Deserción laboral en San Antonio y Ureña de trabajadores que vienen de Colombia

La abrupta caída del bolívar frente al dólar y, por ende, debilidad ante el peso colombiano, ha originado una deserción laboral de empleados neogranadinos que trabajaban en las áreas de la marroquinería, producción industrial y textil, en los municipios de Ureña y Bolívar.
En la mayoría de comercios y negocios donde laboraban empleados colombianos, sus dueños se quejan de la desbandada de la mano de obra calificada, a causa de la devaluación.
Sumado a la fuga de personal calificado, en el eje fronterizo los empresarios enfrentan también la falta de materia prima para la elaboración de los rubros en los sectores en los que incursionan, situación que a su criterio destruirá en su totalidad el sector productivo.
Nancy Esperanza Cáceres, dueña de manufacturas “Joherpiel”, declaró que luego de oficializarse la devaluación del bolívar, el 8 de febrero, y bajara sustancialmente la moneda nacional, no retornaron a sus labores los seis empleados que se encargaban del corte, diseño y ensamblado de bolsos. “Después de la devaluación vino la temporada de carnaval y por esas festividades no se laboró, pero después vimos cómo los trabajadores de nacionalidad colombiana no volvieron, eso debido a que cayó el bolívar y para ellos no es rentable ganar tres o cuatro mil bolívares mensuales, pues en Colombia el sueldo mínimo ronda por los 600 mil pesos, lo cual se traduce en casi siete mil bolívares. Bajo ese panorama estamos todos los empresarios que hacemos vida económica en Ureña y San Antonio”.
Advirtió la empresaria que en la mayoría de fábricas de pantalones existe un déficit elevado de trabajadores especializados en la rama, demanda que no es cubierta por la mano nacional, la cual no es muy dada a las actividades textiles y de la confección.
La situación es muy crítica prosiguió, pagamos impuestos, arriendo de local y sumado a ello, la producción ha caído. Si sigue la caída del bolívar, el caos va a ser total y descomunal, pues por nuestra ubicación geográfica dependemos mucho de Colombia y de sus compradores, quienes ahora se ven beneficiados por la fortaleza del peso y poder adquisitivo; pero, por otro lado, nosotros nos afectamos ya que requerimos de la mano de obra  para la producción, no obstante, esta se ha fugado ya por las condiciones cambiarias, y esto para nada favorece a quienes vendemos en Ureña y San Antonio.
Se incrementaron precios de materias primas
Las quejas de los comerciantes de los municipios del área de frontera se extienden, no solamente a la deserción de mano de obra colombiana, sino también al incremento de las materias primas para la elaboración de los artículos manufacturados y los elevados costos, que pueden aniquilar la demanda.
Lorena Muñoz, propietaria de creaciones “Más X Menos”, declaró que horas después del anuncio de la devaluación del bolívar, los proveedores de telas y textiles con los cuales se elabora un pantalón anunciaron el incremento del metro de tela en más de 100%.
Antes de la devaluación, un metro de tela costaba 42 bolívares, ahora ese mismo metro de tela vale 95 bolívares. Cuando se elabora un pantalón a este costo sale a 180 bolívares y, fuera de eso, se tienen que buscar los insumos, herrajes y todo aquello que lleva un  pantalón. A eso se le agrega la mano de obra y por lo tanto, el incremento se traslada al consumidor, lo cual afecta desde todo punto de vista las ventas y el comercio del que vivimos
Afirmó la empresaria que la escalada alcista del dólar con respecto al bolívar afecta la producción y comercialización de los rubros que ellos elaboran, pues necesariamente deben subir los precios al mayorista, situación que les deja en minusvalía para comercializar con sus antiguos clientes, quienes terminan por explorar con nuevo proveedores que les proporcionen mejores precios. “Antes de la devaluación, un pantalón se vendía en 120 o 130 bolívares, al mayor, ahora esa prenda cuesta más de 240 y eso espanta a cualquier comprador”.
Ante el interrogante sobre los posibles beneficios de los comerciantes fronterizos por la afluencia de compradores colombianos, ante la caída del bolívar, expresó la vocera que esa situación no se ha dado, debido a que existen acciones represivas por parte de las autoridades hacia los compradores neogranadinos y estos no  se exponen a ser sometidos a vejámenes o malos tratos, por lo que desisten de acudir a los negocios de Ureña y San Antonio.
La crisis que enfrentan los comerciantes de la frontera les ha llevado a reducir las fuentes de empleo en las áreas de promotoras y vendedoras, agudizándose más la crisis de empleo regional.
En la totalidad de comercios y negocios de los dos municipios fronterizos existe un variado surtido de mercancías, que puede alcanzar para varios meses, pero el nivel de compradores es inexistente y es recurrente que las tiendas se aprecien solas, sin compradores.

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