Aquel 28 de febrero de 1813, era domingo…
La muy noble y leal Villa de San José de Cúcuta se hallaba en el paroxismo del jolgorio carnestoléndico.
El pueblo se divertía a pesar de las cadenas que lo agobiaban.
BOLIVAR, venía de Cartagena de donde había partido a finales de noviembre de 1812, haciendo tabla rasa con los realistas que predominaban fuertes en las poblaciones del bajo Magdalena.
Derrotadas las tropas de Tenerife, llegó a Mompóx, donde se proveyó de soldados y vituallas y siguió a Chiriguaná por la Ruta del Río Cesar, logrando apoderarse de un rico botín de elementos de guerra y de navegación, que los españoles abandonaban en el afán de sus derrotas.
Regresó al Río Magdalena y tomó por sorpresa a Tamalameque. De allí siguió, aguas arriba, hasta Puerto Real, que hoy es Gamarra y al iniciarse enero de 1813, llegó a Ocaña.
A solicitud del Coronel Manuel del Castillo, comandante a la sazón de las fuerzas patriotas de Pamplona, y con previa autorización del Gobernador de Cartagena, siguió Bolívar la accidentada vía de Salazar de las Palmas. El día 21 de febrero, en el sitio llamado “Alto de Aguada”, tuvo escaramuza con las avanzadas realistas que comandaban los coroneles Capdevila y Delgado, quienes fueron derrotados y perseguidos.
Del Alto de Aguada, Bolívar prosiguió camino hasta el pueblo de San Cayetano a orillas del Río Zulia. Allí tuvo otro encuentro con los españoles el 25 de febrero con el resultado de seis muertos realistas y dos patriotas.
Al día siguiente – 26 de febrero – llegaron de Pamplona los capitanes Lino Ramírez y Félix Uzcátegui así como el Teniente José Concha, comandando 125 hombres que como refuerzos enviaba el Coronel Manuel del Castillo. Con este contingente, Bolívar completó quinientos hombres con los que enfrentó un número igual al mando del General realista don Ramón Correa en las occidentales colinas de Cúcuta.
Esta batalla memorable empezó a las nueve de la mañana del día domingo 28 de febrero de 1813, en el sitio que la posteridad ha consagrado con el hermoso nombre de LOMA DE BOLIVAR y terminó a la una de la tarde después de cuatro horas de fuego cruzado e intenso, en que la fortuna parecía inclinarse a favor de las fuerzas realistas, lo que obligo a Bolívar a ordenar una carga a bayoneta calada, produciendo el pánico y la consiguiente derrota en las filas españolas, que al ser perseguidas por las fuerzas patriotas huyeron despavoridas y desordenadamente por las vías de San Antonio y Ureña. Los restos de los derrotados fueron recogidos por el General Correa y conducidos a la ciudad de la Grita bien adentro de Venezuela.
En el campo de batalla quedaron tendidos veinte soldados y cuarenta heridos españoles. Entre los patriotas sólo se registraron dos muertos y doce heridos, entre ellos el Coronel José Concha, pundonoroso militar oriundo de Villa del Rosario.
En la descripción de esta batalla memoriosa no se puede pasar por alto la actitud patriótica de EUGENIO SOSA, un joven hijo del pueblo cucuteño, que percatarse de que las tropas revolucionarias desfallecían en la batalla, hizo con la premura y diligencia propias de su juventud, un largo recorrido para proveerlas de agua con lo cual las tropas reaccionaron y alcanzaron el triunfo.
Si bien es cierto que la batalla de Cúcuta no reúne las condiciones las condiciones fragorosas de las grandes batallas de la Historia, su ocurrencia, sin embargo, fue de gran importancia para la independencia, pues al constituirse en la primera gran victoria de Bolívar, permitió que Cúcuta se convierta en la puerta ancha y generosa por donde entró a torrentes la libertad de América.
El derrotero de Bolívar fue desde ese día, una sucesión de triunfos y derrotas como lo exigen las alternativas de una larga guerra. Pero la Diosa de la Fortuna ya había signado al Héroe con el lauro de la gloria y había marcado su camino con el signo del triunfo.
Es, pues, ésta una fecha inmortal para la patria. Un día que ciñe de lauros luminosos las sienes de Cúcuta.
Un día para elevar una oración a Bolívar desde el fondo del alma:
Padre inmortal, libertador de seis naciones,
Apiádate de Colombia en esta hora de tinieblas.
Apunta hacia nosotros la luz de vuestro genio
Para que cese la violencia, para que brille la justicia,
para que no se pretermitan los sagrados Derechos
del hombre. Para que haya una sociedad
más igualitaria, para que haya paz y pan conforme
a vuestro pensamiento y vuestros sueños y
por cuya realización luchaste hasta la muerte
¡Padre Bolívar!
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