Las restricciones venezolanas amenazan industria de la arcilla


La arcilla de Cúcuta y los alrededores, clasificada como una de las mejores del mundo y que sirvió de base a la industria alfarera y a las ladrilleras que florecieron desde el siglo pasado, enfrenta problemas de comercialización.
Los empresarios de la arcilla acudieron a la Asamblea para que gestione ante el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la Presidencia de la República de Colombia y la Oficina Comercial Proexport de Venezuela, la elaboración de un acuerdo que levante imposiciones de difícil cumplimiento en el vecino país.
Además de la semiparálisis, hay amenazas de la pérdida de empleo para miles de personas y el debilitamiento de uno de los renglones más significativos del sector productivo nortesantandereano.
Desde el 3 de marzo de 2008, el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio de Venezuela, sometió las exportaciones de productos de arcilla a un control especial.
Desde esa fecha no ha habido autorización para los despachos de esos artículos al mercado de la república bolivariana.
Llama la atención, y eso es lo que se quiere aclarar, es que mientras adoptan la restricción en otro extremo hay un acto administrativo venezolano que plantea cero inconvenientes a la entrada de elementos manufacturados con arcilla.
En el Área Metropolitana de Cúcuta operan 62 ladrilleras. La producción en el 90 por ciento es exportada a Venezuela.
De este negocio dependen en forma directa aproximadamente 6.000 familias y en forma indirecta 18.000 núcleos familiares.


Tomado de laopinion

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Anónimo dijo...

Ojalá que con este desestímulo a las empresas arcilleras veamos por fin cumplido el sueño de apreciar nuevamente el verde de nuestros cerros actualmente negros del humo de las chimeneas de las ladrilleras que sin ningún reato y violando las disposiciones ambientantales nos envenenan con la aquiescencia de la alcaldesa, los 'prepagos' del Concejo Municipal y la fronda burocrática y ociosa de Corponor.
Cerradas éstas, las posibilidades de boicotear la trasparencia de las elecciones desaparecería.Ya no tendríamos más alcaldes marionetas y entrarían en la puja política las generaciones que aporten cambios fundamentales con mucha imaginación. Hasta ahora, las empresas de la arcilla nos han generado envenenamiento, despojo a los vecinos propietarios de tierra y cohecho a los aspirtantes a cargo de representación popular. Hablan de generación de empleo, pero no le brindan a los obreros las mínimas garantías de seguridad industrial, amén de los salarios de hambre que les cancelan y la prohibición absoluta de organizarse gremialmente. Por el bien de las generaciones de la frontera que ojalá el desestímulo sea tal que se apaguen para siempre estas chimeneas contaminadoras. Sería un paraíso.