Un promedio de 90 busetas y buses de la empresa de transporte público de Corta Distancia apagaron motores y colgaron las llaves de sus vehículos, pues prefieren tenerlos estacionados a que sigan siendo blanco de las pedreas y los enfrentamientos en la zona de frontera.
El cese de actividades —obligado— se inició hace tres días, luego de que una de las busetas que cubría la ruta desde el centro de Villa del Rosario hacia el corregimiento de La Parada, fue impactada en medio de las pedreas que se han registrado en los últimos días en este, y otros sectores fronterizos.
Las protestas, que obedecen al descontento de contrabandistas de gasolina y de productos de la canasta familiar, ha descencadenado desde la semana pasada enfrentamientos entre estos y la fuerza pública.
Al llegar al corregimiento, uno de los ventanales más grandes de la buseta, fue partido con piedras, lo que obligó al chofer a detenerse y a dar reversa, en medio del pánico de los pasajeros.
“Todo esto lo hacemos por cuestiones de seguridad, tanto de los conductores, como de los pasajeros. Porque si algo pasa, nadie responde por la gente. Y menos por el vidrio que le rompieron al compañero”, resaltó Carlos Vidal, uno de los conductores.
La pieza de cristal que le dañaron a la buseta de Corta Distancia, tiene un costo aproximado de 380 mil pesos, valor que debe ser asumido por el conductor, lo que ha sido una de las razones de estacionarse hasta que mejore el desorden público en la zona.
“Sabemos que nosotros somos los afectados, porque no estamos trabajando y dejando de ganar un sustento diario, y sabemos que estamos dejando de prestarle un servicio a la gente, porque a diario transportamos a unas 200 personas que necesitan llegar a sus casas o a sus trabajos, pero ¿quién nos reponde por los daños en los carros?”, agregó otro de los conductores.
Desde la Estación de Policía de Villa del Rosario señalaron que están a la espera de que retorne la calma al sector, pero que el único apoyo que pueden prestar hasta el momento es el patrullaje de las rutas.
Mientras los choferes esperan a que se calme la situación, se reunen en una esquina del centro del municipio histórico a jugar dado, actividad por la que no se ganan entre 150 mil y 200 mil pesos, como acostumbran, pero señalan que prefieren eso, a exponerse en medio de las refriegas en las protestas.
El cese de actividades —obligado— se inició hace tres días, luego de que una de las busetas que cubría la ruta desde el centro de Villa del Rosario hacia el corregimiento de La Parada, fue impactada en medio de las pedreas que se han registrado en los últimos días en este, y otros sectores fronterizos.
Las protestas, que obedecen al descontento de contrabandistas de gasolina y de productos de la canasta familiar, ha descencadenado desde la semana pasada enfrentamientos entre estos y la fuerza pública.
Al llegar al corregimiento, uno de los ventanales más grandes de la buseta, fue partido con piedras, lo que obligó al chofer a detenerse y a dar reversa, en medio del pánico de los pasajeros.
“Todo esto lo hacemos por cuestiones de seguridad, tanto de los conductores, como de los pasajeros. Porque si algo pasa, nadie responde por la gente. Y menos por el vidrio que le rompieron al compañero”, resaltó Carlos Vidal, uno de los conductores.
La pieza de cristal que le dañaron a la buseta de Corta Distancia, tiene un costo aproximado de 380 mil pesos, valor que debe ser asumido por el conductor, lo que ha sido una de las razones de estacionarse hasta que mejore el desorden público en la zona.
“Sabemos que nosotros somos los afectados, porque no estamos trabajando y dejando de ganar un sustento diario, y sabemos que estamos dejando de prestarle un servicio a la gente, porque a diario transportamos a unas 200 personas que necesitan llegar a sus casas o a sus trabajos, pero ¿quién nos reponde por los daños en los carros?”, agregó otro de los conductores.
Desde la Estación de Policía de Villa del Rosario señalaron que están a la espera de que retorne la calma al sector, pero que el único apoyo que pueden prestar hasta el momento es el patrullaje de las rutas.
Mientras los choferes esperan a que se calme la situación, se reunen en una esquina del centro del municipio histórico a jugar dado, actividad por la que no se ganan entre 150 mil y 200 mil pesos, como acostumbran, pero señalan que prefieren eso, a exponerse en medio de las refriegas en las protestas.
(Tomado de la Opinión)
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