Por la vía que conduce al Seminario Mayor, después de pasar el barrio Morelli y continuar avanzando por el destapado trayecto, se llega a la olvidada tierra de San Pablo de León.
Encontrar el terreno no es tarea fácil, llegar al mismo tampoco lo es. El primer recibimiento es un repugnante olor fétido que se intensifica con el correr del paso. Ya allí se evidencia claramente el completo abandono en el que vive la comunidad hastiada de los malos olores y de las promesas sin cumplir.
Hace apenas unos meses que en toda la ciudad se vivió una de las más grandes emergencias sanitarias debido a la incontrolable turbidez de los ríos que proveen del preciado líquido a toda Cúcuta, parecía interminable la problemática que afectaba hasta los más altos estrados socio-culturales. Tener agua tan solo por unas horas era la mejor noticia que podían recibir los cucuteños, fueron largas semanas en las que sin duda alguna, se aprendió a apreciar el anhelado líquido.
Como si se tratara de una emergencia sin fin, los habitantes de San Pablo de León soportan a diario el olvido al que están sometidos, condenados a no tener servicios de agua potable y alcantarillado.
Alrededor de 60 familias habitan el terreno, los más antiguos llegaron hace 11 años y ya son pocos los que pueden afirmar con valor que han soportado por más de una década, el inmundo olor.
“El principal problema que tenemos los del barrio es que por el frente de las casas nos pasan las aguas negras que bajan de Morelli y de Bella Vista, cuando llueve el paso se hace imposible, los charcos de aguas negras inundan las calles, no se puede salir”, afirma indignado Martín Ramírez Molina, quien coordina el comité de trabajo que con las uñas ha conseguido lo poco que tienen.
Cuando la temperatura es alta, el sofocante sol despierta los más intolerables olores, es cuando más lamentan todos la suerte que les ha tocado sufrir al habitar estos terrenos.
Por si fuera poco, en repetidas ocasiones la comunidad se ha agrupado para dirigirse de manera respetuosa al ente gubernamental que corresponda velar por su salud y seguridad, las respuestas no han sido más que desplantes y vagas excusas para sacárselos de encima,
“Nos molesta mucho que a veces nos traten como ignorantes, cuando acudimos a Eicviro (empresa encargada de administrar el servicio de agua y alcantarillado de Villa del Rosario), la respuesta que nos dieron fue que se están haciendo unos estudios para determinar si realmente estos terrenos le corresponden a Villa del Rosario, nos están haciendo perder tiempo porque nosotros sabemos que esto ya es Villa del Rosario” cuenta Martín mientras muestra un gesto de resignación en su cara.
Los tuvieron de un lado para el otro, cuando comenzaron a gestionar el tan anhelado alcantarillado en la Secretaría de Planeación de Cúcuta les dijeron que el lugar pertenecía a Villa del Rosario. Cuando llegaron a la misma dependencia del vecino municipio, la respuesta fue igual de confusa, esa zona le pertenece a Cúcuta.
Al consultar el Secretario de Planeación de Cúcuta, José Edgar Caicedo Fonseca, aclaró que ya en repetidas ocasiones la comunidad se ha visto afanada en su necesidad recurriendo a su despacho, pero desafortunadamente no puede darle solución a su problema pues geográficamente la zona le pertenece a Villa del Rosario
San Pablo de León, o inmediaciones como lo conocen algunos, hace parte de la jurisdicción de Villa del Rosario y es allá a donde debe dirigirse la comunidad afectada.
El ingeniero Luis Jesús García Bautista, Secretario de Planeación Municipal de Villa del Rosario, es consciente de que el barrio hace parte de este municipio, además de la indignante situación que vive la comunidad.
Pero también explica que fue un error de la persona que les vendió el terreno pues debió antes consultar a la Secretaría de Planeación, si eran terrenos aptos para prestarles los servicios públicos.
La solución al problema es la instalación de un colector de aguas negras que pase por el área afectada y que conecte con el sitio donde se vierten al medio natural o se tratan.
La construcción del sistema conductor significa una millonaria suma de dinero para la administración del municipio histórico, que por lo visto no está en sus planes.
“Nosotros para poder tener agua, nos vemos en la necesidad de pedirles a algunos vecinos del barrio Morelli, que nos dejen sacar el servicio de sus casas. A cambio de esto tenemos que pagarles el recibo que les llegue por el consumo de nosotros y el de ellos”, relató Martín.
Es decir, el drama es de tal magnitud que se ven obligados desembolsillar el equivalente a dos facturas del acueducto, pese a no tener el suministro del servicio.
Martín muestra un improvisado plano que dibuja una red de tuberías que esperan algún día tener, como único anhelo de poder superar el grave inconveniente sanitario.
A San Pablo de León la emergencia se le hace eterna. El foco de contaminación se incrementa con cada arremetida de la lluvia. En medio de oficios y derechos de petición, continuará la olvidada comunidad tocando puertas para lograr desprenderse del fétido olor del abandono.
Tomado de la Opinión
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