Perfil del Candidato a la Gobernación por el MIO Alvaro Cristancho Toscano



Sencillo, humilde, tranquilo. Así es uno de los cinco candidatos a la Gobernación de Norte de Santander. En las paredes no se ven afiches con su nombre, ni en los postes hay pendones colgados que anuncien su programa de gobierno. Solo unas hojitas, de 12 por 9 centímetros, a manera de carné, le sirven de publicidad.

Risueño, hablador, dicharachero y despreocupado. Así es este hombre, quien repartió las propuestas para alcanzar el primer cargo del departamento en cinco puntos. Industrializar la región, crear el subsidio de empleo, construir vías férreas, crear el banco Bandenor y organizar una red de hipermercados.

Amiguero y filósofo. Así es el aspirante por el MIO a dirigir la vida de los nortesantandereanos en los próximos cuatro años si gana las elecciones del 30 de octubre y para las que tiene pensado invertir no más de $20 millones como muestra de austeridad y de que sin malgastar dinero también se obtienen votos.

- Soy un nortesantandereano del común, nacido en Labateca, pueblo que afronta dificultades geológicas, a punto de pasar la misma suerte de Gramalote.

Así es Álvaro Cristancho Toscano, frentero, de 51 años, separado, padre de dos mujeres y un varón. La infancia la vivió entre la escuela y el convento. No jugó con carros de baterías ni eléctricos. Cambió los juguetes por las cartillas y los libros. A los 8 años escribió el primer cuento y se metió en el mundo de la novela y el ensayo. Creció y pasó al colegio y a la universidad. Desde entonces se ha dedicado a la lectura, al conocimiento, al saber.

Su historia comienza con la llegada de sus padres a Norte de Santander, salidos de San Miguel y Carcasí (Santander), para huirle a la violencia partidista.

- Norte de Santander fue la puerta de entrada del progreso, la industria, la cultura, la política, la infraestructura vial, la línea férrea al país. Ahora, es una gran esperanza, una puerta, para que renazca lo que otrora entró.

En esta zona del país son escasos los escritores que se han metido en el cuento político y han preferido mantenerse casi que al margen de las lides partidistas, a pesar de que tienen dos herramientas para actuar. La pluma, para anunciar y denunciar los hechos, y la imaginación, para avizorar lo que viene.

Cristancho Toscano quiere poner al servicio de la comunidad ese par de cualidades que, está seguro, lo harán ver distinto a los otros candidatos, dados más a la politiquería que al pensamiento. En el último de los foros, en la Cámara de Comercio, se atrevió a llamarlos torpes de pensamiento para actuar en favor de los ciudadanos.

- El arraigo pueblerino le da a uno frescura en la manera de ser, y frente a la vida, una óptica distinta a la citadina. Quienes nacieron en la ciudad nacieron contaminados por la agitación, por el estrés, por el ruido, por otros factores exógenos que los molesta y los irrita.

El río, la naturaleza, la gente, los animales, el surco, los frutos y la quietud labatequenses las lleva en la sangre. Esa vida del campo también le ha valido para ser intrépido, osado y atrevido. En el 2002, se le midió a la candidatura presidencial para hacerle frente a Álvaro Uribe.

Hoy, esa actitud temeraria puede calificarse como una locura. En ese entonces quería mostrarle al mundo que la Constitución de 1991, no estaba bien confeccionada como la hacían ver. En ese momento escribía el libro ‘El ocaso de la Constitución del 91’. Después de leer cada artículo encontró que se prestaba para que el partido que quisiera podría presentar uno, dos o tres candidatos a la Presidencia de la República. Nadie lo había hecho.

- Vi ese hueco ahí y dije, metámonos por aquí. Presenté tres candidatos. Hice el ejercicio y con eso cambió el país políticamente. De 73 partidos de garaje hemos llegado a 12.

Ahora, emprendió la aventura de ser Gobernador de Norte de Santander. Le encantaría que el pueblo lo recordara como el hombre osado que brincó las talanqueras de los politiqueros, de los esquemas trazados, viciados, recorridos y obsoletos.

La intención es decirle a la gente que hay maneras distintas, sin contaminación visual ni auditiva, de hacer política. Hablarles a los electores del valor que tiene el voto para que no lo entreguen a manos desconocidas.

- La gente hipoteca el voto, lo regala, lo cambia por objetos, por prebendas.

La bandera de la campaña está sustentada en la promesa del subsidio de empleo. A los ciudadanos les entrega un cané en el que se compromete a devolverles el valor del voto en los cuatros años de gobierno. Esa iniciativa no cayó bien entre los colegas de aspiración y le llovieron críticas por atreverse a presentarla.

Álvaro Cristancho no gastará muchos pesos en la búsqueda del favor popular. Los pocos recursos que tiene para invertir los saca del patrimonio familiar.

Está convencido de que las campañas se encarecen cuando los candidatos tienen necesidad de recurrir a agentes externos; cuando necesitan asesores; cuando no está formado y no tiene el conocimiento ni la capacidad intelectual para afrontar la responsabilidad de gobernar.

- Álvaro Cristancho no ha costado un peso. El eslogan yo lo produje; los arreglos de la fotografía me los regaló un amigo; los carnés, cada uno, vale $23. No voy a gastarme una fortuna.

Se alejó sonriendo, como había llegado otras atrás. Se le ve feliz. Viste camisa de cuadros pequeños, manga larga, que combina con un bluyín. En la calle se confunde con los parroquianos de a pie y nadie se da cuenta de que es candidato a la Gobernación.

No hay parafernalia a su alrededor, ni camionetas blindadas, ni escoltas, ni carros taponados de publicidad. Así vive tranquilo.

- Espero que la sonrisa nos dure cuatro años.

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