Mató a su hermano de una puñalada



La historia bíblica de Caín y Abel se repitió la madrugada de ayer  y sacudió a los habitantes del barrio La Esperanza, en Villa del Rosario.

Ludwin Vargas Macías, de 29  años, asesinó de una puñalada en el pecho a su hermano Libardo, de 24. 

En este caso no fueron los celos de uno a otro lo que motivaron la agresión, sino una mezcla de alcohol, malos tratos, rabia desmedida e intolerancia. 

Ligia Macías, madre de ambos, lloraba ayer amargada por la muerte de su hijo menor con sentimientos encontrados por la suerte de Ludwin, el cuarto de sus seis hijos. Todos oriundos de Girón (Santander).

Los hechos sucedieron en una humilde vivienda, clavada en la tierra con palos, paredes de tablas y techo de zinc, en lo alto de una montaña,  sin vías de acceso  vehicular.

Con Ligia vivía Ludwin (obrero) con su esposa y dos hijos (una niña de 3 años y un bebé de tres meses), además de otro hermano llamado Edwin (obrero), de 32. Libardo, que trabajaba en oficios varios, tenía una pieza en el patio, donde lo ubicó su madre, debido a que se tornaba agresivo cuando consumía licor y en ocasiones la amenazaba con hacerle daño. 

La mujer narró con dolor que ese día, luego del trabajo, sus tres hijos compartieron y estuvieron tomando. A las 10:30 de la noche llegaron a la casa con mercado.  

“Pero como también se me había acabado el gas, los tres fueron a comprarlo y terminaron otra vez bebiendo. Llegaron como   a las 12:00 de la medianoche con el gas,  cuando resultaron peleando”, señaló Ligia.

La mujer recuerda que todos se encerraron y Libardo desde el patio gritaba y golpeaba cosas, descontrolado como siempre lo hacía, pero esta vez sus hermanos no aguantaron más escándalos.  

La tragedia

“Nosotros no nos dimos cuenta cuando Ludwin se fue para el lavaplatos y tomó el cuchillo. Yo estaba calmando a Edwin, porque quería salir a pegarle a Libardo para que se callara y se fuera a dormir”, recuerda la angustiada madre.

En ese momento, sucedió lo inesperado. Ludwin  salió al patio y apuñaló a su hermano.  

“Yo escuché cuando Libardo le dijo a Ludwin que en vez de pegarle una cachetada por qué traía un cuchillo escondido… y al salir encontré a Libardo tirado en el patio al lado de su habitación”, señaló Ligia.

Los momentos posteriores fueron de confusión, llanto, dolor y tragedia. La historia de Caín y Abel se había consumado. 

Libardo se desangró y murió de manera inmediata en el patio, mientras que su hermano, que se lesionó la mano, escapó atemorizado corriendo por las calles, tirando el cuchillo en algún lugar desconocido.

La entrega 

“Cuando vi a mi hijo tirado en el piso, no encontré a Ludwin y  pensé que se había ido para Venezuela, pero la Policía nos dijo que se había entregado”, señaló la mamá.

El coronel Javier Francisco Mora Jiménez, comandante operativo de la Policía Metropolitana de Cúcuta, indicó que el hombre se entregó en la estación de Villa del Rosario y quedó a órdenes de la Fiscalía. 

En el patio, la madre de Libardo puso una cruz hecha de palos y amarrada con una  cabuya para nunca olvidar donde cayó sin vida  su hijo.

“Estaba cansada del comportamiento de Libardo. Yo le decía que cambiara y dejara de tomar, porque cuando estaba en sano juicio nadie tenía nada que decir. Pero mire como terminaron las cosas”, agregó Ligia, mientras  reclamaba ante la Fiscalía el cadáver de su hijo y esperaba que le dejaran ver a Ludwin.

El padre de los hermanos, residente en Bucaramanga, quien  padece de cáncer, es esperado en la humilde vivienda, donde hoy será el velatorio.

0 Realice Su comentario Aquí: