Poesia: Plegaria del Niño de la Frontera

PLEGARIA DEL NIÑO DE LA FRONTERA

I
“Váyase para el norte, hijo mío”,
fue la última frase de consuelo
que un día escuché pronunciar
de los labios envejecidos de mi abuelo.

II
Váyase con su familia se lo ruego,
no importa que el campo quede triste,
sus hijos pequeños van creciendo
y el futuro para ellos ya no existe.

III
La violencia acabó con nuestros sueños,
la tierra huele a dolor y muerte;
¡Váyase para el norte se lo pido!,
dicen que allí se corre mejor suerte.

IV
Y mi padre obediente a sus preceptos,
salió a cumplir los consejos del abuelo;
abandonó la tierra que lo vio nacer,
partió con la familia como único consuelo.

V
Y nos trajo a una villa hermosa
donde cambiaría nuestro proceder,
un territorio puesto en la frontera,
en el departamento Norte de Santander.

VI
Yo poco entendía por ser tan pequeño
pero sabía de mi padre, la buena intención;
huía de la guerra, del miedo, del hambre
para ofrecernos un mundo mejor.

VII
Este era el Norte, como decía el abuelo,
aquí nuestra vida iba a cambiar,
la frontera sería el mejor medio
para tener trabajo, vivienda y hogar.

VIII
El azadón, compañero inseparable
se convirtió en una cicla montañera
en la que mi padre inicia el contrabando,
el trabajo ilegal de la frontera.

IX
Nos hicimos amigos del río Táchira
y vivimos cercanos a sus playas;
mientras sus aguas recorran tranquilas
a mi padre el trabajo no le falla.

X
Mis hermanos y yo estudiamos muy contentos
en la institución educativa La Frontera,
y creemos que la vida nos sonríe
y que ha vuelto a florecer la primavera.

XI
En ocasiones sentimos mucho miedo
cuando el río nos muestra su creciente,
o cuando se prohíbe el contrabando
y se limita el trabajo de la gente.

XII
Me entristecen también los personajes
que sentados en sus palacios de gobierno,
no muestran esfuerzos ni conocen
la realidad que vive nuestro pueblo.

XIII
Por eso elevo mi humilde plegaria
al Dios del cielo, padre celestial
para que las fronteras no dividan países
sino que sean vínculos de fraternidad.

XIV
Que la ilegalidad llegue a su fin,
que el empleo florezca por doquier
y mi padre pueda trabajar tranquilo
sin miedo al río ni a nada que temer.

XV
Que la paz traiga nuevas noticias
es mi deseo y mi mayor quimera,
que tengamos un futuro promisorio
y el progreso abra su puerta en la frontera.

XVI
Y a Diosito imploro cada día
que el Norte sea por siempre bendecido,
por darme la oportunidad de mejor suerte
como el abuelo lo había prometido.

Autora: Alda Esperanza Sánchez Ibáñez
Docente Institución Educativa La Frontera

1 Realice Su comentario Aquí:

Anónimo dijo...

Ana Victoria:
felicitaciones a la docente Alda Esperanza Sánchez Ibáñez por tan bellas poesias