La metástasis llegó al consumo venezolano. El país vecino recrudeció en sus últimos días los síntomas provocados por su larga crisis económica y social. Los más recientes embates de la enfermedad se sintieron ayer: la compañía automotriz Chrysler anunció el cese de sus actividades, y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, Iata, advirtió que se podrían suspender los vuelos a Venezuela si el Gobierno de Maduro no paga los US$3.700 millones que adeuda a aerolíneas.
Son los dos últimos elementos de una serie de episodios críticos para la economía, entrelazados con un conflicto social que cumple un mes. El bajo desempleo, de 5,6%, es el único dato que se mantiene a flote en un país que posee la inflación más alta del planeta, de 56%, y unas relaciones comerciales cada vez más deterioradas, que tienen un impacto directo sobre Colombia. Todo matizado por un creciente índice de escasez.
En 2013, las exportaciones colombianas a Venezuela ascendieron a US$2.255 millones. Suma que difícilmente podrá conseguirse este año, según estimaciones de la Cámara Colombo-venezolana de Comercio. Su presidenta, Magdalena Pardo, augura un primer semestre “muy flojo”, consecuencia de modificaciones en el sistema cambiario de divisas.
En la región, tras el cese de relaciones con Panamá, la caída en el comercio se vivió de forma más aguda en Ecuador, que cayó 30%. Colombia perdió 14% en sus relaciones con Venezuela. Y hubo una desbandada empresarial. Emigraron firmas nacionales como el Grupo Éxito, que se llevó sus inversiones a Uruguay para comprar las marcas Disco y Devoto por US$746 millones en 2011 y también Argos y Davivienda, que enfocaron sus compras en Centroamérica. Y no es el único aspecto afectado.
Centros comerciales vacíos
“Iba a ser una medida temporal pero nos hemos visto atrapados por las leyes”, cuenta desde la capital venezolana Claudia Itriago, presidenta de la Cámara Venezolana de Centros Comerciales, Cavececo. La crítica situación de los 172 centros comerciales del país, que aglutinan 11% del total de los empleos, entró en debacle desde el 23 de noviembre de 2013 con el Decreto 602. Establece dos requerimientos “nefastos”, en opinión de Itriago: un alquiler común a cualquier local con independencia de su tamaño y localización, y un condominio o tasa de mantenimiento del 25% del alquiler, que resulta insuficiente.
Las consecuencias son espacios sucios y escaleras mecánicas paradas, que provocan un efecto fantasmagórico que espantó al 60% de venezolanos, y que provocó el cierre de 10% de los centros comerciales en la periferia.
“Y las ventas han sido terribles por la falta de inventario; las tiendas principales están cerradas porque no tienen nada que ofrecer”, añade Itriago.
La escasez asciende ya a 28%, según datos del Banco Central de Venezuela, nuevo tope histórico que afecta en su mayoría a productos básicos. Es decir, no se consigue uno de cada 3 productos de la canasta. Un argumento que el Gobierno esgrime para defender su polémica Ley de Precios Justos, que daba autoridad al Ejecutivo para fijar precios y que tuvo como consecuencia el despegue de la inflación del 20% al 56% en un año.
Desplome en producción de carros
La retirada de Chrysler este viernes, que dejará a 1.150 trabajadores en la calle, es la segunda salida del país de una gran multinacional automotriz, tras la marcha de Toyota, que cerró su actividad el 13 de febrero. El problema fundamental es el suministro de piezas. El cambio de divisas dificulta la llegada, por lo que la producción de carros bajó 77,83% en los dos primeros meses del año, pasando de 7.762 unidades producidas entre enero y febrero de 2013 a 1.721 unidades en el mismo periodo de este año.
“Los datos de Fedecámaras hablan de una posible reducción en la producción de 35%”, resalta Beltrán, que destaca como “salvavidas” para el país la creación de un nuevo sistema de cambio.
Entre 1999 y 2007, última actualización de la industria venezolana, habían cerrado 36% de las empresas industriales. Desde ese momento, la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) calcula que esa cifra llegó a más de 40% en la actualidad. Recientes datos de esta organización añaden que, de continuar la tendencia, en 10 años podrían perder 15% o 20% más empresas.
“Para una empresa establecida en otro país no es tan sencillo decir ‘nos vamos’, eso significa limpiar las inversiones o se pierden definitivamente”, comenta Gonzalo Palau, analista de la Universidad del Rosario, quien afirma que en el comunicado de Iata y la salida de Chrysler hay un “efecto demostración” o “reacción en cadena”, difícil de concretar en la práctica.
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