Reposarán al lado de Bolívar los restos de Manuela Sáenz

Fueron recibidos con honores de Jefe de Estado en el aeropuerto de San Antonio
Un cofre con tierra que representa los restos simbólicos de Manuelita Sáenz llegó este sábado a las once de la mañana al aeropuerto "Juan Vicente Gómez" de San Antonio, para partir una hora más tarde a Caracas, donde finalmente mañana será colocado junto a la tumba de Simón Bolívar en el Panteón Nacional, en un reencuentro simbólico de quienes fueron aliados y amantes en la gesta independentista. Los "restos" de la heroína ecuatoriana, fueron recibidos este sábado con todos los honores civiles y militares, luego de ser entregados por el embajador de Ecuador en Venezuela, Ramón Torres, a la ministra del poder popular para la Mujer, Nancy Pérez Sierra, quien estuvo acompañada por una numerosa comitiva protocolar, conformada por los diputados de la Asamblea Nacional, Iris Varela, Ricardo Sanguino; directiva del Consejo Legislativo Regional encabezada por Luis Mora, autoridades militares destacadas en la jurisdicción, alcaldes bolivarianos de la entidad, juez rectora del Táchira, Defensor del Pueblo, entre otros. Pasadas las 12 del día, el pequeño cofre de madera con los restos simbólicos fue conducido nuevamente hasta la aeronave, la cual despegó con destino al aeropuerto de Maiquetía, donde estaba previsto un acto protocolar para luego ser llevado a la Plaza Bolívar, de Caracas, donde también le rendirían honores. La ministra de la Mujer, Nancy Pérez Sierra, dijo que “hoy es un día histórico para Venezuela. En el marco del año Bicentenario y de este renacer de patria, donde ha regresado Bolívar y que camina de nuevo por América Latina; que ha regresado Sucre, Miranda; que ha regresado en sus sueños, proyectos de nación libre y soberana".

2 Realice Su comentario Aquí:

Hernando Castillo citando a Gabo dijo...

"Manuela [Sáenz] había nacido en Quito, hija clandestina de una rica hacendada criolla con un hombre casado, y a los dieciocho años había saltado por la ventana del convento donde estudiaba y se fugó con un oficial del ejército del rey. Sin embargo, dos años después se casó en Lima y con los azahares de virgen con el doctor James Thorne, un médico complaciente que le doblaba la edad.

"El General Santander en uno de sus primeros actos de gobierno [después de la muerte del Libertador], la desterró del país. Manuela se sometió a su suerte con una dignidad enconada, primero en Jamaica, y luego en una errancia triste que había de terminar en Paita, un sórdido puerto del Pacífico adonde iban a reposar los barcos balleneros de todos los océanos. Allí entretuvo el olvido con los tejidos de punto, los tabacos de arriero y los animalitos de dulce que fabricaba y vendía a los marineros mientras se lo permitió la artritis de las manos. Al doctor Thorne, su marido, lo asesinaron a cuchillo en un descampado de Lima pra robarlo lo poco que llevaba encima, y en el testamento le dejaba a Manuela una suma igual a la dote que ésta aportó al matrimonio, pero nunca le fue entregada. Tres visitas memorables la consolaron de su abandono: la del maestro Simón Rodríguez, con quien compartió las cenizas de la gloria; la de Giuseppe Garibaldi, el patriota italiano que regresaba de luchar contra la dictadura de Rosas en Argentina, y la del novelista Herman Melville, que andaba por las aguas del mundo documentándose para Moby Dick. Ya mayor inválida en una hamaca por una fractura de la cadera, leía la suerte en las barajas y daba consejos de amor a los enamorados. Murió en una epidemia de peste, a la edad de cincuenta y nueve años, y su cabaña fue incinerada por la policía sanitaria con los preciosos papeles del general, y entre ellos sus cartas íntimas. Las únicas reliquias personales que le quedaban de él, según le dijo a Peru de Lacroix, eran un mechón de su cabello, y un guante".

Así terminó la vida de 'La Libertadora del Libertador', como el mismo la llamó luego que le salvara la vida escapando por el balcón del palacio de San Carlos con un sable y una pistola, la noche del atentado del 25 de septiembre de 1828 con el almirante José Prudencio Padilla y el general Santander como inspiradores de aquella conspiración.

Fernando desde el Cielo dijo...

Sí Bolívar resucitara seguramente ordenaría con la inmensa autoridad de su voz y pensamiento, que hablaran menos de él e hicieran más por su obra