El golpe fue fuerte y de frente. Las evidencias quedaron tatuadas en la destruida parte delantera del carro y en el cuerpo sin vida del transeúnte Javier Alfonso Roa, de 22 años. La muerte se cruzó, entre el peatón y el chofer, en la autopista internacional que comunica a Cúcuta con Villa del Rosario y San Antonio (Venezuela).
El conductor Raúl Montaño, de 30 años, se movilizaba en un Chevrolet Aveo gris en el sentido corregimiento de La Parada-Cúcuta cuando atropelló mortalmente a Roa. Según las heridas halladas en el frío cadáver, la víctima intentaba pasar desde Lomitas hacia el barrio Navarro Wolf, a la altura del kilómetro 2 más 900 metros.
“El carro lo impactó y lo arrastró unos 50 metros. El cuerpo presentaba fractura en una pierna, golpes en la cabeza y laceraciones en diferentes partes”, afirmó una fuente judicial cercana al caso.
Testigos dijeron que el accidente ocurrió en el momento en que Javier Alfonso Roa salió a llamar. Sin embargo, otros declarantes manifestaron a las autoridades judiciales que había estado compartiendo con unos amigos durante la noche y la madrugada y, a las 6 de la mañana, retornaba a su vivienda.
Investigadores de Tránsito sostuvieron que el conductor presentaba, técnicamente, grado 1 de alcohol y no descartaron que el fallecido caminante también se encontrara alicorado. Estos hallazgos preliminares, sin embargo, deberán ser corroborados o descartados por médicos forenses del Instituto de Medicina Legal.
Policías aseguraron que el conductor resultó lesionado en uno de sus dedos y que fue necesario brindarle asistencia médica. La lesión, finalmente, no representó gravedad.
“En el carro venezolano encontramos una botella de licor. No portaba la revisión técnico-mecánica. El seguro era venezolano, y el conductor tenía licencia colombiana”, precisó un agente de Tránsito.
El uniformado explicó que Raúl Montaño, por conducir en estado de embriaguez y verse vinculado a la muerte del Roa, posiblemente pagaría $28 millones de multa y se le suspendería su pase de conducción durante 10 años.
En Cúcuta y su área metropolitana han fallecido en lo corrido de 2014, en accidentes de tránsito, al menos 28 personas. El año pasado, en el mismo periodo, 33 perdieron la vida.
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Vuelve y juega, ¿cuándo vamos a aprender?
De estos casos se desprenden dos cosas importantes:
1) La Autopista Internacional Los Álamos necesita la construcción de muchos puentes para que las personas puedan cruzar sin riesgo alguno para sus vidas.
Ubicar reductores de velocidad NO es solución.
2) Es necesario y urgente que se eduque a las personas en normas de tránsito. Es increíble que prime la pereza sobre la vida.
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