Colombianos deportados crean 'barrio' de cambuches en frontera


La mototaxista Rosalba Jiménez se resguardaba del sol bajo la sombra del cambuche que levantó en el municipio de Villa del Rosario, en plena frontera, con dos familias que eran sus vecinas en la barriada de Mi pequeña Barinas, de donde los expulsaron las autoridades venezolanas.

Al mediodía de este jueves, Jiménez miraba orgullosa su moto, que pasó por el río Táchira en su huida, y a sus dos perritos: Lucas y Mailo. Su hija María José jugaba con su guacamaya, Nina, dentro del cambuche levantado con palos y cubierto por un plástico negro. (Lea también: Los venezolanos que también sufren el cierre de la frontera)

A lado y lado de su refugio había otros cuatro cambuches. Estaban ubicados cerca de un camino polvoriento, aledaño al río Táchira y lleno de trochas y senderos que conducen a San Antonio, en Venezuela.

Jiménez contó que también alcanzó a sacar un colchón y ropa antes de que las autoridades venezolanas marcaran con una ‘D’ su casa y la destruyeran con una retroexcavadora. (Lea también: Los colombianos deportados de Venezuela tendrán opciones laborales)

En el sector de La Parada, de Villa del Rosario, los refugios como el de Jiménez se cuentan por decenas.
Todos fueron levantados por familias que no quieren alejarse de las pocas pertenencias que alcanzaron a pasar a Colombia.

“En los albergues uno no puede llevar sus pocas cosas. Yo no saqué mucho, pero estas personas que están por aquí pasaron viviendo allá años para comprar una cama, un equipo, una nevera”, dijo Jiménez.

Uno de sus vecinos, John Alexander Bacca, agregó que alcanzó a sacar una cama sencilla en la que ahora duerme junto a sus papás porque, en medio de los desórdenes del otro lado, ladrones se llevaron otras dos camas que había en su casa. También les robaron tres gallinas.

Carolina Lozano agregó que todos sus parientes estaban en Venezuela, y por eso no puede irse a un albergue y dejar su cambuche, donde tiene su cama y una mecedora.

“Ahora mismo no tengo a dónde ir, espero encontrar un trabajo pronto”, dijo.

Para quienes están asentados en este sector, la incertidumbre por sus bienes es cada vez mayor. En los últimos tres días se ha conocido que varios deportados han sido agredidos cuando regresan a Venezuela por trochas para rescatarlos.

Everth Quintero, constructor, quien está viviendo en el garaje de la casa de unos parientes en Villa del Rosario, no deja de pensar en su casa.

“Esta mañana escuchamos que ya no iba a pasar nada, pero hace un rato llegaron unos amigos míos contando que habían dado plazo hasta la noche para sacar cosas, porque vienen cinco retroexcavadoras a tumbar todo –dijo–. Allá no se salvó una casa que no pintaran. A la mía le pintaron una ‘D’ ”.

Tomado del El Tiempo

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