Una propuesta antipopular

Por: Eliseo Caballero

Cuando de dineros públicos y de echar mano de ellos se trata, al alcalde Carlos Socha no le importa asomar las orejas ni le tiembla el pulso.

Este burgomaestre nos hace recordar las ferias de nuestros pueblos cuando los mismos novillos se llevaban de plaza en plaza. La primera vez, embestían el engaño con los ojos cerrados; pero a partir de la segunda corrida lo hacían con los ojos bien abiertos buscando el cuerpo del torero y no el trapo; representando un gran riesgo para el novillero y su cuadrilla.

Así, este alcalde que llega a su segundo periodo y sabe dónde las dan y las toman, se convierte en una amenaza para el municipio en su afán de enriquecimiento. Ya lo pudimos comprobar en la privatización del servicio de recolección de las basuras, de las vías públicas y últimamente del acueducto municipal con jugosas comisiones para él y sus lanudos concejales en sus dos mandatos.

Ahora en un acto de irresponsabilidad y de sumisión a las políticas neoliberales se apresta a la privatización de la educación a través de los megacolegios (un colegio general que absorba a los existentes dirigido por un gerente o administrador privado) y a la descentralización del servicio educativo, que no es otra cosa que el manejo politiquero de los recursos y el chantaje de la planta de personal docente para el cobro de sus mesadas, y como contrapartida, la pérdida de calidad de la educación al contratar mediante la modalidad de las OPS (órdenes de prestación de servicios) o contratos a término fijo, a la servidumbre de lagartos que los rodea para pagarles los favores políticos. 

Con este objeto se abolió el escalafón y se redujeron los aportes para el mantenimiento y mejora de las plantas físicas y laboratorios de las instituciones educativas a través de la Ley 30.

De ahí que con toda razón afirmara el fiscal de Asinort ante la propuesta de descentralización de la educación municipal en Villa del Rosario que “a los padres les van a empezar pidiendo [de] a 2 mil pesos, luego de a 3 mil y hasta 5 mil pesos, además de bazares y más actividades”; como efectivamente puede comprobarse en algunos establecimientos del municipio donde la asociación de padres de familia paga el servicio de aseadores o de celadores, por ejemplo. 

Por fortuna, circunstancias de orden formal excluyen por ahora esta posibilidad; de lo contrario estaríamos viéndolo embestir con los ojos abiertos el patrimonio común del derecho a la educación gratuita de nuestros niños, niñas y adolescentes. 

No olvidemos que Carlos Socha ha demostrado en punto a sus apetitos personales que puede venderle el alma al Diablo, si fuera necesario.

Propuestas de este tipo constituyen una agresión a los intereses comunitarios, comparable solamente a la repulsa que genera la campaña de mentiras de los mismos candidatos que vemos en estos días rasgarse las vestiduras hablándonos de "su amor" por Villa del Rosario y que no han hecho nada distinto a comprar el voto de los inconscientes en cada contienda electoral con los dineros que le pillan a la inversión social.