La ‘recocha’ del chikunguña


A punta de acetaminofén y "abundante líquido" tienen a más de cuatro mil barranquilleros (estimados por el Distrito) y a unos 83 mil colombianos (según el Instituto Nacional de Salud) para aliviar los molestos síntomas del chikunguña, la virosis de moda con la que empezamos el 2015 y, de seguro, el 'disfraz' del próximo Carnaval.

Aunque las indicaciones para acabar la propagación del virus no son nuevas, la fuerza que ha tomado en el país y el panorama que pinta no es nada alentador.

La preocupación la encienden, desde las alarmantes cifras que se presume podrían llegar a 800 mil casos en Colombia hacia el mes de julio, hasta la reciente alocución del presidente Santos en la que dijo: "tengan cuidado con el chikunguña".

En el caso de Barranquilla lo que más parece preocupar a los carnavaleros es que el famoso Aedes aegypti pique antes o, peor aún, durante las fiestas.

La enfermedad es tan fea como su nombre, que traduce lo que es: 'doblarse por el dolor', en lengua de los makonde, grupo étnico del sur de Tanzania, en África, que sufrió los síntomas en la década del 50.


La fiebre del chikunguña se reflejó hasta en los regalos del Niño Dios.

¿Cómo lo evitamos? ¿De dónde proviene?. La Secretaría de Salud del Distrito insiste en que "solo se transmite a través de la picadura de los mosquitos Aedes aegypti o Aedes Albopictus infectados, los mismos vectores del dengue que se reproduce en aguas limpias".

Sin embargo, para Gerardo Lozano, especialista en Infectología, "el chikunguña no se transmite por ningún mosquito, aunque tenga índices muy parecidos al del dengue clásico o hemorrágico".

Desde el Hospital San Vicente del Meta, el experto dice trabajar con un equipo de 12 científicos junto a médicos de Uruguay y Estados Unidos para revelar cuál es la causa real de este virus.

"Nosotros tenemos pleno conocimiento que esto llegó a Colombia, vía marítima, por dos personas del continente africano que trajeron la virosis, no en sus cuerpos, sino a través de unos químicos reactivos que pretendían llevar a un laboratorio y ya estaban contaminados", afirma Lozano.

Y si es así, entonces, ¿cómo lo adquirimos?: "A través de una gripa, con el estornudo y contacto con la saliva de una persona infectada", explica el miembro de la Asociación de Infectólogos de Cundinamarca.

Especifica Lozano que el virus "no se transmite por el contacto sexual". Por lo tanto eso de que: "Tengo mi animalito metiéndose en tu funda, y cuando esté adentrico te pica el chikunguña", solo hace parte de la jocosa canción de Dolcey Gutiérrez, no en vano es el 'Rey del doble sentido'.

Tocó vacilarlo


Si en algo parecen coincidir las autoridades de salud y estudiosos del tema es en la sintomatología del virus: fiebre, brote y dolor en articulaciones, náuseas e hinchazón.

Es tan insoportable el dolor que ya hay quienes lo comparan con la intensidad de las mujeres que persiguen a los hombres, como dice la canción de Kevin Simanca y Charly Craps: El vacile del Chikunguña.

Es el nuevo 'tormento' del Caribe después de María Niño, porque mientras él exista "tú no eres feliz", como sentenció más de un muñeco en Año Viejo.

Y como el virus no se quemó el 31 de diciembre, a las niñas les figuró seguir jugando con su muñeca enferma de chikunguña -si es que el Niño Dios alcanzó a comprarla en Navidad- a los enfermos, combatirlo con acetaminofén y "buen líquido", y a los ilesos, rezar o 'hacerse los locos' para no caer. Claro, nada de jarabe de mango u otro mejunje inventado por ahí. 


Eso sí, si va a tomar, que sea agua. El virus permanece en el cuerpo durante ocho meses, consumir licor en este tiempo puede hacerlo recaer, incluso, padecer enfermedades más graves.

"Esta es una virosis que afecta directamente el hígado, por tanto este órgano puede resultar inflamado y al final desencadenar una cirrosis hepática", indica el doctor Lozano. Añade que en estos casos, el consumo de alcohol, en últimas, "podría llevarlo a la muerte".

Algunos pronostican que la propagación del virus no descenderá hasta mediados del 2015. Por lo pronto, no queda sino copiar la actitud de quienes pretenden espantarlo con su espíritu jocoso para no dejarse tumbar y enterrarlo, a más tardar, con Joselito Carnaval.

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