ANTIGUAMENTE LLAMADA ESCUELA PEDRO FORTOUL
A un costado del parque se encuentra el Colegio Manuel Antonio Rueda Jara, que para el año 1.940 llevaba el nombre de Escuela Pedro Fortoul como reza en un certificado original del señor Juan Bautista Quiñónez, del 30 de Noviembre de 1.940 firmado por el director Justo Pastor Pérez y el maestro Julio César Uribe, donde certifica que aprobó el pénsum correspondiente al primer año de escuela, habiéndose matriculado en Febrero del año mencionado y asistiendo durante 168 días a la institución
Fue la primera escuela de la nueva población y se construyo hacía el año 1905. Según el escritor Tachirense José Félix Augusto Murillo nacido en esta Villa en el año 1894 hijo de don Tesalio Murillo quien llegó de San Cristóbal (Venezuela) a la Villa del Rosario en calidad de asilado, en uno de sus escritos reseña que a su memoria vienen los recuerdos de sus primeros años de edad, “A una cuadra de mi casa, se encontraba el Parque Pedro Fortoul, en uno de sus ángulos, moraba el cuartel Nacional; en la esquina opuesta, siguiendo la misma acera, la escuela departamental, provista de escalinatas para abordar su entrada, que le daba cierto señorío.”
En este sitio donde esta la escuela Manuel Antonio Rueda Jara, inicialmente el padre Marco Antonio Mora, comenzó a ubicar las bases para la construcción de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, pero tuvo que desistir de esta idea, ya que para la época de la construcción se presentaban fuertes vientos y finalmente decidieron construirla donde se encuentra actualmente y es por esta razón que la iglesia no queda frente al parque.
Actualmente lleva este colegio el nombre de Manuel Antonio Rueda Jara, en honor al ilustre matemático, nacido el 10 de Enero de 1.858 en la misma casa donde nació el General Santander. Sus padres fueron: Julio Rueda y Espíritu Jara. En la misma Villa hizo sus primeras letras. A los 16 años sus padres le condujeron al colegio San Agustín en la ciudad de San José de Cúcuta, el cual era dirigido por el señor Rafael María Niño y cuyo local estaba situado en donde es hoy el cruce de la avenida cuarta con la calle diez.
Contrajo matrimonio en la Villa del Rosario, con la distinguida dama Doña Mercedes Vargas de Acero. En Bogotá se graduó de ingeniero civil.
Desde los primeros años de estudios universitarios se hizo profesor de matemáticas en varios colegios de Bogotá. Fue profesor en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en la Universidad Nacional y en la Escuela de Ingeniería Civil.
Edito los periódicos de índole pedagógico: El Escolar Colombiano y El Educacionista.
Fue el fundador del Liceo Mercantil, del Colegio Académico y de la Universidad Republicana.
Publicó diez obras de enseñanza, las cuales fueron adoptadas como textos obligatorios en las escuelas y colegios de la nación y los superiores como textos de consulta en varios países de América Latina. La primera edición de su famoso tratado de Aritmética fue publicada el 24 de de Julio de 1.883, como homenaje del autor a la memoria del Libertador Simón Bolívar en el centésimo aniversario de su nacimiento.
Murió en Bogotá en el año de 1.907. El expresidente José Vicente Concha manifestó en alguna oportunidad que el doctor Manuel Antonio Rueda puede considerarse en Colombia como uno de los mártires del patriotismo y de la ciencia, porque la enfermedad que lo llevó a la tumba tuvo por causa el enorme trabajo intelectual que desarrollo para cumplir el precepto de “Enseñar al que no sabe”.
El historiador rosariense Luis Gabriel Castro Maldonado en su libro La Capital De La Gran Colombia, destaca lo siguiente: “el ramo de la instrucción publica de la Villa goza de rentas propias, provenientes en su mayor parte del valor del arrendamiento de la hacienda de El Naranjal, terrenos éstos que el Congreso de la Nueva Granada los adjudico a las escuelas, por medio de la siguiente disposición:
Decreto (6 de abril) que asignan mil fanegadas de tierras baldías a la escuela de la Villa del Rosario de Cúcuta.
El Senado y la Cámara de Representantes de la Nueva Granada, reunidos en Congreso, vista la solicitud de la Cámara Provincial de Pamplona, pidiendo la aplicación de tierras baldías para el sostenimiento de la escuela primaria de la Villa del Rosario de Cúcuta,
Decretan:
Articulo único. – Se asignan mil fanegas de tierra baldías en el distrito denominado El Naranjal, para sostenimiento de la escuela parroquial del Rosario de Cúcuta, deduciéndose las referidas mil fanegadas de las que corresponden a la provincia de Pamplona conforme a lo dispuesto en el articulo 175 de la ley primera, parte segunda, tratado uno de la Recopilación granadina.
Dado en Bogotá, a 5 de abril de 1847.
El presidente del Senado, -Pedro Alcántara Herrán. –El presidente de la Cámara de Representantes, -Exequiel Rojas. – El Senador Secretario, -José Maria Saiz. –El representante Secretario, -Francisco de Paula Torres. -.
Bogotá, 6 de abril de 1847. –ejecútese y publíquese. –Tomas Cipriano de Mosquera (L. S.). El Secretario de Estado del Despacho de Relaciones Exteriores y Mejoras internas. –Manuel María Mallarino”
En las investigaciones hechas por Jesús Gerardo García Contreras (quien también estudio en esta escuela) en los últimos veinte años con los nativos de este histórico municipio y que tuvieron el privilegio de ocupar las bancas y aprender sus primeras letras en la escuela de varones Pedro Fortoul y que posteriormente se denomino Manuel Antonio Rueda Jara, recuerdan que la construcción era un caserón elegante y señorial con un amplio corredor que la adornaba. Entre sus directores destacan los siguientes: Luís Gabriel Castro Maldonado, Luís María Cote, Justo Pastor Pérez, Hernández, José María Tobón, Jorge Ramírez, Justo Cárdenas Sayago.
Profesores: Víctor Manuel Prato, Héctor González, Gómez, Luís María Mora, Bermúdez, Jesús Manuel Mora Ortiz, Julio Cesar Uribe, Bayona, Carlos Sepúlveda, Pedro Macias, Lucas Ortiz, Baldo, Amelia, Víctor Sánchez, Rojas, Moros, Ibarra, Carmen Sofía Santos, Hortensia Pérez de Bueno, Maria Josefa Rojas, Carmelina Mogollón, Teresa Moreno de Peña, Elda Prato, Carmen Pérez Alvarado, Tomíres Duran, Nelly Navas, Botello, Sixto Barriga, Páez.
También viene a sus memorias el recuerdo nostálgico e imborrable de compañeros de estudio que compartieron sus primeros años escolares y entre los cuales resaltan a: Leonardo Useche, Francisco Useche, Francisco Pinzón, Evangelista, Reinaldo Ríos, Esteban Ferreira, Apolinar Espinosa, Andrés Useche, Ciro Ulloa, Teodoro Espinosa, Juan Pablo Castro, Ciro Rodríguez, Pedro Luís Castellanos, Gustavo Castiblanco, Lino Galavis (hijo), Rafael Jaimes, Luís Maria Avendaño, Camilo Olarte, Gustavo Núñez, Pedro González, Alfonso Moros, Carlos Julio Meneses, Avelino Contreras, Eugenio Rangel, Zoilo Villanueva, Luís Francisco Coronel, José Gregorio Coronel, Julio Ernesto Coronel, Ovidio Villamizar, Benjamín Contreras, Nicasio Contreras, Francisco Contreras, Julio Cesar Contreras, Miguel Lozada, Hugo Peñalosa y Ramón Peñalosa (venezolanos), Pablo Antonio González, Cándido Moros (hijo), Juan Bautista Jaimes, Otto Ruan, Roque Prato, Carlos Maldonado, Luís Enrique Maldonado, Arteodoro González, Pablo Enrique González (venezolano), Pablo Emilio González (Venezolano), Gabriel Vargas, Francisco Núñez, Juan Quiñónez, Orlando, Manuel Villamizar, Carlos Saúl Villamizar, Hernando Villamizar, Hipólito Contreras (Tilinguillo), Manuel Guillermo Santos, David Santos, Vicente González, Pablo Castiblanco, Lino Castiblanco, Hugo Castiblanco, (pato), Julio Castiblanco, Ramón Jaimes, Francisco Jaimes, Ramón Duran, Eleuterio Durán, German Quiñónez, Jesús Carrillo, Euro Espitia, Alfonso López (pompo), Francisco Hernández, N Mancilla, Francisco Panzón, N Guillen, (sardina frita), N Hernández (herradura), Fernando Fonseca, Antonio Gómez (patelana), Ciro Gómez, Oscar Gómez, Rodrigo Maldonado, Martín Santander, Domingo Cobos, Pedro Vicente Niño, Santiago Moros, Domingo López, Guadalupe Jaimes, Emilio Ordóñez, José del Carmen Granados (chepe), Eduardo Leal, Pablo Tarazona, Fructuoso Omaña, Manuel García, Evaristo Useche, Pedro Agustín Rangel, Tomas Contreras, Norberto Contreras, Eleuterio Lugo, Marcos Sánchez, Rodrigo Maldonado, Evelio Villamizar, Norberto Rivera, Eduardo Vega, Jaime Vega, Erasmo Arenas, Arturo González, Augusto Romero, Pedro Santos, Enrique Contreras (vianchis), Luís Contreras, Víctor Ramírez, Jorge Ramírez y muchos más que escapan a la memoria de los entrevistados.
Tampoco escapa a su memoria el empalagoso recuerdo de los polizontes: Benedicto Castiblanco, Lucio Ramírez, Antonio Pérez (pisa terrones), Antonio Yañez, Antonio Hernández, Luís (el metro), quienes eran los encargados de pasar diariamente a recoger la lista de los alumnos que no asistían a clase y luego se desplazaban a las casas de los estudiantes ausentes para constatar con sus padres el porque no habían asistido a la escuela, y si los padres manifestaban un motivo supremamente justificado dicha excusa era admitida, de lo contrario, el polizonte lo buscaba donde fuera necesario incluso debajo de la cama donde algunos se escondían, o a la tapa del cacho que era la piscina del pueblo y también a las haciendas para donde se escapaban por temor a ser castigados en la escuela y en la casa por alguna falta cometida el día anterior o por no haber asistido a la misa los domingos a las seis de la mañana.
Una práctica que sí añoran es la del vigilante, que consistía en asignar semanalmente un alumno que residiera en el respectivo barrio al cual se dirigían los estudiantes para que ejerciera control en la fila que los conducía a dicho sector y de esta manera guardar orden y respeto en el camino hacia la casa.
La escuela contaba con un comedor escolar que funciono en el sitio donde antiguamente era el Club Gran Colombiano y que actualmente es el Hospital, como también funciono en la casa que era propiedad del Doctor José Jacinto Manrique donde hoy es el establecimiento de comidas rápidas “Carnaval”, en la calle quinta con carrera novena, atendido por las señoras Ofelia Maldonado y Marta Quiñónez. Dicho comedor se sostenía con las rentas provenientes de la hacienda El Naranjal y las hortalizas que cultivaban los alumnos en la granja situada en el solar de la escuela. Parte de estos cultivos llevaban alumnos y profesores para sus casas
En la escuela cada mes organizaban un paseo para adquirir conocimiento, recrearnos y posteriormente plasmar en un escrito la experiencia vivida. Nos llevaban a Juan Frío a la finca de don Francisco Omaña y al Corregimiento de los Patios que en aquella época hacia parte del municipio de Villa del Rosario donde estaba ubicado el aterrizaje que en ese tiempo no estaba en servicio pero se mantenía el angar donde guardaban las avionetas. Nos íbamos a pie por la salida del barrio Gramalote y atravesábamos el cerro de las Mucuras pasando por el filo hasta llegara a los Patios. Otras veces nos llevaban a la finca de don Héctor Torres ubicada en Villa Antigua, llevando cada quien su avio y de ahí pasábamos al río Táchira el cual era caudaloso y disfrutábamos de él todo el día.
A un costado del parque se encuentra el Colegio Manuel Antonio Rueda Jara, que para el año 1.940 llevaba el nombre de Escuela Pedro Fortoul como reza en un certificado original del señor Juan Bautista Quiñónez, del 30 de Noviembre de 1.940 firmado por el director Justo Pastor Pérez y el maestro Julio César Uribe, donde certifica que aprobó el pénsum correspondiente al primer año de escuela, habiéndose matriculado en Febrero del año mencionado y asistiendo durante 168 días a la institución
Fue la primera escuela de la nueva población y se construyo hacía el año 1905. Según el escritor Tachirense José Félix Augusto Murillo nacido en esta Villa en el año 1894 hijo de don Tesalio Murillo quien llegó de San Cristóbal (Venezuela) a la Villa del Rosario en calidad de asilado, en uno de sus escritos reseña que a su memoria vienen los recuerdos de sus primeros años de edad, “A una cuadra de mi casa, se encontraba el Parque Pedro Fortoul, en uno de sus ángulos, moraba el cuartel Nacional; en la esquina opuesta, siguiendo la misma acera, la escuela departamental, provista de escalinatas para abordar su entrada, que le daba cierto señorío.”
En este sitio donde esta la escuela Manuel Antonio Rueda Jara, inicialmente el padre Marco Antonio Mora, comenzó a ubicar las bases para la construcción de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, pero tuvo que desistir de esta idea, ya que para la época de la construcción se presentaban fuertes vientos y finalmente decidieron construirla donde se encuentra actualmente y es por esta razón que la iglesia no queda frente al parque.
Actualmente lleva este colegio el nombre de Manuel Antonio Rueda Jara, en honor al ilustre matemático, nacido el 10 de Enero de 1.858 en la misma casa donde nació el General Santander. Sus padres fueron: Julio Rueda y Espíritu Jara. En la misma Villa hizo sus primeras letras. A los 16 años sus padres le condujeron al colegio San Agustín en la ciudad de San José de Cúcuta, el cual era dirigido por el señor Rafael María Niño y cuyo local estaba situado en donde es hoy el cruce de la avenida cuarta con la calle diez.
Contrajo matrimonio en la Villa del Rosario, con la distinguida dama Doña Mercedes Vargas de Acero. En Bogotá se graduó de ingeniero civil.
Desde los primeros años de estudios universitarios se hizo profesor de matemáticas en varios colegios de Bogotá. Fue profesor en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en la Universidad Nacional y en la Escuela de Ingeniería Civil.
Edito los periódicos de índole pedagógico: El Escolar Colombiano y El Educacionista.
Fue el fundador del Liceo Mercantil, del Colegio Académico y de la Universidad Republicana.
Publicó diez obras de enseñanza, las cuales fueron adoptadas como textos obligatorios en las escuelas y colegios de la nación y los superiores como textos de consulta en varios países de América Latina. La primera edición de su famoso tratado de Aritmética fue publicada el 24 de de Julio de 1.883, como homenaje del autor a la memoria del Libertador Simón Bolívar en el centésimo aniversario de su nacimiento.
Murió en Bogotá en el año de 1.907. El expresidente José Vicente Concha manifestó en alguna oportunidad que el doctor Manuel Antonio Rueda puede considerarse en Colombia como uno de los mártires del patriotismo y de la ciencia, porque la enfermedad que lo llevó a la tumba tuvo por causa el enorme trabajo intelectual que desarrollo para cumplir el precepto de “Enseñar al que no sabe”.
El historiador rosariense Luis Gabriel Castro Maldonado en su libro La Capital De La Gran Colombia, destaca lo siguiente: “el ramo de la instrucción publica de la Villa goza de rentas propias, provenientes en su mayor parte del valor del arrendamiento de la hacienda de El Naranjal, terrenos éstos que el Congreso de la Nueva Granada los adjudico a las escuelas, por medio de la siguiente disposición:
Decreto (6 de abril) que asignan mil fanegadas de tierras baldías a la escuela de la Villa del Rosario de Cúcuta.
El Senado y la Cámara de Representantes de la Nueva Granada, reunidos en Congreso, vista la solicitud de la Cámara Provincial de Pamplona, pidiendo la aplicación de tierras baldías para el sostenimiento de la escuela primaria de la Villa del Rosario de Cúcuta,
Decretan:
Articulo único. – Se asignan mil fanegas de tierra baldías en el distrito denominado El Naranjal, para sostenimiento de la escuela parroquial del Rosario de Cúcuta, deduciéndose las referidas mil fanegadas de las que corresponden a la provincia de Pamplona conforme a lo dispuesto en el articulo 175 de la ley primera, parte segunda, tratado uno de la Recopilación granadina.
Dado en Bogotá, a 5 de abril de 1847.
El presidente del Senado, -Pedro Alcántara Herrán. –El presidente de la Cámara de Representantes, -Exequiel Rojas. – El Senador Secretario, -José Maria Saiz. –El representante Secretario, -Francisco de Paula Torres. -.
Bogotá, 6 de abril de 1847. –ejecútese y publíquese. –Tomas Cipriano de Mosquera (L. S.). El Secretario de Estado del Despacho de Relaciones Exteriores y Mejoras internas. –Manuel María Mallarino”
En las investigaciones hechas por Jesús Gerardo García Contreras (quien también estudio en esta escuela) en los últimos veinte años con los nativos de este histórico municipio y que tuvieron el privilegio de ocupar las bancas y aprender sus primeras letras en la escuela de varones Pedro Fortoul y que posteriormente se denomino Manuel Antonio Rueda Jara, recuerdan que la construcción era un caserón elegante y señorial con un amplio corredor que la adornaba. Entre sus directores destacan los siguientes: Luís Gabriel Castro Maldonado, Luís María Cote, Justo Pastor Pérez, Hernández, José María Tobón, Jorge Ramírez, Justo Cárdenas Sayago.
Profesores: Víctor Manuel Prato, Héctor González, Gómez, Luís María Mora, Bermúdez, Jesús Manuel Mora Ortiz, Julio Cesar Uribe, Bayona, Carlos Sepúlveda, Pedro Macias, Lucas Ortiz, Baldo, Amelia, Víctor Sánchez, Rojas, Moros, Ibarra, Carmen Sofía Santos, Hortensia Pérez de Bueno, Maria Josefa Rojas, Carmelina Mogollón, Teresa Moreno de Peña, Elda Prato, Carmen Pérez Alvarado, Tomíres Duran, Nelly Navas, Botello, Sixto Barriga, Páez.
También viene a sus memorias el recuerdo nostálgico e imborrable de compañeros de estudio que compartieron sus primeros años escolares y entre los cuales resaltan a: Leonardo Useche, Francisco Useche, Francisco Pinzón, Evangelista, Reinaldo Ríos, Esteban Ferreira, Apolinar Espinosa, Andrés Useche, Ciro Ulloa, Teodoro Espinosa, Juan Pablo Castro, Ciro Rodríguez, Pedro Luís Castellanos, Gustavo Castiblanco, Lino Galavis (hijo), Rafael Jaimes, Luís Maria Avendaño, Camilo Olarte, Gustavo Núñez, Pedro González, Alfonso Moros, Carlos Julio Meneses, Avelino Contreras, Eugenio Rangel, Zoilo Villanueva, Luís Francisco Coronel, José Gregorio Coronel, Julio Ernesto Coronel, Ovidio Villamizar, Benjamín Contreras, Nicasio Contreras, Francisco Contreras, Julio Cesar Contreras, Miguel Lozada, Hugo Peñalosa y Ramón Peñalosa (venezolanos), Pablo Antonio González, Cándido Moros (hijo), Juan Bautista Jaimes, Otto Ruan, Roque Prato, Carlos Maldonado, Luís Enrique Maldonado, Arteodoro González, Pablo Enrique González (venezolano), Pablo Emilio González (Venezolano), Gabriel Vargas, Francisco Núñez, Juan Quiñónez, Orlando, Manuel Villamizar, Carlos Saúl Villamizar, Hernando Villamizar, Hipólito Contreras (Tilinguillo), Manuel Guillermo Santos, David Santos, Vicente González, Pablo Castiblanco, Lino Castiblanco, Hugo Castiblanco, (pato), Julio Castiblanco, Ramón Jaimes, Francisco Jaimes, Ramón Duran, Eleuterio Durán, German Quiñónez, Jesús Carrillo, Euro Espitia, Alfonso López (pompo), Francisco Hernández, N Mancilla, Francisco Panzón, N Guillen, (sardina frita), N Hernández (herradura), Fernando Fonseca, Antonio Gómez (patelana), Ciro Gómez, Oscar Gómez, Rodrigo Maldonado, Martín Santander, Domingo Cobos, Pedro Vicente Niño, Santiago Moros, Domingo López, Guadalupe Jaimes, Emilio Ordóñez, José del Carmen Granados (chepe), Eduardo Leal, Pablo Tarazona, Fructuoso Omaña, Manuel García, Evaristo Useche, Pedro Agustín Rangel, Tomas Contreras, Norberto Contreras, Eleuterio Lugo, Marcos Sánchez, Rodrigo Maldonado, Evelio Villamizar, Norberto Rivera, Eduardo Vega, Jaime Vega, Erasmo Arenas, Arturo González, Augusto Romero, Pedro Santos, Enrique Contreras (vianchis), Luís Contreras, Víctor Ramírez, Jorge Ramírez y muchos más que escapan a la memoria de los entrevistados.
Tampoco escapa a su memoria el empalagoso recuerdo de los polizontes: Benedicto Castiblanco, Lucio Ramírez, Antonio Pérez (pisa terrones), Antonio Yañez, Antonio Hernández, Luís (el metro), quienes eran los encargados de pasar diariamente a recoger la lista de los alumnos que no asistían a clase y luego se desplazaban a las casas de los estudiantes ausentes para constatar con sus padres el porque no habían asistido a la escuela, y si los padres manifestaban un motivo supremamente justificado dicha excusa era admitida, de lo contrario, el polizonte lo buscaba donde fuera necesario incluso debajo de la cama donde algunos se escondían, o a la tapa del cacho que era la piscina del pueblo y también a las haciendas para donde se escapaban por temor a ser castigados en la escuela y en la casa por alguna falta cometida el día anterior o por no haber asistido a la misa los domingos a las seis de la mañana.
Una práctica que sí añoran es la del vigilante, que consistía en asignar semanalmente un alumno que residiera en el respectivo barrio al cual se dirigían los estudiantes para que ejerciera control en la fila que los conducía a dicho sector y de esta manera guardar orden y respeto en el camino hacia la casa.
La escuela contaba con un comedor escolar que funciono en el sitio donde antiguamente era el Club Gran Colombiano y que actualmente es el Hospital, como también funciono en la casa que era propiedad del Doctor José Jacinto Manrique donde hoy es el establecimiento de comidas rápidas “Carnaval”, en la calle quinta con carrera novena, atendido por las señoras Ofelia Maldonado y Marta Quiñónez. Dicho comedor se sostenía con las rentas provenientes de la hacienda El Naranjal y las hortalizas que cultivaban los alumnos en la granja situada en el solar de la escuela. Parte de estos cultivos llevaban alumnos y profesores para sus casas
En la escuela cada mes organizaban un paseo para adquirir conocimiento, recrearnos y posteriormente plasmar en un escrito la experiencia vivida. Nos llevaban a Juan Frío a la finca de don Francisco Omaña y al Corregimiento de los Patios que en aquella época hacia parte del municipio de Villa del Rosario donde estaba ubicado el aterrizaje que en ese tiempo no estaba en servicio pero se mantenía el angar donde guardaban las avionetas. Nos íbamos a pie por la salida del barrio Gramalote y atravesábamos el cerro de las Mucuras pasando por el filo hasta llegara a los Patios. Otras veces nos llevaban a la finca de don Héctor Torres ubicada en Villa Antigua, llevando cada quien su avio y de ahí pasábamos al río Táchira el cual era caudaloso y disfrutábamos de él todo el día.
Texto Cortesía del Licenciado Jesús Gerardo García (Presidente del Centro de Historia de Villa del Rosario)
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1 Realice Su comentario Aquí:
me puso muy feliz leer esta nota, recordar a todas esas personas que se nombran fue un viaje al pasado, cuando los rosarienses nos haciamos valer, habian muchos venezolanos, pamploneses y gente de gramalote, pero eran muy respetuosos de nuestros valores, siempre le aportaron a nuestra villa, personas realmente muy valiosas, lejos de lo que hoy representa la colonia coica, que como la plaga de langostas vienen acabando con nuestro patrimonio cultural e histórico.
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