El trágico retorno de la bebé quemada


María del Carmen Rojas Builles, madre de la bebé que murió quemada, tras salir de una notaría en la calle 14 entre avenidas 0 y 1 del barrio La Playa.

La trágica historia de la niña quemada en el Hospital Universitario Meoz (Huem) de Cúcuta no terminó, el viernes en la madrugada, con su fallecimiento en Bucaramanga. Ese mismo día apenas se empezó a gestar otro drama: el traslado del cuerpo de la menor desde la capital de Santander. Ayer, al cierre de esta edición, el cadáver todavía no había empezado su travesía, por tierra, hacia la capital nortesantandereana.

Los parientes de la niña aseguraron que el primer traspié se generó por causa de un insólito error en el documento que daba constancia del nacimiento, viva, de la bebé.

“En el documento aparecía que la madre se llamaba María del Carmen Rojas Ávila. Sin embargo, sus verdaderos apellidos son Rojas Builles”, sostuvieron allegados a la víctima mortal.

Esa equivocación habría desencadenado, entre otras cosas, que en las notarías se abstuvieran de registrar a la niña y dedarle, finalmente, el registro civil exigido por funcionarios de Medicina Legal, en Bucaramanga, para entregar el cuerpo de la niña Angélica María Rojas Builles.

Según la madre, quien atendió ayer a La Opinión a las afueras de una notaría de la ciudad, los apellidos fueron corregidos y el documento llegó a sus manos, en Villa del Rosario, a las 4 de la tarde del viernes.

A esa hora, en el municipio fronterizo, la notaría ya estaba cerrada. Salió para Los Patios y también estaba cancelado el servicio. 

El viernes terminó en medio de la desilusión de no poder traer, prontamente, a la recién nacida. Ayer, a las 11 de la mañana, por fin logró registrar a su hija en una notaría de la calle 14 entre avenidas 0 y 1 del barrio La Playa.

María del Carmen precisó que antes del mediodía entregaron el documento a representantes del Erasmo Meoz, quienes, directamente, se encargaban de enviarlo a las personas asignadas para tramitar la entrega de los restos de Angélica María.

“Querían que fuera a Bucaramanga a reclamar, directamente, la niña. No tuvieron en cuenta que tengo que estar pendiente de mi otro hijo”, Harold Mateo, mellizo de la niña, explicó la madre.

Sus palabras, en medio de un llanto sobrecogedor, fueron más allá: “Ahora nos toca esperar que la traigan por tierra porque no hay un avión disponible, dijo la  mujer. Hoy, en lo posible, espera por fin recibir en un ataúd a la única mujer de sus ocho hijos.

Tomado de La Opinión

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