S.O.S. de una poetisa inédita en Villa del Rosario


Desde que la violencia tocó su vida, Martha Mora se ha dedicado a promover el talento artístico de niños, niñas y jóvenes que viven en situación de extrema vulnerabilidad en Cúcuta. Sin serlo, se siente responsable por el futuro de cada joven, por lo que lanzó un S.O.S. por ellos.

La casa de Martha Mora no es solo su casa. Es la de cientos de niños, niñas y jóvenes del barrio Urbanización Buena Vista 2 de Villa del Rosario, en Cúcuta, que todos los sábados y los domingos forman una romería en la sala-comedor-cocina de apenas unos metros cuadrados. Sus pequeñas figuras se cuelan por puertas y ventanas, pues quieren participar de los talleres de pintura, de danza, de cuento y de poesía que de forma espontánea e improvisada se dictan allí.

Martha no da abasto, pero saca fuerzas de donde no las tiene porque sabe que si ella no les presta atención a esas personitas, existe el camino tentador de la vida donde el dinero se consigue fácil. “Su energía se puede canalizar por donde quieran. Yo les trato de inculcar valores diferentes, pero no los voy a poder retener a punta de palabra”, reflexiona.

Martha es viuda como consecuencia de quienes ejercen la violencia como consecuencia del conflicto armado. Levantó sola a sus hijos inculcándoles el amor por las letras y la música para alejarlos del odio contra quienes mataron a su esposo y eso le funcionó. Por eso, dedica los sábados a talleres de pintura para los niños de 5 años en adelante, mientras que ocupa a los adolescentes en manualidades. Los domingos todos juntos ensayan danzas de 4 a 6 pm. Varias de las veces consigue profesores que donan su tiempo, o entidades e instituciones a acuden a su llamado.

En uno de sus tiempos libres, Martha decidió escribirle a Reconciliación Colombia para pedir ayuda. “Después de Reconciliación Colombia adquirí más ímpetu para trabajar por la paz y la reconciliación de este país. Tengo por bendición de Dios, la capacidad de contagiar con altruismo a las personas, y llevamos un bonito trabajo con danzas, y artes escénicas, pero también con una preocupación”, se lee en las primeras líneas del correo.

Martha fue una de las personas que participó en el cuarto encuentro de Reconciliación Colombia, que se llevó a cabo en Bucaramanga, y que reunió a personas de los Santanderes, del Magdalena Medio y del Eje Cafetero que trabajan en la reconciliación. ¿Pero cuál es su preocupación?

El correo continúa así: “(…) los adolescentes que tengo en mi grupo tienen grandes problemas de pobreza, y, sobre todo, sueños que alimento por medio de la fe, pero no puedo cumplir… ¡ayúdenme!”.

La casa de Martha está ubicada en un barrio asignado a personas en condición de desplazamiento en Norte de Santander. Es el último barrio de Villa del Rosario, vía hacia el corregimiento de Juanfrío. La mayoría de padres y madres trabajan incansablemente en oficios informales y a medida que van creciendo los hijos, quienes crecen prácticamente en soledad por la situación marginal, se van convirtiendo en una carga para sus hijos. Quizá por eso, el llamado es prácticamente un S.O.S.

La campaña solitaria

A la casa de Martha acuden niños entre los 6 y 12 años de edad y jóvenes entre los 14 y 19 años (la gran mayoría de esta población tiene 16 años). Su llamado es a que se brinden oportunidades para estos chicos en academias de fútbol, trabajo en artesanías (platería, filigrana), becas para estudios técnicos, “para que así puedan defenderse por sí solos”.

Reconciliación Colombia le preguntó, por ejemplo, cuánto puede cobrar un profesor que les dicte a los chicos una serie de talleres de artesanías y dijo: “quizá 50 mil pesos cada sábados por tres meses que duraría el curso”. Sin embargo, advirtió que no quiere recibir dinero, pues no quiere que se malinterprete su S.O.S. “He intentado por todos los medios porque ellos confían en mí”, comenta.

Por eso, quiere promover la donación de un computador de segunda para uno de los chicos que está a punto de escaparse de sus manos. “Intentémoslo por favor”, agrega.

A través de la página Little Big Money, promueve su proyecto Escuela de Artes Empíricas. Puede conocer el proyecto y donar en este enlace.

Casos que han llegado a la casa de Martha

En su correo Martha describe estos casos:

“Dairon Durfay, de 16 años, graduado del bachiller. Solo quiere tener  un computador, algo que para muchos es insignificante, pero que él es su deseo más grande. Desea estudiar bacteriología. Sus padres están angustiados, y sabiendo yo, que son personas muy colaboradoras, no puedo ignorar la situación.

“Así mismo, Ómar, Cristian, Greidis, Juliana, Manolo, Carlos, Yacksi, Hanner, Jorge, todos, los adolescentes que danzan por la paz. Sugiero apoyen con las empresas, una campaña de un regalo con el corazón. No quiero que se pierdan por la falta de oportunidades y la pobreza que ha sido el motor de la guerra en Colombia.

“Necesitan cosas tan sencillas como un par de guayos para entrenar, una bicicleta para el que sueña con ser ciclista, unos patines para la niña que le gusta patinar y una beca para estudiar en Universidad”.

Finaliza este mensaje comentando: “Por favor no me ignoren, estas comunidades necesitan su ayuda, hagamos esta gran obra”.

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