Los Saltatalanqueras


Por: Francisco José Rodríguez Leal

Vender la primogenitura alcanzada en un partido por el plato de lentejas de un movimiento sin arraigo en el municipio, es el colmo de la mediocridad política; pues, pone de manifiesto la falta de principios, la indisciplina y la deslealtad con una colectividad en la que se militó por simples apetitos personales como el más repugnante de los oportunistas.

Siempre fue público y notorio en los últimos 30 años que en la Villa del Rosario el partido liberal estuviera secuestrado por los cabecillas de la colonia santandereana de García Rovira doblegados al ex senador Jorge Cristo Sahium hasta su muerte violenta a manos del ELN, y después, a sus hijos Juan Fernando y Andrés Cristo Bustos como otra muestra de nepotismo en la política colombiana donde los hijos heredan las caudas electorales de los padres. 

Pero también ha sido un hecho recurrente en nuestra historia política que cuando se avecina una nueva legislatura y un nuevo mandato regional, salten la talanquera estos allegadizos con piel de rosarienses como reacción a la escogencia caprichosa y a dedo que hace Juan Fernando Cristo del candidato de su antojo, para salir a continuación en desbandada con cajas destempladas buscando otro grupo político donde rumiar su despecho: Tal cual le ocurrió a la ex alcaldesa Emperatriz Misse en la campaña del 2007 y ahora al candidato Pepe Ruíz. Ella, en un acto de rebelión política, saltó entonces al corral de la extinta y cuestionada Convergencia Ciudadana  bajo la protección del ex senador conservador Carlos Emiro Barriga Peñaranda; y aquel, ahora se cuelga del estribo del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), sin ningún precedente político en el municipio diferente a los avales electorales otorgados a quienes en este caso son víctimas del portazo de narices del mandamás de la tolda roja que cree manejar a su antojo al electorado de la carranga en la Villa del Rosario imponiéndoles el candidato que le viene en gana. No importa si no tiene los méritos de tradición en el directorio del partido en el municipio; mejor si es el subproducto de una práctica nepotista por su relación conyugal con quien fungió de mandataria, lo que lo hace de la misma condición del jefe; mejor si es de estirpe cucuteña, así algunos familiares cercanos se hayan visto envueltos en líos judiciales en sus épocas de funcionarios públicos; mejor si no se junta con la chusma pedigüeña de los estratos 1 y 2.

Pero ellos no son los únicos tránsfugas de sus partidos, según puede apreciarse en la práctica perniciosa de las alianzas que hacen en cada periodo de sesiones la mayoría de concejales para torcerle el brazo al alcalde de turno, chantajeándolo con jugosas comisiones a cambio de aprobarle los proyectos de obras para la ciudad y la comunidad. Ése es otro secreto a voces. En estos casos se dejan de lado las diferencias políticas, los fundamentos partidistas, las máximas de transparencia y honestidad y las promesas planteadas en sus campañas, para untarse las manos de la torta presupuestal. Ahí no importa cuán rojos, azules, verdes, ultraderechistas o indigenistas sean, porque lo que cuenta es el pupitrazo contante y sonante. Por esta razón es cotidiano observar en los dos primeros debates de un proyecto de acuerdo el voto negativo a las propuestas; para verlos en el trámite final votando por abrumadora mayoría, en el colmo de la simulación, el mismo proyecto una vez concertada la partija, y pregonando a voz en cuello ante sus seguidores la paternidad de la obra que torpedearan dos sesiones antes.

En suma, y esto es lo patético de este montaje funambulesco, pasada la campaña el síndrome de la trashumancia engendra a su vez la nostalgia por el redil en estos oportunistas sin principios; y poco a poco, entre escarceos y cabriolas, se les ve a los saltatalanqueras pastando sumisos en su antiguo corral junto al rebaño abandonado y dando la espalda por su naturaleza de malagradecidos a quien los avaló; hasta la nueva coyuntura electoral en la que tampoco los tomarán en cuenta para una nominación por cuenta del jefe del partido o en la que volverán a pisotear los principios del grupo político parapetados en una coalición que les garantice una buena tajada presupuestal.

Tenía sobradas razones el político estadounidense Louis MacHenry Howe (1871-1936) cuando dijo: “Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado”. Pero todavía más le cabe al cantautor, poeta y escritor argentino Facundo Cabral al afirmar: “Le tengo mucho miedo a los pendejos, porque son muchos y pueden elegir a un presidente”.

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