El contrabando y la integración local


Por: Pedro Durán Barajas
Ahora que arrecia la guerra binacional contra el contrabando, de la que con el cierre diario de la frontera durante siete horas ya sentimos una de sus primeras y más severas medidas, es el momento de retomar las viejas ilusiones de los cucuteños y tachirenses que hace un par de décadas propusieron como solución a los problemas de la frontera, no nuevos muros, sino estrategias de integración local.

Vamos a la práctica. Tal vez no haya ninguna frontera más corta y más vigilada que la compartida por Israel, Gaza y Egipto. A pesar de su militarización palmo a palmo, no ha sido posible detener el tráfico subterráneo de armas y mercancías de todo tipo. Allá no es por trochas sino por túneles. Bombardean los túneles y no tardan en construirse otros. Si no acaban con los túneles entre Israel y Gaza, menos con las trochas entre Villa del Rosario y San Antonio, así un día de estos hasta le dé por bombardearlas.

Desde que tengo memoria recuerdo quejarse a nuestros vecinos del “contrabando de extracción”. En Venezuela hay bienes baratos a los que el Estado les incorpora un subsidio a través de la tasa de cambio preferencial para la importación de bienes e insumos de la canasta básica. Eso causa un extraño efecto: por cada artículo que venden los comerciantes, el Estado pierde plata. Con la gasolina pasa lo mismo y así ha sido siempre.

Ahora resulta que en medio de la pobreza venezolana, esa pérdida de dinero asociada al “contrabando de extracción” se hace angustiosa para su gobierno. El nuestro le cogió la caña. Además del cierre nocturno de la frontera, se tramita en el congreso colombiano la “Ley Anticontrabando”. Aprobada ya en los debates de comisión de ambas cámaras legislativas, le restan los dos debates en las plenarias. Según el texto aprobado, la cárcel hasta por nueve años es una amenaza que en adelante penderá sobre los contrabandistas, que en este terruño son muchísimos de nuestros conciudadanos.

Debatir sobre el contrabando en Cúcuta es una discusión bizantina. Hay beneficiarios y perjudicados. Lo que no puede desconocerse es que implica la transferencia millonaria de subsidios hacia Cúcuta que llegan incorporados en los productos a bajo precio que se consiguen en Ureña y San Antonio, y que abastecen todas las pequeñas tiendas de los barrios de la ciudad. Por eso en Cúcuta la inflación es baja y la gente puede subsistir en medio de la crisis.

La discusión local sobre las consecuencias que para la región tendrá la Ley Anticontrabando y sus medidas complementarias como el cierre de la frontera, debería ser la oportunidad para que en medio del clima de cordialidad entre los gobiernos de Santos y Maduro pudiéramos retomar el proyecto de la Zona de Integración Fronteriza (ZIF) entre varios municipios colindantes de Táchira y Norte de Santander. En lugar de asumir una guerra contra el contrabando de gasolina y artículos de consumo básico orquestada entre Bogotá y Caracas, que para nosotros como región es absurda y dolorosa, lo que idealmente deberíamos hacer es proponer una solución alterna que retome viejas ideas de libre tránsito y comercio entre un Área Metropolitana Binacional, sin abandonar el combate al gran contrabando que se dirige hacia el interior del país. Es una idea que hoy parece delirante, pero como es necesaria, habrá que aterrizarla algún día.

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Anónimo dijo...

Cuanta razón.... pero no entiendo por que estos dos gobiernos, no vienen a estos pueblos tan abandonados, por sus políticas centralistas.
Dado la pobreza en políticas sociales para con estas zonas, lo mas recomendable la conformación de un comité, para establecer cuales son la medidas de materia política, las que deben de tomar estos gobiernos.