A punta de rifas Deici quiere ser una profesional



La joven sufre de una discapacidad congénita, no obstante, quiere ejercer su carrera muy pronto.
 
Veinte, de las 100 boletas que ofreció Deici Viviana Mantilla Albarracín, para rifar un premio de $200.000 con los que esperaba cubrir el costo de la matrícula en la Universidad de Pamplona, no se vendieron, unas porque no hubo más compradores y otras porque no se las pagaron.

Así fue que esta joven intentó reunir la primera cuota de $180.000 para pagar el ingreso a las aulas, y así continuar con su sexto semestre de Contaduría Pública, pese a que desde que inició, solo pagaba $18.500, gracias a un convenio entre la Alcaldía de Villa del Rosario y la Unipamplona.

En medio de los escasos dos metros de piso que tiene para movilizarse en su silla de ruedas en la habitación donde duerme ella, de 21 años de edad, no entiende el porqué por más de dos años la Universidad de Pamplona sí le mantuvo la beca de estudios y ahora le toca pagar $980.000 por el sexto semestre.

Deici Viviana logró la beca ese tiempo al mantener un promedio significativo en las asignaturas y por ser una de las alumnas con discapacidad física severa. Desde que nació sufre de una atrofia muscular degenerativa, lo que la ha tenido atada a la silla de ruedas, pese a eso, quiere ser en pocos años una Contadora Pública.

“La sorpresa fue cuando vi la liquidación. Como siempre me salía por $18.500, pues casi me caigo al ver que este semestre me toca pagar $980.000, lo único que dije fue ‘huy, qué pasó acá’”.

La estudiante, que vive en el barrio Antonio Nariño de Villa del Rosario, no ve su enfermedad como una atadura, pero sí a la posibilidad de truncar su carrera ante la falta de recursos económicos, pues de continuar durante los próximos semestres una liquidación aproximada a un millón de pesos, ella tendría que desertar.

“Por eso fue que hice la rifa, porque no tengo dinero para pagar la matrícula. Una amiga mía me ayudó a cofinanciar la matrícula y para cubrir el costo total debo pagar $180.000 mensualmente, pero a punta de rifas, lo veo complicado”.

Así se pasa los días la joven, experta en el manejo de redes sociales, quien duerme en una cama con su mamá y su hermano.

En su habitación, que parece un mini apartamento, sus familiares tuvieron que acomodar una cocina de cuatro puestos, un cilindro de gas, el platero, la nevera, un ventilador, un televisor y otros enseres, factor que le preocupa ante su condición.

“Afortunadamente no ha pasado nada, pero sí me da mucho miedo estar acá mientras la cocina está prendida. Es que así tenemos que vivir con mi familia porque no tenemos dinero para más”.

También contó que su madre trabaja en el comercio de San Antonio en Venezuela y que, ante el sube y baja del bolívar, no alcanza a recolectar un salario mínimo colombiano, por lo que Deici Viviana tuvo que suspender las terapias físicas que le iban a estirar un poco sus dedos.

Secuelas de la enfermedad le han recogido las falanges y casi a la fuerza ella, con la mano izquierda trata de estirarse los dedos de la derecha y así poder usar el computador portátil.

“Me toca estirarme los dedos para usar el computador, pero menos mal es un portátil, porque ese tiene una función en la que puedo trabajar con un teclado en la pantalla y así no usar mucho las manos”, comentó angustiada, bajo el riesgo de que esa actividad se estanque si deja de estudiar.

Ante su preocupación la joven logró una cita con el alcalde del municipio histórico, Carlos Julio Socha, quien le explicó que el convenio que la administración municipal tenía con la Universidad de Pamplona terminó ante un déficit presupuestal.

Este venía desde el mandato de la alcaldesa Emperatriz Misse Millán, pero el 70% del costo mínimo de las matrículas de los estudiantes que hacían parte del convenio en ese municipio, no alcanzó para competirle al 30% aportado por la universidad.

La esperanza: otro convenio con la Gobernación

En diálogos con La Opinión Raúl Quintero, coordinador del Centro Regional de Educación a Distancia (Cread) de la Universidad de Pamplona, afirmó tener conocimiento del caso de la estudiante.

Explicó que el alcalde Carlos Julio Socha no continuó con el convenio al carecer de presupuesto para respaldarlo, por lo que se generó la liquidación.

“Al liquidarse el convenio queda cesante la contrapartida por no existir convenio dentro del proceso. Aunque vale la pena resaltar que el alcalde dijo que hay la posibilidad de retomarlo el próximo semestre”, explicó Quintero.

Lo cierto es que Deici Viviana y 146 estudiantes más de Villa del Rosario se quedaron sin la beca estudiantil que otorgaba tal convenio institucional. No obstante, para ella hay una luz de esperanza.

“Existe un convenio con la Gobernación de Norte de Santander para respaldar este tipo de situaciones y la universidad ha evidenciado que la niña tiene un nivel económico muy bajo. Por eso se ha conversado con el alto consejero para la educación del departamento, Saniel Peñaranda, para exponer el caso”, añadió el coordinador del Cread.

La articulación de Quintero y Peñaranda pondrá en conocimiento el caso de la discapacitada a la Secretaría de Educación de Norte de Santander para que ella sea incluida en el convenio y pueda culminar su carrera sin otros gastos, más que el de los transportes.

Se espera que la institución genere una nueva liquidación para la estudiante, para beneficiarla desde este semestre académico.

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