El sacerdote debe ser signo de unidad entre su rebaño

Por: Dimas Cañas Vargas

Según la prescripción eclesial, los clérigos no pueden participar en política; así se desprende del Código de Derecho Canónico cuando señala lo siguiente:

Canon 285 § 3: Les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil.

Por su parte, el canon 287 § 2 dice lo siguiente:

Canon 287 § 2: No han de participar [los clérigos] activamente en los partidos políticos ni en la dirección de asociaciones sindicales, a no ser que según el juicio de la autoridad eclesiástica competente, lo exijan la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común.

Por consiguiente resulta muy pertinente la aclaración de Jhony Cifuentes y Godofredo Cínico Caspa. "Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". 

El sacerdote debe ser signo de unidad entre su rebaño, y por ética y moral no debe hacer proselitismo político ni manifestar su simpatía por tal o cual candidato; y menos utilizar el ambón, que Jhony llama atrio, y que es la pequeña tribuna situada a la izquierda del altar, para expresar una doctrina diferente a la pastoral que le exige la Iglesia. Aunque en la práctica, como afirma Godofredo, algunos no pueden resistir la tentación y lo hacen en forma sesgada y hasta abierta.

Lo apropiado sería que si un sacerdote quiere tomar parte activa en la política, cuelgue la sotana; porque la participación partidista es propia de los laicos, dada la prohibición eclesiástica.

En Cúcuta se conoció esa experiencia en el periodo 95-97 con el ex sacerdote Pauselino Camargo Parada, quien para optar a la alcadía, renunció al sacerdocio, se casó, y posteriormente fue asesinado en el Centro Comercial Bolívar de Cúcuta, el 3 de febrero de 2000 por los violentos de la época. 

Por su parte, los candidatos en sus cálculos electorales deben abstenerse de comprometer a los párrocos dentro de sus planes soterrados de ganar adeptos a toda costa valiéndose del mayorazgo de tonsurado sobre sus fieles.