Al lado de las medidas policiales para atacar el contrabando, piden políticas sociales.
Los gobiernos de Colombia y Venezuela acordaron la semana pasada tomar medidas para combatir el contrabando y las remesas en la frontera, del cual viven tanto las grandes mafías como las personas comunes y corrientes.
Ante esta situación, la dirigencia de Cúcuta se muestra preocupada por las consecuencias de estas medidas, ya que muchas personas sobreviven de contrabandear diariamente unos pocos productos, de comprar los productos básicos del lado venezolano o en el lado colombiano, a precios hasta un 90 por ciento más baratos.
Y para la muestra están los índices sociales de la ciudad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), para los casi 850.000 habitantes el Índice de Necesidades Básicas insatisfechas fue de 23,2 por ciento en el 2005. Mientras que en el 2012 el índice de pobreza llegó a 32,4 por ciento, ambos la dejan entre las cifras más altas del país para una urbe.
El comercio con Venezuela fue el gran empleador y dinamizador de la economía de la ciudad en la última mitad del siglo pasado y en la primera década del presente, por esto cuando el vecino país se resfría la ciudad, literalmente vive la peor de sus gripes.
Y aunque el empleo que genera el sector comercial en la ciudad sigue siendo alto, 37 por ciento de los ocupados entre el 2001 y el 2012, según un estudio del Banco de la República, esto no se asemeja al de la década de los 80 cuando la cifra promedio sobrepasaba el 70 por ciento.
Al compás de la economía venezolana, desde el 2004 hasta el 2008 la ciudad vivió su última minibonanza. A partir del 2009 creció el desempleo, al mismo tiempo que bajaron los ingresos del comercio desde unos 800.000 millones de pesos hasta los 400.000 millones del 2012.
La desocupación se ubicó a finales del año pasado en 12,9 por ciento, mientras que la ciudad se convirtió en la ciudad con la informalidad más alta del país: 72 por ciento.
“El 2013 fue peor que el 2012 para el 90 por ciento de los comerciantes”, afirma Rodolfo Mora, director de Fenalco Cúcuta.
La dependencia del sector comercial con Venezuela tampoco permitió que en la ciudad se desarrollara el sector industrial, ya que su participación en la producción nacional es de apenas 0,39 por ciento y aporta solo 7,6 por ciento al PIB de Norte de Santander.
Además, la poca industria, como la de cerámicas y calzado, fue la principal perjudica con la crisis, ya que el vecino país constituía el destino de 90 por ciento de las exportaciones del departamento.
A corto plazo, afirma José Miguel González, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, el bajo costo de los productos venezolanos causa un gran alivio para la población cucuteña.
Esto se ve reflejado en los índices de inflación, la cual fue de 0,09 por ciento en el 2013, con cifras negativas en alimentos (-2,67 por ciento) y vestuario (-2,51 por ciento).
Pero el problema viene a mediano y largo plazo, ya que esta dinámica genera pérdidas para el comercio formal, el cual causa mayor desempleo e informalidad, baja en la recaudación de impuestos tanto para el departamento como para la ciudad, al mismo tiempo que no permite el surgimiento de industria y afecta tanto el desarrollo como el crecimiento.
LAS SOLUCIONES
José Miguel González cree que entre las soluciones a corto plazo se debe generar empleo a través de obras de inversión pública en infraestructura.
Por su parte, Rodolfo Mora, director de Fenalco Cúcuta, afirma que a corto plazo ayudarían mucho medidas como la excención del 15 por ciento del IVA, con el fin de reactivar el consumo, más créditos blandos para que subsista la empresa privada, eliminar los impuestos para las materias primas que entran a la ciudad para atraer inversión e industrialización.
A largo plazo, Mora añade que lo más importante es construir infraestructura para comunicar la región con el resto del país, ya que llegar a la Costa o al interior del país implica viajes de ocho horas como mínimo.
González agrega que lo más importante para los cucuteños es aprender a mirar hacia otro lado, otros países. “Y aprender a ser competitivos ya que estábamos acostumbrados a que los venezolanos compraban todo: bueno, bonito, caro, feo.
Tomado de Portafolio
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