Un pasado que pesa y duele



Un pueblo que desprecia su herencia cultural no tiene derecho al futuro. El pasado es su razón de ser, su historia, el origen de su naturaleza y de su esencia histórica, y no respetarlo es exponerse a ser un paria en su propia casa.

Es lo que ocurre en Villa del Rosario, donde la casona de 180 años donde funcionaba la Casa de la Cultura cedió ante el peso del tiempo y de la desidia, y cayó. Y dejó al descubierto la indolencia y el desinterés increíble de varias generaciones de rosarienses.

Casi dos siglos de historia quedaron revolcados en el lodo, y a nadie en la histórica Villa del Rosario parece causarle molestias, mucho menos dolor.

Lo curioso es que ante la catastrófica desaparición de un testigo del pasado, hay quienes acuden al mismo pasado para excusar su indolencia y su irresponsabilidad.

“La casa de la cultura tiene un valor histórico que no se puede dejar perder”, reconoció el alcalde Carlos Julio Socha. “Desafortunadamente, en el pasado no se hicieron obras de mantenimiento”.

Tiene razón el alcalde. Pero olvida referirse a que en la actual administración, y en su pasada, tampoco se preocupó por solucionar problemas urgentes de la casona que pudieron evitar su desplome. Porque debió haber muchas señales de que lo peor estaría por ocurrir.

Obras son amores, y no buenos planes, podría decir el refranero en este caso. Aprobados o no, por los millones de pesos que sea, mientras estén en el papel los planes son sólo sueños de los que a veces se despierta demasiado tarde, como ahora.

Lo sucedido con la casa no es un caso aislado en Villa del Rosario. Basta pasar por el complejo histórico donde nació la Gran Colombia y ver la maleza que a duras penas puede esconder a los indigentes que allí viven en medio de la basura, para sentir vergüenza patria.

Desde luego, la indolencia no es sólo de las autoridades y de los habitantes de Villa del Rosario. Es todo el país el negligente, el desapegado por todo el pasado de gloria y de historia libertaria. Es este país, que prefiere padres ajenos a los suyos y que canta gestas que le son ajenas, antes que las que le dieron vida y libertad y gloria.

Pero en el caso de Villa del Rosario, son sus habitantes y sus gobernantes quienes deben estar en primera fila respetando y haciendo respetar lo que les es tan caro como su vida misma: la historia de sus padres, que es la suya propia.

Es mejor no preguntar en cuántos pueblos de Colombia hay una plaza o un parque o siquiera un monumento dedicado al inmortal Hombre de las Leyes, porque la respuesta puede ser no solo dolorosa sino reveladora de cuán poco de nuestra historia hay en nuestra historia.

Ya la casa está caída; es de esperar que sea rescatada de sus sagradas ruinas y reconstruida. Para ello, algunos tendrán que olvidarse de señalarle al pasado mediato la responsabilidad de lo que no se ha sabido hacer en el presente.

Porque a veces parece como si mirar atrás, en vez de adelante, fuera norma obligatoria de conducta de las nuevas generaciones y de los nuevos administradores, afanados todos por redimir sus culpas.

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Anónimo dijo...

tierra de nadie