El dolor por dos masacres



Un fantasma llamado masacre persigue a la familia Nieto Coronel. Le apretuja la garganta. Le saca lágrimas. Le causa dolor. Su tenebroso vozarrón la estremece. De hecho, en los últimos tres años, ha lastimado con ímpetu a dos de sus hijos y, en general, a todos sus parientes.

Una masacre. En realidad dos, tocaron ya la puerta de esta familia cucuteña anidada en el barrio Aguascalientes, en la ciudadela La Libertad. La primera, registrada en los primeros meses de 2011, y ahora la ocurrida el pasado fin de semana en Ureña, estado Táchira, a pocos metros de Boconó, Cúcuta.

Esta última, sin duda, la más fuerte. Uno de sus hijos, Fabián Nieto Coronel, fue obligado por desconocidos a cavar su propia tumba. Después lo mataron y enterraron con cuatro hombres más en dos fosas. Fue horrendo. Y, lo que es peor, hasta ahora no hay respuestas frente al hecho. Solo preguntas. Es un enigma.

Las incógnitas son miles. También rondan la primera masacre. En esa, presentada en 2011, no murió ninguno de sus hijos. Por el contrario, uno de ellos, Edwar Alfirio Nieto Coronel, fue señalado y condenado porque, al parecer, la cometió con otras 11 personas.

En ese entonces, la causa del dolor no fue la muerte. Fue una separación legal ordenada por la justicia. Fue una sentencia de 56 años por el homicidio de cinco personas en Juan Frío, Villa del Rosario. La razón de la distancia fue y sigue siendo, una cárcel.

“Está en una prisión en Valledupar. En un año solo lo hemos podido visitar en dos ocasiones. Es inocente. Está preso porque se encontraba en el lugar equivocado. Jamás olvidaré ese 1 de junio de 2011. Yo estaba cumpliendo años. A él (a Edwar) lo llamó la novia para decirle que tenía un regalo para darme. Se fue para la casa de ella y allá llegó la Policía y lo capturó” con siete personas más por la masacre, explicó el papá. Esta versión la contó mientras le entregaban el cadáver de su recién asesinado hijo Fabián.

Las condiciones trágicas del momento no eran las más indicadas, pero era justo preguntarle si ha encontrado alguna relación entre los primeros homicidios con los del pasado viernes.

Las indagaciones iniciales de las autoridades solo revelan cuestionamientos sin respuestas. En medio de ese panorama, no es descabellado pensar en una posible retaliación. En un ajuste de cuentas.

Sin embargo, tajante y muy convencido de sus palabras, respondió que no. “Nosotros siempre hemos vivido en el barrio y nunca nos han amenazado. Si hubiera sido para ‘jodernos’ hace rato lo habrían hecho. Sabían dónde vivíamos porque eso (la masacre de Juan Frío) fue una noticia grande”.


Las investigaciones


La familia Nieto Coronel y los parientes de las otras cuatro personas asesinadas en los últimos días descartan que los múltiples homicidios tengan que ver con retaliaciones. Aseguran que todos eran hombres trabajadores y honrados. En ese sentido, el coronel Gonzalo Carrero, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, sostuvo que ninguno de los occisos tenía antecedentes o anotaciones judiciales. 

Sin embargo, investigadores de la Policía, de la Fiscalía y privados, al analizar el hecho, sostuvieron que se cometió “con sevicia y de una forma muy macabra para tratarse de un posible error”, como hasta ahora consideran los dolientes de los cinco baleados.

“Los asesinos tuvieron tiempo para hablar con sus víctimas. Hubo posibilidad de identificarlas plenamente. De retractarse de matarlas. Pero todo deja entrever que fueron selectivos al escogerlas”, añadieron, frente a un hecho de sangre similar a los que cometieron los paramilitares entre 1999 y 2006, durante su presencia en Norte de Santander. 

Tampoco le dan, del todo, credibilidad al testimonio del único sobreviviente, quien aseguró haber escapado de los agresores en medio de la oscuridad, en un sitio apartado y que se ubica cerca de Cúcuta, a unos 15 minutos. El testigo manifestó a los allegados de los muertos que los pistoleros los secuestraron hacia las 3 de tarde del viernes y apareció en su casa al siguiente día a las 11 de la mañana.

El hombre narró, a las primeras personas con las que se contactó, que un desconocido, posiblemente un ‘pimpinero’, los señaló de hurtar un combustible y de robar en una finca, lo que, finalmente, habría desencadenado las muertes. Esta versión, pese a no estar comprobada, tiene más sentido para los investigadores consultados. La relacionan con el suceso a manera de retaliación.

“¿Por qué querrían matar a personas inocentes?”, se preguntaron las mismas fuentes, sin una respuesta contundente. Pero tienen sospechas de que un ‘negocio’ importante está detrás del nuevo dolor de la familia Nieto Coronel y de sus demás vecinos víctimas de unos mensajeros de la muerte.
(Tomado dela Opinion)

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