Padre Manuel María Lizardo


Dada la importancia que tenia la parroquia de Villa del Rosario, el obispo Parra de Pamplona propuso un concurso para dotar de párroco a la iglesia Nuestra Señora del Rosario, resultando vencedor el presbítero Doctor Manuel María Lizardo que en ese momento se encontraba en la ciudad de Chinácota y venia de la iglesia San Juan Bautista de San Cristóbal (Venezuela).
El padre Lizardo era oriundo de Maracaibo (Venezuela) y era hijo Legítimo de Wilfrido Lizardo y María Peña.
El padre Lizardo se vino de Venezuela en condición de asilado y llego a Villa del Rosario en Febrero de 1886 reemplazando al doctor Elio Caicedo. Aquí, primeramente dedico sus energías a la terminación del pequeño templo, iniciado en la nueva población después del terremoto del 18 de mayo de 1875; a la fundación del Hospital Sagrado Corazón de Jesús que junto al templo ordenó levantar y una capilla contigua a este.
Al Hospital sagrado Corazón de Jesús lo llamo la niña de sus ojos e inicio sus primeros trabajos con 50 pesos de proventos parroquiales. Se pusieron las bases del edificio y con la constancia y acción del Padre Lizardo al poco tiempo se levanto el hermoso asilo con arcos y columnas de mampostería y departamentos para enfermos de ambos sexos. Junto al salón principal se construyo una celda destinada para él, para cuando los achaques de la vejez no le permitieran continuar en el ejercicio del sagrado ministerio.
Terminada la obra la bendijo solemnemente y la doto de un botiquín para atender a los enfermos. La pequeña iglesia fue decorada por él, tapizada y convertida en pequeño santuario. El retablo de La Milagrosa Virgen de Nuestra Señora del Rosario, fue colocado en un hermoso ostensorio, con rico manto traído expresamente para tan grata señora.
La virgen y su hijo recibieron rosarios de oro macizo, coronas, cetros, pectorales y pulseras acomodados a el cuadro.
El padre Lizardo también trajo un armonio y un organista que había desempeñado su oficio por varios años en la catedral de Pamplona. El Padre Lizardo era un cantor incansable y cobraba como estipendio cinco pesos por misas rezadas y dos por las cantadas. Después del seminario de Pamplona en la iglesia del Rosario, fue entonces donde se entono las melodías de música gregoriana en esta diócesis. Al cabo de algunos años de consagrada la administración espiritual de esta parroquia, los compatriotas del Padre Lizardo solicitaron su regreso a la ciudad de Maracaibo, teniendo en cuenta que los motivos por los cuales se había asilado ya no existían. Durante meses estuvieron insistiéndole hasta conseguir que el padre Lizardo resolviera su regreso, no sin que antes se hiciera públicas sus declaraciones de profunda tristeza al tomar esa medida ya que los habitantes de la Villa, le tenían gran aprecio y cariño. Para esta época el Padre Lizardo vivía en lo que hoy es la calle 5 con carrera 9.
Para conducir al padre Lizardo a su ciudad natal llego una comisión especial de caballeros venezolanos. El y su comitiva montados en caballos salieron de su casa de habitación y el padre pidió dirigirse ala iglesia con la finalidad de despedirse de la patrona de la Villa; cuando estuvieron frente a la iglesia de repente, y en medio de la gran sorpresa y consternación de los presentes, la bestia que lo conducía salta asustadiza y el padre cae al suelo, de forma tal que le ocasiono maltratamiento, imposibilitándolo para continuar la marcha. El padre, reflexionado sobre este incidente, cuenta que hizo votos a la Virgen de Rosario de no abandonar la población a menos que la jerarquía eclesiástica lo promoviera lo promoviese. En efecto, así lo cumplió el nobilísimo sacerdote a quien tanto se le amo en esta villa y donde murió el 11 de octubre de 1899 a las doce y quince minutos en el hospital que el mismo construyo.
Fue sepultado el doce de octubre en horas de la tarde en el cementerio de esta población, en un sepulcro especial que el pueblo tenia preparado. No podemos olvidar que al padre Lizardo le debemos la reconstrucción del templo histórico derrumbado por el terremoto de 1875.
Texto Cortesía del Historiador rosariense Gerardo García
Para ampliar esta información del padre Manuel María Lizardo favor leer el Archivo de la Academia de Historia del Táchira en el siguiente enlace http://archiaht.blogspot.com/2000/01/el-padre-lizardo.html

2 Realice Su comentario Aquí:

Rigoberta Guarin dijo...

ohhh y ahora quien podra defendernos??????

Eliseo Caballero dijo...

Felicitaciones por la crónica de estos curas extraordinarios que ejercieron su ministerio en Villa del Rosario.

Solamente dos pequeños reparos: Olvidaron citar la fuente de ambos colosos: La primera (la del padre Lizardo) corresponde al texto "La Capital de la Gran Colombia" del insigne Luis Gabriel Castro Maldonado, y la segunda (del padre Marco A. Mora oriundo del municipio de Toledo, no de San Jacinto como afirma) fue tomada del Museo Fotográfico La Bagatela, del cronista Fernando Fonseca Carrillo.
Los restos de estos dos personajes que reposan en el cementerio de la ciudad, enriquecen el acervo cultural de los rosarienses.