Productos venezolanos regulados se venden en La Parada de Villa del Rosario


La integración, proceso dinámico y multifactorial que posibilita a las personas que se encuentran en un sistema marginal (marginación) participar del nivel mínimo de bienestar socio vital alcanzado en un determinado país. Concepto fundamental cuando se practica debidamente, sobre todo cuando las poblaciones que hacen y ejercen soberanía, toman parte de la misma y aprovechan los alcances sin detrimento de una de las  partes; en la actualidad, pareciera no concordar con la realidad para quienes viven de este lado del río Táchira.
La aseveración, se hace basado en vivencias comprobadas, pues, mientras aquí hay escasez de muchos productos regulados, al otro lado se ofertan en grandes cantidades esos mismos artículos, con etiqueta venezolana, llevados por la misma dinámica fronteriza por vías que todos conocen, pero que nadie quiere reconocer lo que pasa, por las incidencias e infinidades de factores que genera el contrabando desde el estado Táchira.
Una realidad a la vista de todo el mundo donde, ni quien los vende ni quien los compra, es responsable, pues en la frontera se vive del negocio de lo que se pueda pasar para el otro lado. Sólo que no hay explicación para saber por qué si en territorio tachirense hay escasez de muchos productos, cómo es que esos artículos con marca venezolana pasan la frontera para ser adquiridos por los mismos venezolanos a precios exagerados por el diferencial cambiario. 

En el centro de Cúcuta o La Parada
En el centro de Cúcuta, en la avenida conocida como “La Sexta”, es fácil ubicar a compradores  tachirenses, al ser inquiridos sobre cómo explicar la situación –aclaran no ser fotografiados– pues el dinero les alcanza porque “rasparon”), afirman que esa es la pregunta de ilógica de las 64 mil lochas.
—Estoy sorprendido, al ver que aquí hay papel sanitario, leche en polvo, harina pan, mayonesa, mantequilla, algo que allá en San Antonio no consigo, claro lo tengo que pagar caro, porque el bolívar no vale nada-, señaló un nativo de la tierra de Robinson Merchán -abogado por cierto-. La vendedora que estaba escuchando, sólo se sonrió sarcásticamente y murmuró: “¡sigan votando por Maduro!”.
__Yo vine a buscar leche para recién nacido, nos nació una bebecita y en San Cristóbal no se consigue por ningún lado y, ¡mire cómo son las cosas!, aquí en La Parada hay como arroz, de todas las marcas, y esa la traen de allá, creo que esta es una bofetada para nosotros, porque ayer en la mañana (el pasado lunes), aprovechando que todavía estaba cerrada la frontera, fui a uno de los grandes supermercados de la avenida  Rotaria y cuando venía, en Peracal, tuve que rogarle al  Guardia para que no me quitara el mercadito y eso que traía la factura” -afirmó Ana Luisa- al pedir no coloques mi apellido, porque aquí en la frontera uno nunca sabe, quien  lucía con un rostro diferente porque tenía en sus manos la leche de su nietecita.
“Esta es harina colombiana”
En el conocido mercado de la Sexta, se intentó conocer los precios de varios productos, una de las vendedoras dijo que: “el problema es que ustedes siempre vienen a echarnos la culpa a nosotros, esta es harina colombiana, pero qué culpa tenemos nosotros si  ahora son ustedes mismos quienes nos traen los mercados para venderlos, yo se los pago y tengo que sacarle provecho a eso, yo no voy a buscarlos, ustedes me lo traen, por eso vendo la harina pan a 1700  o 2000 mil pesos (unos 54  o 70 bolívares el paquete)”.
En esa lista de precios se pudo verificar que: además de la harina pan en 1700 y 2000 pesos, se estaba vendiendo mayonesa envase normal a 2 mil pesos (unos 70 bolívares), el pote de leche completa a 8 mil, y en otros lugares a 7 mil pesos (unos 280 bolívares o 225); el arroz de todas las marcas venezolana en existencia, el kilo en 1100 pesos, (unos 35 bolívares); Colgate de todos los tamaños, de a mil pesos en adelante, la grande en 2500 pesos, es decir, 80 bolívares, y el jabón de todas las marcas conocidas en el país, a 1000  pesos, unos 32,20 bolívares.
Varios de los compradores contactados, al conocer los reporteros de La Nación, pedían no ser fotografiados, pero aclaraban que alguien debe dar una explicación que mientras  los habitantes de Ureña y San Antonio son sometidos a estrictas requisas e incluso comiso de los mercados que traen de San Cristóbal, en La Parada y en Cúcuta se exhiben de manera  sarcástica todos los productos de primera necesidad que escasean en territorio tachirense, “¿Por dónde pasan?”, se preguntó un representante de un consejo comunal de un populoso barrio en San Antonio.
La pregunta, seguramente, no tendrá respuesta, pues para eso se hace y se habla de integración, aunque en esta oportunidad son sólo unos quienes tienen la oportunidad de disfrutar de los supuestos beneficios que este concepto que todos apoyan debe darle a los pobladores de ambas regiones, no como en la actualidad, que pareciera cuentos de frontera para quienes no cruzan ni conocen lo que pasa después de la línea limítrofe, donde la realidad se muestra ahora más cruda para quienes vivimos de este lado del río Táchira.

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