Un nuevo ordenamiento



Por: José Alfredo Suárez

Uno de los más importantes desafíos de nuestra metrópolis que debemos enfrentar como región y como planificadores es el de estructurar y ordenar socialmente el área metropolitana de Cúcuta con carácter binacional, en un contexto de la formulación de un Plan de Ordenamiento de segunda generación. Oportunidad clave para pensar el territorio más allá del largo plazo, en el marco de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial -LOOT-, que aporta el sobrepaso del enfoque municipal, al de las ciudades-región o asociaciones de municipios, donde se incluye la gestión integral del riesgo y mas responsabilidades a la hora de tomar decisiones que inciden en el ambiente. Aspectos que para nuestra ciudad y área metropolitana han mostrado una gran divergencia por el cuestionable manejo ambiental de bosques, cuencas y ausencia de microzonificación sísmica.

Los seis municipios colombianos que comprende el área metropolitana de Cúcuta, así como los municipios venezolanos que le otorgan el carácter y complejidad de región binacional presentan grandes asimetrías, empezando por la concentración del PIB y de población especialmente en Cúcuta. Por lo tanto temas claves para apuntar a la integración como el manejo de los ríos y sus cuencas como patrimonio sentimental, natural y ecológico, los servicios públicos, la movilidad y las inversiones, así como la asignación de responsabilidades y usos del suelo de acuerdo a la escala y papel que juegan y jugaran los demás municipios dentro del nuevo modelo urbano regional, depende en gran medida de un nuevo ordenamiento, mas que las figura jurídica que la Ley otorga de forma insuficiente, para lo cual no solo los planificadores, gestores urbanos, gobernantes, sino todos los ciudadanos debemos desplegar nuevos fundamentos cívicos y mucha creatividad.

Este tiempo no es el tiempo de la ciudad de antaño de la bonanza petrolera vecina, las economías urbanas se han tercerizado, al tiempo que las zonas rurales sobre los ejes Cúcuta-Los Patios-Pamplona, Cúcuta-Villa del Rosario-San Antonio y Cúcuta Puerto Santander y Cúcuta-El Zulia se han rururbanizado y conurbado desde 1970, acentuando un modelo difuso e insostenible. Paralelamente las funciones urbanas se han especializado, requiriendo grandes inversiones en vías, mientras que en las periferias, los predios antes rurales se destinan a casas de recreo o a lotes de engorde favoreciendo la especulación. Las nuevas centralidades hoy son las grandes superficies comerciales dispuestas de forma estética, segura y cómoda que captura la atención de los ciudadanos que han transitado de sociedad rural a urbana y de allí a sociedad de consumo, utilizando los centros comerciales como refugio ante lo inseguro de las calles y parques que el mismo modelo de ordenamiento ha erosionado como lugares de encuentro. La  ciudad aho
ra son ghettos tanto de urbanización informal, como de conjuntos cerrados que en suma son el retrato de una sociedad dramáticamente fragmentada.

Mientras no se comprenda que el destino de Cúcuta pasa tanto por Los Patios como por Villa del Rosario y allí al interior de Colombia y Venezuela, y que hay unas complejas relaciones entre lo urbano y lo rural, entre la urbanización y el ambiente natural, nuestra ciudad seguirá subordinada a las leyes del mercado que hoy nos han dejado muestras de crisis ambientales y sociales. El nuevo ordenamiento, el de segunda generación requiere la inteligencia compartida de los ciudadanos metropolitanos y regionales a la luz de nuevas visiones que den paso a territorios conjuntos y complementarios para la construcción de una identidad cultural a partir del desarrollo a escala humana dentro de un enfoque sistémico. La Revolución de los Claveles en 1974 que provoco la caída de la dictadura en Portugal y requirió con gran urgencia de la unificación y reconstrucción de las ciudades, dio el nombre a los arquitectos de “las manos del pueblo”. Pues bien, acá estamos.

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