Mural del Instituto Técnico Maria Inmaculada

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Fernando desde el Cielo dijo...

Si supieran los señores de villanoticias el inmenso daño que le hizo, hace y hará este personaje nefasto a la cultura de Villa del Rosario, sabrian porque no tendría porque salir por este importante medio.
El regreso de este mercader de la cultura no me deja descansar en paz.

Lucio Moreno Galvis dijo...

El rector güicho del colegio María Inmaculada que debe su cargo a la politiquería, como casi todos los de las escuelas públicas del municipio, no conoce nuestras tradiciones y menos a este farsante de la colonia coica de San Miguel, provincia de García Rovira (pareciera que hubiera un resurgir de estos muertos de hambre).

A este sujeto, en complicidad con el no menos coico Octavio Martínez Acuña campeón de los desafueros contra nuestro patrimonio cultural durante sus dos deshonrosos mandatos, se le debe el deterioro de nuestros valores regionales: quiso cambiarnos el gentilicio de "rosarienses", que es el correcto, por el de "rosarenses"; en su casa de Palotal (Venezuela) tiene los manuscritos originales del libro “La Capital de la Gran Colombia” y muchos volúmenes de la extinta biblioteca donada por el Consulado de Venezuela en Cúcuta; con él se “perdieron” el vestuario de los grupos de danzas y el equipo de sonido; plagió de otras regiones del país sus mitos y leyendas y los presentó como propios de Villa del Rosario e inventó en su cabeza calenturienta otros tantos que no existen sino en su lujuriosa imaginación ( “Las pantaletas de Elena”, es uno de ellos); se dio el ‘lujo’ de colgar su ropa interior a la cuerda atada al cuello de la estatua del General Nariño cuando utilizó La Bagatela como su domicilio particular y de usar la Casa hospital del Dr. Manrique para sus ritos satánicos; como la actual secretaria de Cultura, la cristiana Eliana Jaimes, utilizó el cargo para inocular su credo adventista y elevó a la categoría de ‘personajes’ a los individuos advenedizos más despreciables que tiene la comunidad que le lamben a las administraciones de turno, etc., etc., etc.

Y esto va para Castañeda: no se le vuelva a ocurrir afirmar con su ignorancia atrevida que el mamarracho de un local comercial pintado al lado de las caricaturas desproporcionadas de nuestros monumentos “quedó muy bonito”. Nada tiene que ver nuestra historia digna con los apetitos de un oscuro comerciante por figurar gracias a este pintor de avisos que escuda hipócritamente sus apetitos en la cultura.