Disturbios en la frontera

En horas del mediodía de este viernes, un nutrido grupo de “maleteros” colombianos arremetió contra la sede principal de la Aduana de San Antonio en protesta por los severos controles militares en el tráfico de alimentos hacia Cúcuta. El grupo antimotines del Destacamento 11 de Fronteras de la Guardia Nacional enfrentó el ataque con bombas lacrimógenas y disparos de perdigones para replegar la manifestación. El enfrentamiento, que se prolongó por 4 horas, afortunadamente no provocó heridos en ninguno de los bandos. Durante la mayor parte del día, el paso de vehículos y de peatones se mantuvo cerrado por el puente internacional “Simón Bolívar” a causa de la refriega. Los cuerpos policiales colombianos no intervinieron en el pleito callejero, y fue necesario llegar al diálogo al final de la tarde entre los jefes militares y los líderes de los “maleteros”, para acabar con la contienda. Poco más de las 4 de la tarde sólo quedaban las evidencias de los enfrentamientos: piedras, cascos de bombas y de balas plásticas. Pese al acuerdo de cese de las hostilidades, este viernes se mantenían los controles sobre la extracción de combustible hacia las poblaciones del Norte de Santander.

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ELIZABETH TRUJILLO dijo...

Las escaramuzas en el Puente Internacional Simón Bolívar por el incremento de las medidas de control por parte de las autoridades venezolanas, ha desatado la cólera de los trabajadores informales de La Parada, conocidos como “maleteros”, que en una aberración laboral y en su extravío comercial exigen como un derecho el libre tránsito de las mercancías que cruzan la línea fronteriza sin el pago de un arancel.

Es como si los miembros de una familia relevaran de esta obligación a su progenitor omiso y le exigieran a su vecino el deber de mantenerlos; y que ante su negativa la emprendieran a piedra contra su casa sin que los “cuerpos policiales” que deben garantizar la convivencia pacífica y la paz social, en una actitud cómplice, “no intervinieran en el pleito callejero”, como algo ajeno que no les corresponde regular o que simplemente les queda grande.

Constantemente los habitantes de la zona de frontera tenemos la pésima costumbre de arremeter con palos de ciego el objetivo equivocado, sin entender en qué parte del territorio estamos parados.

Por eso resulta contradictorio que este grupo de informales que se creen con patente de corso para asaltar los inventarios de los negocios del país hermano exijan con su vandalismo particular al gobierno venezolano, y no al colombiano, su derecho al trabajo.

Desde hace mucho tiempo venimos buscando el cadáver aguas arriba y los medios sumisos acallados por pautas publicitarias con que les tapa la boca este régimen de la seguridad demagógica, tratan de minimizar el problema social del desempleo achacándoselo a la intolerancia de otros gobiernos que defienden la seguridad alimentaria de sus ciudadanos al otro lado de la frontera, mostrándolos como tiranos y totalitarios.


Si revisamos el balance de lo que el gobierno de Uribe ha traído para el Norte de Santander encontraremos un éxodo incontenible de desplazados de sus regiones por los grupos armados y el ejército, la privatización de sus empresas más productivas y su de sus vías para entregárselas a sus allegados, y una nula inversión en obras de saneamiento básico e infraestructura que tiene descontentos a los ciudadanos que ven como el modoso e inexpresivo mandatario de los colombianos por estar maquinando su reelección, centra su atención en complacer a la yunta del uribismo a punto de desbaratarse por los apetitos de los godos y los trásfugas del Partido Liberal que pugnan por volver al redil, y recurriendo al expediente de una campaña de acusaciones de verdulera con sus vecinos para buscar la solidaridad patriotera que aborte este rompimiento.

Aquí hay mucho de cinismo falsedad, y los colombianos tenemos mucho de bobalicones.