Cuando el chisme y el rumor toman impulso, es muy difícil detenerlos, e imposible contener los efectos inmediatos. Es lo que ha pasado con la versión del inminente cierre de la frontera con Venezuela por decisión del alcalde de Cúcuta.
Todo el mundo ha creído esta versión traída de los cabellos; tanto acá como al otro lado de la raya solo esperan el momento en que alguien atraviese las vallas en los puentes internacionales, sin siquiera plantear preguntas elementales cuyas respuestas solo llevan a reír de cómo la ingenuidad afecta a algunas personas.
En el supuesto de que un alcalde pudiera tomar una atribución del presidente de la República, como es el manejo de las relaciones internacionales, y cerrar o abrir las fronteras tiene que ver con esa atribución, ¿por qué el alcalde de Cúcuta tendría jurisdicción sobre el puente Simón Bolívar? Cerrarlo o abrirlo sería facultad del alcalde de Villa del Rosario, no del de Cúcuta, que solo podría actuar en el puente Francisco de Paula Santander.
Sólo esta respuesta tendría que desalentar un rumor que ha calado incluso en el que se espera sea un talante sereno y capaz de juzgar rectamente, como lo es el del gobernador. Sin embargo, le escribió a la canciller pidiéndole aclarar los que él mismo califica de solo rumores…
También en Venezuela, cerrar o abrir las fronteras es facultad exclusiva del presidente de la República. Nadie más, ni la Guardia Nacional allá, ni el Ejército aquí, ni otra autoridad diferente de Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro puede, en ningún momento, determinar lo que suceda con las fronteras de los dos países.
Ningún rumor surge sin un interés oculto de quien lo echa a rodar. Y, en lo que a este caso respecta, ese interés tiene que ver con el precio de la gasolina de contrabando, cuyos vendedores, los pimpineros, la tienen represada desde hace tres semanas, por lo menos, cuando de verdad se cerró la frontera por la elección en Venezuela.
Los pimpineros subieron de tal manera el precio, que los automovilistas de Cúcuta prefirieron buscar el combustible en las estaciones de servicio, lo que llevó a que la de contrabando se quedara en buena parte en las pimpinas.
Para mantener arriba el precio de la gasolina de pimpinas, surgió el chisme del cierre y sin duda muchos, incluidas las autoridades, lo creyeron a pie juntillas, lo cual generó que el rumor se intensificara de tal manera que adquirió ribetes de veracidad. Si incluso hubo empleados de ambos lados que se fueron a dormir a la ciudad de su trabajo, para evitar los dolores de cabeza que causa el paso cerrado.
Y aunque de alguna forma también puede favorecer al comercio local, al menos por ahora, los contrabandistas de gasolina y sus agentes en las calles tendrán que reconsiderar su estrategia, pues la frontera seguirá abierta, y las relaciones de los dos países, en crecimiento constante. No hay ni habrá cierre de frontera, no hay razón alguna para ello, por ahora.
Podría haberlo el 24 de mayo del año entrante, por razón de las elecciones legislativas de Colombia. Y, entonces, si lo hay, es muy probable que sea sólo durante 24 horas: desde la media noche del sábado hasta la media noche del domingo. Nada más. Acá no hay necesidad de determinar cierres prolongados.
En consecuencia, los pimpineros deben destinar su imaginación a otros menesteres, como imaginar en qué trabajar, en vez de estar delinquiendo…
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