La Migración Venezolana a Cúcuta


Por: Pedro Durán Barajas.

La migración venezolana es un problema inevitable. Eso no significa que debamos resignarnos a sufrirlo, sino que debemos aprender a gestionarlo, y si es posible, a aprovecharlo.

El problema es inevitable porque según datos oficiales, dos tercios de los migrantes tienen nacionalidad colombiana, bien porque nacieron en Colombia, o porque son hijos o cónyuges de colombianos. Como la población binacional residenciada en Venezuela supera los cuatro (4) millones, seguirá llegando en un número cada vez mayor.

También es inevitable el paso de migrantes indocumentados. Si no se ha podido evitar ni siquiera entre Estados Unidos y México, que tienen una frontera marcada por desiertos y alambradas, menos podemos atajarlo en Cúcuta, una ciudad binacional fronteriza con al menos cincuenta y dos trochas y tres puentes internacionales.

El problema llegó para quedarse. Hoy lo tenemos por cuenta del fracaso del Chavismo. Dentro de quince años será por la incapacidad de Venezuela para vivir en medio de un entorno tecnológico marcado por la transición del petróleo a otras fuentes de energía. 

Mientras que los grandes productores como Arabia, Irán y Rusia están preparando sus economías para la era cercana del petróleo barato, Venezuela ni piensa en eso.
La política migratoria local de los próximos veinte años en Cúcuta, que debería ser prioritaria para el Gobierno Central porque el problema es para todo el país, debe comprender estos cinco puntos:

1. Facilidades para la naturalización de hijos y cónyuges de colombianos provenientes de Venezuela y subsidios con dineros municipales y nacionales para facilitarles el viaje a las ciudades del interior del país donde viven sus familias. Por eso tanta gente duerme en la Redoma del Terminal: no porque estén entrando, sino porque quieren viajar al interior y no pueden.

2. Debemos entender que el problema de fondo no es la migración, sino la pobreza de la economía local que es incapaz de asimilarla. Como esto va para largo, y seguramente empeorará, deben crearse beneficios tributarios que de verdad se sientan y ayuden a sostener la economía de la ciudad. La propuesta central debe ser el IVA a la mitad de manera indefinida para las capitales fronterizas con Venezuela, que viven una situación semejante a una catástrofe natural, como un terremoto o un tsunami, que es a lo que se parece cada vez más el Chavismo.

3. En Cúcuta se requiere un gran centro de atención migratorio, con recursos e infraestructura administrativa semejante a la que existe para la población víctima del conflicto.

4. Algo más complejo, pero indispensable: desarrollar la capacidad de adoptar el talento venezolano que está buscando nuevos horizontes: varios miles de jóvenes profesionales quieren irse de Venezuela para producir en otros países: si nuestra economía local no estuviera estancada, eso sería una oportunidad dorada. Hay que buscar, de la mano de la Cancillería, facilidades migratorias para ciertos perfiles científicos y profesionales que puedan aportarle su talento a Cúcuta como docentes y emprendedores, sobre todo en áreas claves de la ingeniería y de las ciencias básicas. Eso no es soñar, sino dejar de pensar como aldeanos.

5. Seguridad. Más pie de fuerza, video vigilancia y patrullas. Los delincuentes venezolanos, como hace décadas los delincuentes colombianos que operaban en Venezuela, se benefician de la inoperancia y la corrupción de la fuerza pública venezolana. Si la Policía Nacional continúa mejorando y se le entregan más recursos, que deben ser en mayor medida municipales, los delincuentes venezolanos lo pensarán mejor antes de cruzar la frontera para hacer de las suyas.

Los Gobernantes de Venezuela han creado esta tragedia por aferrarse al poder y al dinero robado, olvidándose de todo lo demás. Para que nuestros gobernantes locales sepan sortear estas dificultades que apenas comienzan, deben evitar seguir aferrados a los mismos ídolos que no les dejan tiempo para pensar en nada distinto.

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