El contrabando todavía sabe cómo cruzar hacia Colombia


El 11 de agosto, el mismo día en que se activó el cierre nocturno de la frontera, un joven de La Parada, frontera con Venezuela, comenzó su negocio de compra de productos de contrabando
Suhelis Tejero Puntes.- Es joven y se estrena como pequeño empresario en La Parada de Villa del Rosario, en Colombia. El local de dos metros cuadrados tiene un letrero que dice "Cambios Otto Dixon" y más abajo, pegado detrás del vidrio que sirve de ventanilla, otro de papel con un anuncio:"se compra mercancía". La mercancía no es otra que los productos de contrabando que le llegan desde San Antonio del Táchira, Venezuela, apenas a 15 minutos a pie.
Comenzó su negocio el lunes 11 de agosto, el mismo día en que empezó a aplicarse el cierre nocturno de la frontera ordenado por el gobierno de Nicolás Maduro y que funcionarios de Colombia acusaron de ser una medida unilateral con la que no están conformes.
–Entre y vea todo lo que me ha llegado solo en la mañana ¿Usted cree que si el cierre sirviera tendría todo esto acá? A mi la mercancía no me la traen de noche, me llega de día –dice rodeado de unas seis botellas de ron Pampero, desodorantes Rexona y Gillette (que desde hace meses no se ven del lado venezolano), fórmulas infantiles, cereales, cajas de cerveza Polar, dos bultos de azúcar Montalbán y tres de harina de maíz PAN.
No pone límites: bien recibe un solo paquetico o varios bultos de productos.
–Venga para explicarle qué es lo que da platica. No traiga harina PAN ni azúcar. No da mucho –explica el hombre que aparenta un poco más de 30 años de edad.
El trato debe ser en persona, por lo que no da nombre ni teléfono. En La Parada, un pequeño pueblo colombiano que hasta hace una década fue muy rural y con poco movimiento, los ilícitos están a la vista, pero nadie quiere quedar retratado.
Lo más cotizado allí son las fórmulas infantiles. El "emprendedor" del contrabando cuenta que la leche Enfamil resulta negocio para todos los involucrados en la cadena informal de comercialización. Él paga entre 22 mil a 30 mil pesos (916 a 1250 bolívares al cambio de la frontera) a quien se la venda, y luego la revende en al menos 32 mil pesos (unos 1400 bolívares).
El suplemento alimenticio Ensure también se cotiza bien en el local, que antes fue un puesto de cambio de monedas. Se lo compra a 28 mil pesos (1.166 bolívares) a quien se lo quiera pasar ilegalmente del lado venezolano.
Las versiones de la fórmula Enfamil que no están reguladas cuestan en los comercios formales de Venezuela entre 150 y 265 bolívares. En Colombia cuesta, al cambio, unos 1600 bolívares en una tienda normal. El Ensure, por ejemplo, cuesta en el territorio venezolano unos 380 bolívares, mientras que en el mercado formal del vecino país sale en unos 1300 bolívares.
La diferencia de precios es precisamente el motor que mueve al contrabando. Un bolívar venezolano, sobrevaluado y protagonista de una economía de precios controlados y subsidios a los alimentos por más de una década, cuesta 0,024 pesos en la frontera.
Los gobiernos de Colombia y Venezuela han comprendido que, entre varias causas, la diferencia entre las monedas de ambas naciones, que durante décadas tuvieron una tasa similar, ayuda al contrabando. A inicios de este mes los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro acordaron crear una nueva tasa de cambio que regule el comercio binacional como una de las vías para reducir las distorsiones comerciales.
En los comercios de La Parada de Villa del Rosario los precios son muy superiores a los de Venezuela. Un kilo de harina de maíz precocida PAN cuesta en ese pueblo 85 bolívares al cambio, el kilo de azúcar Montalbán sale en 70 bolívares, las bolsas de 900 gramos de leche en polvo La Campiña y La Campesina se venden a 410 bolívares, y también hay de leche de Mercal al mismo precio, así como presentaciones de latas de un kilo de Los Andes a 500 bolívares al cambio.
Los productos lácteos de fabricación estatal y cuya distribución y venta se supone que están fuertemente controladas no son los únicos que pasan ilegalmente hacia Colombia. En esos negocios también se puede encontrar café Venezuela a 125 bolívares.


El operativo
El lunes 11 de agosto, el gobierno de Nicolás Maduro ordenó el cierre nocturno de la frontera, con especial atención en el límite con Colombia. Mandó a unos 17.000 efectivos militares a desplegarse por las líneas limítrofes de Venezuela para combatir el contrabando de extracción, el mismo al que culpan las autoridades de la escasez de productos básicos.
Si nos pusiéramos todos en la frontera, uno al lado de otro, no seríamos suficientes para bloquear todas las trochas –revela uno de los militares a cargo de la operación anticontrabando en San Antonio del Táchira, la frontera más movida de Venezuela.
El gobierno calcula que hay unas 400 trochas y hasta el fin de semana pasada quedaban unas 30 habilitadas. En las cercanías del puente internacional Simón Bolívar quedan al menos dos que, incluso, se observan desde el viaducto. Para unos, esos pasos improvisados por el casi seco río Táchira son los caminos alternos que regularmente usan para cruzar entre ambos países, pero para otros son la vía para pasar el contrabando entre Venezuela y Colombia.
En la calle 0 con carrera 5 del barrio Lagunitas, justo por la parte de atrás de la sede de Resguardo Nacional de San Antonio, hay un grupo de hombres sentados sobre rocas en espera de las mercancías que más tarde ayudarán a pasar al vecino país. Niegan ser contrabandistas, aunque en la zona todos los conocen por esa actividad.
¡Epa, bachaquero! –les saludan dos policías del estado Táchira que hacen ronda por la zona.

Allí inicia la trocha más cercana al puente internacional que sirve para pasar menos mercancías durante el día y un poco más en la noche. Derecho, 200 metros más al oeste, ya se está en La Parada, en Colombia, donde aguardan otros caleteros sentados frente a la fachada de una casa muy humilde a la que se llega por una calle de piedras. A un lado de la vivienda, mujeres y hombres revisan unos bultos de plástico negro con pollos en su interior.
Tal como sus colegas venezolanos, los de La Parada niegan estar metidos en el negocio del contrabando. Dicen que la trocha cercana que mueve dinero está más al sur, a medio kilómetro, por donde se transportan mercancías ilegales durante el día y, sobre todo, en la noche.
Es la zona peligrosa a la que nadie recomienda llegar. Del lado venezolano hay una invasión que ayuda a camuflar el traslado, mientras que la ruta del lado colombiano está controlada por los paramilitares, quienes cobran por dejar pasar las mercancías. La versión fue corroborada por militares, habitantes de la zona y personas metidas en el contrabando.
–En la noche a veces nos disparan –cuentan los militares que fueron enviados a la frontera para llevar a cabo el operativo especial.
Desde el puesto fronterizo tachirense, incluso en plena operación anticontrabando, se ve como algunos se atreven a cruzar el camino improvisado con los bultos de mercancías a sus espaldas. Son los llamados maleteros, los encargados de transportar a pie las mercancías ilegales.
Las reciben al inicio de la trocha y las entregan, apenas terminan de pasar el río, a las personas que esperan en el pueblo del lado colombiano.


Cómo se hace
Hay varias formas de pasar mercancías: por algunas trochas se transportan en camiones, en otras con bultos transportados a pie por esas vías improvisadas y el contrabando al detal que se hace andando por el propio puesto fronterizo.
Quienes desafían la presencia militar apostada en el puesto fronterizo cargan bolsas de mercados y pasan varias veces al día de Venezuela a Colombia, también se meten paquetes de alimentos dentro de las chaquetas, simulan embarazos que en realidad son bolsas de harina de maíz adheridas al abdomen o portan ollas como si llevaran comidas, pero en realidad tienen bolsas de detergentes adentro.
Los alimentos no son los únicos atractivos en el comercio ilegal fronterizo, también la gasolina que en Venezuela cuesta Bs 0,070 el litro, mientras que en La Parada está a 58 bolívares. 
–Cuando voy para la frontera, cruzo a Cúcuta, dejo 20 litricos y me quedan como mil bolos –relata un taxista tachirense.
No hace falta sino cruzar el puente internacional Simón Bolívar y, ante la mirada de las autoridades policiales colombianas, los pimpineros vacían los tanques de gasolina de los vehículos y de las motos al borde de la carretera.
El gobierno estima que el operativo especial para reducir el contrabando dure unos 30 días. El presidente del Consejo Legislativo del estado Táchira, Omar Hernández, señala que el cierre nocturno de la frontera estará en período de prueba por ese tiempo y que después de eso se tomarán otras medidas, asegura.
Mientras tanto, los militares de la Brigada de Paracaidistas de Maracay que están desplegados para la operación anticontrabando siguen asumiendo cada día los patrullajes por las trochas, las requisas a personas y vehículos y el cierre nocturno del paso fronterizo. San Antonio del Táchira, el punto más transitado de la frontera, se abandona cada noche a las 10:00 en punto en sus calles desiertas.

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