Tristeza y dolor en el último adiós a Narices



“Te recordaremos compañero”. Frases como esta se vieron en la despedida al mototaxista
A las 11:15 de la mañana, comenzó la última carrera de Narices  o Ñangara.

Así era conocido Juan Carlos Higuera en el gremio de los mototaxistas que laboran en La Parada, (Villa del Rosario).

Higuera fue asesinado el sábado en la noche en la autopista Internacional, en el sector del Templo Histórico, mientras esperaba a una de sus clientes.

La  tristeza  se reflejó en los rostros de sus compañeros que lo esperaban afuera de la iglesia del Divino Niño.

“No sabemos por qué lo mataron. Él no robaba, solo vivía de ser mototaxista, era un buen compañero, lo conocí desde hace 6 años y siempre era honesto”,  fueron las palabras de uno de ellos.

Pero el dolor aumentó cuando el cuerpo de Juan Carlos era ingresado a la carroza fúnebre.

A un lado, su madre, luchaba para quitarse de encima a quienes la sostenían para que soltara el féretro.

-“Mi amor, mi amor, venga”, gritaba desconsolada su compañera sentimental mientras con la mano derecha le hacía un gesto para que regresara junto a ella.

Otra de sus familiares se acercó al ataúd para observar el cuerpo sin vida.

“Escúcheme bien, su hermano y yo lo vamos a llevar en el corazón, escúcheme Juan Carlos”, mientras se daba golpes en su pecho.

Desde ahí, arrancó la caravana  que llegaría hasta el corregimiento La Parada, donde Juan Carlos o ‘Narices’ recibiría el homenaje de cada uno de sus compañeros.

Esta fue la última vez que recorrió la autopista Internacional acompañado del sonido de los pitos de alrededor de 200 motocicletas.

A las 11:35 el cuerpo sin vida de Juan Carlos Higuera comenzó a recorrer las calles de La Parada.

No importó la hora y la congestión vehicular para que sus compañeros le abrieran paso por cada calle.

El punto de llegada fue el sector La Isla, donde a esa hora, muchos ciudadanos esperan transporte para ingresar a Venezuela.

Uno a uno, cada motorizado fue llegando y abriendo un espacio para que la carroza fúnebre se estacionara en medio de ellos.

-¿Qué está pasando? preguntó un transeúnte a un policía que con curiosidad intentaba dar respuesta a lo que estaba pasando.

Exactamente, a las 11:50 terminó la última carrera de Juan Carlos Higuera.

Y fue donde allí donde las escenas luctuosas se volvieron a vivir.

En ese momento, ocho de sus compañeros levantaron el féretro para que cada uno pasara con su moto por debajo de él.

Así comenzaron, uno por uno los cerca de 200 motorizados quienes aceleraban al máximo sus vehículos mientras cruzaban.

-¡Quítele la moto! gritaron varios de los mototaxistas.

Hacían referencia al hermano de la víctima, a quien le quitaron su motocicleta para evitar una tragedia.

Él, aceleraba su moto se tomaba unos tragos y su rostro era invadido por gestos de rabia e impotencia.

La esposa y la madre de la víctima tuvieron que ser retiradas en ese momento ante los repetidos desmayos de cada una.

Casi treinta minutos se tomaron los motorizados para hacer el gesto que fue el homenaje final para su compañero.
Tomado de la Opinión

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