La empresa nació de la visión futurista de Lino Galavis Corriedo
En 1918, la visión futurista de Lino Galavis Corriedo permitió el nacimiento en Villa del Rosario de la que con el tiempo se ha constituido en una de las firmas más solidas de la región.
El apoyo que consiguió en su esposa Eva Girón se transmitió a las generaciones postreras y hoy el renombre de la fábrica trasciende fronteras.
Inicialmente, la pareja emprendió con tesón y dedicación el trabajo de tostar y vender el café. Los dos tenían la ilusión y lograron fortalecerla con sudor y amor.
La materia prima les llegaba de los plantíos santandereanos, a lomo de mula, y ellos pusieron la cuota de sacrificio para sacar adelante esta idea.
Apoyados por la escasa industrialización de la época y los pocos recursos técnicos lograron construir la máquina que les serviría para el proceso del grano.
Así, en medio de esas limitaciones alcanzaban a producir dos cargas de café tostado que eran sacadas, en la madrugada, a las calles para el deleite de la gente.
No habían empaques ni etiquetas, los compradores llevaban vasijas y pedían que les llenaran para llevarlas, luego, a los sitios de expendio.
La comercialización creció y hubo necesidad de ensanchar la fábrica para satisfacer las exigencias del mercado. La producción llegó, entonces, a diez cargas al día
Los primeros años marcaron la pauta del éxito comercial. De la ilusión se paso a la realidad. No cabía duda de que había nacido en el departamento una empresa que tendría prosperidad.
Ingenio Inagotable
Lino Galavis, ideó la primera forma de generar energía para cumplir el proceso de preparación del café y no paró de ensanchar sus equipos.
A medida que la demanda crecía, los elementos que servían para aumentar la fuerza y la producción cambiaban de diámetro y de ubicación la casa.
Primero, era una pequeña rueda hecha a mano. Después se pasó a otra de tres metros, que trabajaba con agua y alcanzaba 80 caballos de fuerza.
En 1930, sin detener la tostadora, de la madera pasó al hierro y logró el record de 30 cargas diarias que se vendían en Villa del Rosario y Cúcuta.
El avance y desarrollo de la ciudad, así como la demanda por el café, hicieron pensar a los prósperos industriales en pasar de la vía pública a un local para el expendio del producto.
Entonces, abrió un espacio, en pleno centro de Cúcuta ubicado en la Av. 7 con Calle 12, que utilizó como depósito, almacén y punto de venta para atender a la numerosa clientela.
Corría 1932 y las necesidades de presentación del producto habían llevado a Lino Galavis a pensar en el empaque en bolsas de papel mantequilla y de diferentes medidas fueron utilizadas para garantizar la calidad y conservar el aroma y el sabor.
Cuatro años más tarde, respondiendo al auge de la empresa y aprovechando el desmonte de una fábrica local, compraron una tostadora estadounidense.
Entrada la década de los 40s el volumen de ventas había desbordado cualquier previsión, obligando a los propietarios a pensar en ensanchamiento de los equipos.
De ahí en adelante la fábrica despegó y con la experiencia adquirida a lo largo del tiempo se consolidó en el mercado cucuteño
Herencia y responsabilidad
Lino Galavis Carriedo estuvo al frente de la empresa que forjó con empeño y visión, hasta el 17 de Junio de 1951 cuando dejó de existir
A su muerte lo sucedió en el manejo de la firma su hijo Lino Galavis Girón, quien había heredado el espíritu emprendedor de su padre.
Las épocas cambiaban al ritmo que se movía el mundo y Cúcuta no era la excepción para sentir los avances agigantados en todos los órdenes
La responsabilidad de mirar hacía adelántela tenía, ahora, el joven y debía concebir el futuro de una empresa que constituía el heraldo del progreso cucuteño
El despegue de esta nueva etapa de Café Galavis comenzó con el traslado a Cúcuta, el diseño y construcción de la nueva sede, conforme a los requerimientos que se imponían por esos años
Para responder al reto asumido se adquirió nueva tecnología. Tostadoras de las mejores marcas, molinos modernos, pesadoras y otras máquinas llegaron para reemplazara las ruedas de viejos tiempos.
La modernización llevo a la fábrica a posicionarse y conquistar más mercados con un producto de alta calidad que cada día los consumidores compraban más.
La clase de café, también estaba en la mira y para lograrla se buscó una materia prima óptima venida del Gran Caldas y de reconocida trayectoria nacional e internacional
Así fue creciendo la fábrica que hoy contamos entre las más prosperas de esta parte del territorio colombiano y que seguirá dando ejemplo de constancia.
Tomado Archivo la Opinión
Para mayor información visite Café Galavis
El apoyo que consiguió en su esposa Eva Girón se transmitió a las generaciones postreras y hoy el renombre de la fábrica trasciende fronteras.
Inicialmente, la pareja emprendió con tesón y dedicación el trabajo de tostar y vender el café. Los dos tenían la ilusión y lograron fortalecerla con sudor y amor.
La materia prima les llegaba de los plantíos santandereanos, a lomo de mula, y ellos pusieron la cuota de sacrificio para sacar adelante esta idea.
Apoyados por la escasa industrialización de la época y los pocos recursos técnicos lograron construir la máquina que les serviría para el proceso del grano.
Así, en medio de esas limitaciones alcanzaban a producir dos cargas de café tostado que eran sacadas, en la madrugada, a las calles para el deleite de la gente.
No habían empaques ni etiquetas, los compradores llevaban vasijas y pedían que les llenaran para llevarlas, luego, a los sitios de expendio.
La comercialización creció y hubo necesidad de ensanchar la fábrica para satisfacer las exigencias del mercado. La producción llegó, entonces, a diez cargas al día
Los primeros años marcaron la pauta del éxito comercial. De la ilusión se paso a la realidad. No cabía duda de que había nacido en el departamento una empresa que tendría prosperidad.
Ingenio Inagotable
Lino Galavis, ideó la primera forma de generar energía para cumplir el proceso de preparación del café y no paró de ensanchar sus equipos.
A medida que la demanda crecía, los elementos que servían para aumentar la fuerza y la producción cambiaban de diámetro y de ubicación la casa.
Primero, era una pequeña rueda hecha a mano. Después se pasó a otra de tres metros, que trabajaba con agua y alcanzaba 80 caballos de fuerza.
En 1930, sin detener la tostadora, de la madera pasó al hierro y logró el record de 30 cargas diarias que se vendían en Villa del Rosario y Cúcuta.
El avance y desarrollo de la ciudad, así como la demanda por el café, hicieron pensar a los prósperos industriales en pasar de la vía pública a un local para el expendio del producto.
Entonces, abrió un espacio, en pleno centro de Cúcuta ubicado en la Av. 7 con Calle 12, que utilizó como depósito, almacén y punto de venta para atender a la numerosa clientela.
Corría 1932 y las necesidades de presentación del producto habían llevado a Lino Galavis a pensar en el empaque en bolsas de papel mantequilla y de diferentes medidas fueron utilizadas para garantizar la calidad y conservar el aroma y el sabor.
Cuatro años más tarde, respondiendo al auge de la empresa y aprovechando el desmonte de una fábrica local, compraron una tostadora estadounidense.
Entrada la década de los 40s el volumen de ventas había desbordado cualquier previsión, obligando a los propietarios a pensar en ensanchamiento de los equipos.
De ahí en adelante la fábrica despegó y con la experiencia adquirida a lo largo del tiempo se consolidó en el mercado cucuteño
Herencia y responsabilidad
Lino Galavis Carriedo estuvo al frente de la empresa que forjó con empeño y visión, hasta el 17 de Junio de 1951 cuando dejó de existir
A su muerte lo sucedió en el manejo de la firma su hijo Lino Galavis Girón, quien había heredado el espíritu emprendedor de su padre.
Las épocas cambiaban al ritmo que se movía el mundo y Cúcuta no era la excepción para sentir los avances agigantados en todos los órdenes
La responsabilidad de mirar hacía adelántela tenía, ahora, el joven y debía concebir el futuro de una empresa que constituía el heraldo del progreso cucuteño
El despegue de esta nueva etapa de Café Galavis comenzó con el traslado a Cúcuta, el diseño y construcción de la nueva sede, conforme a los requerimientos que se imponían por esos años
Para responder al reto asumido se adquirió nueva tecnología. Tostadoras de las mejores marcas, molinos modernos, pesadoras y otras máquinas llegaron para reemplazara las ruedas de viejos tiempos.
La modernización llevo a la fábrica a posicionarse y conquistar más mercados con un producto de alta calidad que cada día los consumidores compraban más.
La clase de café, también estaba en la mira y para lograrla se buscó una materia prima óptima venida del Gran Caldas y de reconocida trayectoria nacional e internacional
Así fue creciendo la fábrica que hoy contamos entre las más prosperas de esta parte del territorio colombiano y que seguirá dando ejemplo de constancia.
Tomado Archivo la Opinión
Para mayor información visite Café Galavis
2 Realice Su comentario Aquí:
Aparte de estas fotos inéditas, me gustan más las crónicas del profesor Gerardo porque son más auténticas y narra los hechos con más sabor regional.
Amigo ingresa a Facebook en la Página de: Conozcamos A Cúcuta , hemos contado su reseña histórica, saludos.
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