Al albergue ubicado en la escuela Antonio Nariño de Villa del Rosario otras 45 personas han llegado a pasar la noche debido a que seis casas más se desplomaron en las últimas 48 horas.
Con la colaboración de la comunidad y el apoyo de la administración municipal, las 90 personas que hasta la fecha se encuentran ubicadas en la Institución Educativa Manuel Antonio Rueda Jara, sede Antonio Nariño, han podido por lo menos alimentarse. Sin embargo, los damnificados ya empiezan a reclamar asistencia médica debido a que niños y adultos mayores empezaron a enfermarse.
Serafín Niño fue uno de los primeros habitantes del barrio Antonio Nariño en albergarse en la escuela. Allí ha recibido una cobija y una colchoneta para los cinco integrantes de su familia. Las noches las ha pasado en vela por la incomodidad y la incertidumbre de no saber qué va a pasar con su familia.
La casa la habían comprado hace ya más de once años y hasta hace dos la había terminado de pagar. El no cree mucho en las promesas del Gobierno de una posible reubicación, es por eso que desde ya está planeando la manera de buscar un ‘ranchito’ donde vivir que el agua no se lo lleve.
En lo que más piensan los damnificados en saber qué va a pasar después de que los estudiantes de esta escuela inicien clases el próximo año. A muchos ya les llegó el subsidio para pagar el arriendo pero aseguran que los arrendatarios están pidiendo una suma mayor a los $250 mil que entregó la Alcaldía.
Arturo Lamadrid Sánchez asegura que muchos de los niños han presentado malestar estomacal, por lo que han tenido que recurrir a los vecinos para poder conseguir un medicamento.
Para ellos es necesario que por lo menos un médico los visite antes de que llegue la Navidad.
Por su parte, María Ramona López, de 68 años, vivía sola en la casa que se llevó la lluvia. Hoy la mayor preocupación es saber si de verdad va a tener una casa para pasar su vejez. Ella vive de la colaboración de sus hijos y pide que por lo menos a los damnificados les entreguen un terreno en buenas condiciones para aunque sea con palos construir un espacio para pasar la noche.
Tomado de la Opinión
Con la colaboración de la comunidad y el apoyo de la administración municipal, las 90 personas que hasta la fecha se encuentran ubicadas en la Institución Educativa Manuel Antonio Rueda Jara, sede Antonio Nariño, han podido por lo menos alimentarse. Sin embargo, los damnificados ya empiezan a reclamar asistencia médica debido a que niños y adultos mayores empezaron a enfermarse.
Serafín Niño fue uno de los primeros habitantes del barrio Antonio Nariño en albergarse en la escuela. Allí ha recibido una cobija y una colchoneta para los cinco integrantes de su familia. Las noches las ha pasado en vela por la incomodidad y la incertidumbre de no saber qué va a pasar con su familia.
La casa la habían comprado hace ya más de once años y hasta hace dos la había terminado de pagar. El no cree mucho en las promesas del Gobierno de una posible reubicación, es por eso que desde ya está planeando la manera de buscar un ‘ranchito’ donde vivir que el agua no se lo lleve.
En lo que más piensan los damnificados en saber qué va a pasar después de que los estudiantes de esta escuela inicien clases el próximo año. A muchos ya les llegó el subsidio para pagar el arriendo pero aseguran que los arrendatarios están pidiendo una suma mayor a los $250 mil que entregó la Alcaldía.
Arturo Lamadrid Sánchez asegura que muchos de los niños han presentado malestar estomacal, por lo que han tenido que recurrir a los vecinos para poder conseguir un medicamento.
Para ellos es necesario que por lo menos un médico los visite antes de que llegue la Navidad.
Por su parte, María Ramona López, de 68 años, vivía sola en la casa que se llevó la lluvia. Hoy la mayor preocupación es saber si de verdad va a tener una casa para pasar su vejez. Ella vive de la colaboración de sus hijos y pide que por lo menos a los damnificados les entreguen un terreno en buenas condiciones para aunque sea con palos construir un espacio para pasar la noche.
Tomado de la Opinión
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