solo el dolor que causó a las familias sigue latente, sino el trauma sicológico de los vecinos, quienes se han empeñado en imponer el slogan ‘Cuéntale a la gente que Juan Frío es un territorio de paz’.
Esto originó que anoche, unas 300 personas de Juan Frío caminaran por los mismos sitios donde murieron vecinos como Julio, Gerardo, una pareja de esposos y otras dos personas, que cayeron en el sector del Caimito. Su destino fue llegar hasta el monumento a la Virgen del Carmen, donde prendieron faroles de paz y corearon el nombre de su población.
“De ese día recuerdo que yo iba a catequizar a unos niños en la iglesia, pero por la ventana vi a una caravana de carros con gente armada que llegó hasta una cancha de fútbol donde se jugaba un partido. Sacaron a mucha gente y los obligaron a ver cómo mataban a una persona. Logré meter a los niños debajo de una lámina de madera y les dije que solo se dedicaran a respirar”.
Las palabras son de una mujer que en varias ocasiones fue intimidada y golpeada por los paramilitares, quienes se tomaron una casa en frente a la suya, y la convirtieron en centro de operaciones.
“Donde está el monumento a la Virgen mataron al Guajiro, en la vía que comunica al río mataron a Gerardo, y en la casa de los Palencia mataron otro muchacho”, recordó la mujer, quien aseguró que todo ocurrió entre las 2:30 y 3:00 de la tarde de ese 24 de septiembre, pero la Policía solo llegó pasadas las 7:00 de la noche.
Otra meta de la caminata fue mostrar que a la par de los 14 años que han pasado en Juan Frío, han aumentado actividades pacíficas para recobrar la tranquilidad, pero en un informe de televisión nacional se mostró recientemente que a Juan Frío hay que ingresar –según los realizadores del programa– escoltados por la Policía y en carros blindados.
La Opinión hizo el mismo ejercicio y, en un vehículo con los logos de este medio, así como dos periodistas identificados con chalecos y sin autoridades, el panorama fue otro.
La población nos recibió y nos atendió, remembraron aquella masacre, pero también sus logros, proyectos y virtudes. “No queremos más estigmatizaciones, acá hay un futuro con los estudiantes que se van a graduar, con los campesinos, con los restauranteros donde el producto más codiciado es la cachama”, señaló la hoy líder.
Tomado de La Opinión
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