La verdadera historia del fin del cultivo de uva en Villa del Rosario


Por: Miguel Ángel Bueno Pérez.

El servicio del Agua Potable: Para el año de 1955 Villa del Rosario era todavía un caserío y la insipiente población alrededor del tempo parroquial dependía de la labor comercial con el vecino país. El agua solía traerse del “calicanto” y de los nacientes que habían en donde hoy es la urbanización Mónaco y arriba en el barrio el Páramo. En esos mismo lugares por donde pasaba y emergía el agua naturalmente, llegaban los pocos Rosarienses que habitaban el caserío, ha darse un buen baño y a lavar la ropa de la semana o el mes.
La actividad agrícola solo era de unos cuantos terratenientes que

tenían para sí los terrenos de la rivera del rio Táchira y los demás pobladores procuraban ir a esos lugares a ver que se traían gratuitamente y a jornalear. Por su puesto que no todos eran agricultores sino contrabandistas. Al correr de los años Villa del Rosario vio la necesidad de tener agua para la población que cada día aumentaba en la parte alta junto a la iglesia parroquial. Fue entonces cuando por gravedad se logró traer agua a los pobladores Rosarienses, de manera insipiente por tuberías metálicas.

Para el año de 1960 aquí en Villa del Rosario, se hizo un gran trabajo de ingeniería hidráulica, pues usando la misma técnica de los romanos, se canalizó una parte del río Táchira para acercar el agua a la población y de allí bombearla hasta el tanque elevado que aún hoy en día existe en el barrio la Palmita. Ese punto mas cercano o sea la tanquilla de sedimentación hizo que el pueblo se desbordara al tanque de sedimentación para bañarse y para lavar la ropa.
 
En vista presidencial se le entregó una cesta de uvas de Villa del Rosario al presidente Carlos Lleras Restrepo de parte de mi Madre Hortensia Pérez de Bueno.

Ese trabajo de ingeniería, hizo que quienes tenían amplios lotes de terreno en el caserío desde Villantigua hasta el barrio Gramalote y la Palmita, encontraran una forma de subsistencia en el cultivo de la Uva, construyendo grandes parrales para sembrar allí una variedad de uva tipo exportación.

A mediados de los años 60, Villa del Rosario estaba dedicada al cultivo de Uva, porque el agua del río les llegaba gratuitamente a sus solares donde se construyeron grandes tanques, donde se mezclaban los químicos con los cuales se controlaban las plagas propias del cultivo.

Fue entonces cuando el control y uso del agua se convirtió en un problema social y de salubridad, porque quienes se iban de piscina y de lavadero a las tanquillas, no les interesaba que esa misma agua que ellos revolcaban y ensuciaban la bombeaban para el consumo del resto del pueblo alejado de esa tanquilla además que los principales cultivos de uva estaban ubicados a lado y lado de los canales de agua y por ende los químicos como el azufre, eran enviados por las tuberías al resto de la población.

El problema generado en los daños a la población infantil hizo que los gobernantes municipales se hicieron a un gran negocio para el manejo del agua en la supuesta necesidad de salvaguardad la vida humana, controlando los canales del aguas y sus tanquillas de sedimentación y se empieza a cobrar el servicio, para el pago y mantenimiento de los equipos de bombeo y para ampliación de las redes, lo mismo que para el servicio de celaduría de los canales.

Ahora los cultivadores de uva eran mayoría y el control municipal del agua a favor del consumo humano, trajo los primeros choques políticos y sociales en Villa del Rosario. Surgen pues los movimientos conservadores a favor del agua para el consumo y el movimiento liberal a favor del agua para los cultivos de uva. Como siempre, el ejercicio político solo sirvió para erigir payasos que ondeaban banderas a favor del pueblo pero que admitían el uso fraudulento del agua para mantener los cultivos de la uva.
 
 
En 1968 con 10 hijos que atender y con cientos de problemas en casa, emerge la figura de mi madre Hortensia Pérez de Bueno, quien para la época oficiaba de maestra de la escuela Manuel Antonio Rueda Jara, para abanderarse del problema del agua, pues cada día era peor la calidad del líquido no solo por la turbiedad producto de los bañista y lavanderas, sino también los químicos de los cultivadores de uva del pueblo. Ese fue el comienzo del fin para la labor social y humana que desarrollaban mis padres en Villa del Rosario.

Fue ella contra todo el pueblo y contra los gobernantes corruptos que no les importaba que el pueblo se estuviese muriendo por la porquería de agua que nos vendían a los Rosarienses. Como fue ayer y será siempre, los gobernantes le presentaban al Estado por esa entonces quien controlaba todo, informes donde unos cuantos “payasos” aseguraban que el agua que recibían era la mejor y que los problemas con los cultivadores de uva se había solucionado. Ejemplo similar al del día de hoy con los chircales quienes el 99% del agua que consumen es de nuestro acueducto y para evitar investigaciones, contratan un carrotanque para que demuestre a al opinión pública que ellos compran el agua…

Entendió mi madre que ningún debate público o privado respecto del agua, sería solucionado por los gobernantes de Villa del Rosario y que para entonces el Concejo municipal tenía unas figuras que jugaba a hacer mayorías a la media noche cuando la oposición no diera cuenta de ellos, aprobando la legalidad de lo que se cobraba y lo que se gastaba y de la calidad del líquido dizque para el consumo humano.
 
Sin mediar palabra y sin usar los canales políticos, se fue mi madre a un encuentro con el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo y sabiendo que no le iban a atender, levantó bien alto su voz para demostrarle al presidente la calidad de agua potable que recibíamos los Rosarienses. Fue tal su arenga que el presidente mismo recibió de sus manos un vaso de nuestra agua y se apersonó él mismo de la situación. Mi madre no solo pensó en nosotros sus hijos, sino también en todos los niños que ella misma atendía cada día en la Escuela Manuel Antonio Rueda Jara o los que visitaban cada día con mi padre y el Club de Leones.

Lamentablemente, esa acción trajo dos fatales consecuencias : La primera fue la muerte política de mi Familia, pues los ladrones y embusteros políticos de buche, le declararon la guerra al haber ella llegado hasta el presidente sin observación del protocolo político del momento. La segunda fue la imputación infame del fin del cultivo de la uva, pues desde ese momento el Estado Colombiano asumió el control del acueducto de Villa del Rosario y evitó el uso del agua destinada para el consumo humano fuese para el cultivo de la uva.

Desde ese momento las puertas se le cerraron a mis padres y tuvieron que empezar una lucha titánica por sobrevivir económicamente con 11 hijos y 9 personas más por atender. Cada vez que la autoridad cerraba la válvula a los parrales, se levantaban mas enemigos contra nosotros pues los incitadores saltaban en señalamiento imputándonos el problema.

De 1968 a 1972 reinó la hipocresía en todos los cultivadores de uva y en sus familias, lo mismo que los restantes pobladores de Villa del Rosario pues por mandato del gobierno se nos iba a construir una planta de tratamiento de agua a fin de que la que nos llegara a al casa fuese para el consumo humano. No fueron mis padres los que salieron a cobrar diezmo por la realización de la entonces magna obra, pero si lo hicieron los políticos de turno y sus descendientes. Ni siquiera sirvió esa obra para que mis padres pudieran seguir en la política y el servicio social o al menos para tener un trabajo digno y estable.

Entre esas fechas los pobladores de Villa del Rosario, tuvieron otra forma de trabajo en la instalación del acueducto y el alcantarillado. Se arreglaron las calles y se le dio una nueva vida social al pueblo.
 
Y vino el hecatombe. Para diciembre de 1972 la obra estaba concluida y el Presidente Misael Pastrana estaba en Villa del Rosario, inaugurando la planta al servicio de los Rosarienses. Allí estaba mi madre para recibir un pinche pergamino acreditándole como la gran líder del proyecto. A su lado los reales beneficiarios de la obra quienes se hicieron no solo al control de la empresa naciente, sino también al manejo político y laboral de ésta.

Digo hecatombe, porque con la nueva agua con cloro, el cultivo de uva quedó relegado a quienes clandestinamente los tenían en los arroyos y afluentes que circundaban la parte de la rivera del río Táchira. Vieron entonces los cultivadores de uva que con esa agua no se podían mezclar sus químicos y menos regar el cultivo por lo cual les tocó que aceptar su fin. Fin que enrareció la vida de los Rosarienses y por supuesto que hacia nosotros solo nos trajo desgracias una tras otra.

De ser los líderes políticos y sociales del pueblo, pasaron mis padres a ser un mero recuerdo, porque cada día eran mas los que les odiaban por la ruina de la uva.

Por éstos días en las voces de los abuelos, surgió la leyenda de la sentencia contra mi familia que no nos permitirá jamás, servirle a nuestro pueblo, en lo político, en lo social, en lo cultural, en lo deportivo. Cada vez que intentemos subir un peldaño, seremos aplastados por las maquinarias enfermizas de la “uva”. Hoy sobreviven los políticos que saben que nuestro proceder es en bien del pueblo y en contra de los torcidos.

Pero ¿fue mi Madre Hortensia Pérez de Bueno o mi Padre Mario Bueno Villamizar quienes acabaron con el cultivo de la uva en Villa del Rosario?

Aceptamos nosotros que por mi Madre se construyó la planta de tratamiento de agua potable de Villa del Rosario.

Pero ninguno en Colombia y menos en Villa del Rosario, podrá decir que mi madre o mi padre dirigieron la empresa EMPONORTE o trazaron ellos las políticas de uso del agua en el pueblo.

Nadie puede señalar a mi Madre como gestora de uso de la vieja tubería para trasladar el agua de la nueva planta. Nadie puede decir que fue ella la que ordenó el encierro de los canales de agua y las tanquillas.

Por estar disfrutando del infame infierno al que habían condenado a mis padres, no dieron cuenta de que todas las obras y acciones del acueducto, eran para seguirnos asestando deshonra y problemas.

Como no pudo mi madre conciliar con los burlones gobernantes para que el agua que nos vendían fuese para el consumo humano, quiso que el gobierno nacional nos construyera una planta de tratamiento de agua que si pudiéramos consumir los Rosarienses, sin en ningún momento clausurar la vieja tubería o el viejo sistema de agua.

Mi madre fue aislada de todo y fueron los ingenieros por ahorrarse como siempre unos cuantos pesos, que decidieron “aprovechar” las viejas tuberías de puro hierro, evitándose montar nuevamente una red de acueducto. Un pueblo entero se levantó contra mis padres y mi familia, pero no contra los reales enemigos, pues por su cobardía no se levantaron a proteger su forma de trabajo y sustento.

Auspiciaron por años la burla y la deshonra de mi familia en lo político, social y cultural y sin embargo le hemos dada una cátedra de dignidad y de responsabilidad.

Solo hasta el gobierno de primer alcalde popular 1988 – 1991 señor Gonzalo Días, dieron cuenta de que los viejos canales de conducción del agua que surtían a Villa del Rosario no eran los indicados para el servicio de la planta y que las viejas tuberías tampoco lo eran. Mi madre allí estuvo e inclusive yo estuve para dar cuenta del error de los ingenieros y del gran robo que para la fecha nos hicieron con la planta de tratamiento de agua.

Recuerdo a la doctora María Elena Jiménez de Crovo, quien nos dio una cátedra sobre el manejo de la planta de tratamiento de agua, sobre los canales de conducción, sobre los sistemas de bombeo y sobre los sistemas de conducción, creyendo que el señor Gonzalo Díaz le iba a prestar atención y a actuar a favor de una mejor prestación del servicio. Resultó como siempre que esa voz por estar ligada a la de mi Madre, fue desconocida y la plata que el gobierno había destinado para el arreglo del problema, se destinara solamente a la compra de unos tubos y su instalación en Juan Frio hasta la boca toma.

Hemos pasado penurias y hasta un día casi nos quitan la casa de mis padres por no poder cancelar una deuda hipotecaria.
 
Fue justo señores Rosarienses el daño que le han causado a mi familia por cuenta del final del cultivo de la uva en Villa del Rosario. No fue mi madre quien les destruyó sus parrales de uva, sino su cobardía, por no tener la valentía que sí tuvo mi madre para que nos dieran agua potable y no residuos tóxicos o materias fecales de unos cuantos hijos de putas que iban a nuestras fuentes de agua a dejar su mierda allí y a burlarse de todo un pueblo.

Fue justo señores Rosarienses el daño que le han Los cretinos que montaron las ferias y fiestas de la uva, deberán dedicársela a los engendros políticos que alzaron en hombros, sosteniéndolos todo este tiempo contra nosotros y que han sido los verdaderos responsables de sus ruinas. Si no se hubieran robado la plata de las tuberías para los nuevos canales de conducción y la plata de la tubería para el acueducto de todo Villa del Rosario, otra historia estaría contándoles. El presupuesto nacional era para tener fácilmente dos acueductos en Villa del Rosario.
Nuestro linaje sigue incólume hasta nuestra muerte tal cual lo llevaron con orgullo mis padres a quienes siempre les vieron sonreír sin levantar jamás acciones contra los bastardos que les destruyeron o que les traicionaron.

Pido en nombre de mis padres Mario Bueno Villamizar y Hortensia Pérez de Bueno, ponerle fin a tanto odio infundado y a rectificar el daño que sobre todo el pueblo han causado el haberlos destruido a ellos. No sea momento para darle un solo voto favorable a las sanguijuelas que estuvieron siempre junto a mis padres desangrándolos y vendiéndole a los corruptos nuestras debilidades.

Pido a Dios mil bendiciones para mis Padres por su valentía de haber librado una admirable batalla a favor del agua de consumo humano para mi pueblo Villa del Rosario. Que mi Dios allá en el cielo les permita ejercer su labor social con la misma grandeza como lo hicieron aquí en la tierra. Que el encuentro con mis hermanitos y sobrinos sea siempre, compartiendo la benevolencia de un Dios justo y misericordioso.

4 Realice Su comentario Aquí:

Anónimo dijo...

ME PARECE QUE ESTA EXAGERANDO LAS COSAS, PUES SI LE HEMOS AGRADECIDO A LA SEÑORA QUE HALLA HECHO ESA GESTIÓN, COMO PERSONA NACIDA Y CRIADA EN VILLA DEL ROSARIO, JAMAS ESCUCHE QUE ALGUIEN HABLARA DESPECTIVAMENTE DE ELLOS. HAY UN ODIO EN SU CORAZÓN QUE NO TIENE RAZÓN DE SER. Y POLÍTICOS CORRUPTOS HAY EN TODAS PARTES Y SERÁ MUY DIFÍCIL ERRADICARLOS MIENTRAS EXISTA GENTE QUE SE DEJE COMPRAR. ES TRISTE PERO DEBERÍA VER LAS COSAS DESDE OTRO PUNTO DE VISTA.

Dimas Cañas Vargas dijo...

Excepto la importancia de las fotografías, más que una crónica este relato no es otra cosa que una perorata de insultos a los desaparecidos cultivadores de la uva, y un afán de reconocimiento hacia los progenitores de su autor. Una historia a fin de cuentas contada con soberbia y falta de humildad. Quizás con menos agravios y más cordura hubiese sido aceptable, porque de todos modos hay algunos rasgos históricos interesantes que pone en segundo plano la andanada de agravios. Por otra parte, La joven que ofrece la canasta de uvas al presidente Carlos LLeras Restrepo se llama Luz Stella Serrano, y residía en la demolida Hacienda Santa Teresa, en la vía al Palmar, con sus padres Amelia de Serrano y Jorge Serrano.

Anónimo dijo...

En todo este relato no dice nada,porque el cultivo de la uva estaba en villa antigua y nunca se suplió del agua tratada,eran tomado terminales que venían por los pproterosdelahacienda guerrero y San Miguel para riego de ellos y nunca agua tratada quemebtiroso por defender a doña hortensia ,mucho resentido toda la vida muy distintos a sus hermanos.

Anónimo dijo...

Parece a Francia marques ,autodescriminandose