Dramática situación padecen centenares de personas que por distintos motivos tratan de cruzar la frontera colombo-venezolana, luego que el presidente Nicolás Maduro decidiera prorrogar por 72 horas el cierre de los pasos limítrofes entre ambos países.
Desde el pasado martes, cuando fue cerrado el paso por los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, mucha gente quedó varada a ambos lados, pero este viernes el número de personas incrementó porque pensaron que amanecería abierto el tránsito peatonal, y no fue así.
Hombres, mujeres, niños, adultos mayores, pacientes, viajeros de diferentes partes del país, han dormido en las aceras de la avenida Venezuela de San Antonio y aguantado largas horas bajo el inclemente sol, esperando que los efectivos militares y los funcionarios de Migración den permiso para cruzar el puente internacional Simón Bolívar, pero los pasos que se autorizan son muy reducidos y el proceso es bastante lento.
Las autoridades únicamente permiten el cruce de fronteras a pacientes que requieren de tratamiento médico especializado en Colombia, a viajeros con boleto hacia terceros países, así como a ciudadanos colombianos que están en territorio venezolano y se acogen a la figura de retorno voluntario a su país de origen, lo cual implica que no podrán entrar nuevamente a Venezuela en un lapso de dos años. Algunas personas con doble nacionalidad incluso señalaron que les habían dicho que si querían salir como colombianos debían renunciar a la nacionalidad venezolana.
Sea cual sea, el procedimiento de salida es lento, porque la gente debe hacer una larga fila detrás de una valla de la Guardia Nacional en una calle próxima a la aduana, y luego superar una serie de controles migratorios y militares. Esta situación se torna traumática para todos, pero en particular para los niños, ancianos y personas enfermas que incluso llegan a desvanecerse haciendo la fila.
Quienes no encajan dentro de las excepciones señaladas no tienen posibilidad de pasar por el puente y no les queda otra alternativa que devolverse o arriesgarse a cruzar la frontera por las trochas del río Táchira lo cual, además de exponerse a cualquier situación, implica un costo económico, porque la persona debe pagar entre 20 mil y 25 mil bolívares o pesos al “guía” que los conduce por los caminos verdes.
“No les importa nuestra condición”
Mientras hacía la fila de personas que tratan de cruzar la frontera como caso médico, Otilia Meneses, una abuela de 65 años que necesita comprar en Cúcuta las pastillas para la tensión, dijo que tenía tres horas esperando y la cola no había corrido. “Tenemos que esperar hasta cuando ellos (los militares) quieran, no les importa la condición en la que estemos”, agregó.
Por su parte, Carmen Cecilia Maldonado, dijo que es venezolana, pero está viviendo temporalmente en Cúcuta y vino a cobrar su pensión y se quedó trancada en San Antonio. “Yo les mostré la cédula colombiana para que me dejaran pasar y me dijeron que no, que tenía que renunciar a la nacionalidad venezolana, y por qué voy a hacer eso si yo también vivo en Venezuela”, agregó.
“Que el señor Maduro tenga misericordia”
Armando García es colombiano y vive en Cúcuta. Dijo que vino a San Antonio a buscar unos medicamentos para su esposa que está enferma, y se quedó trancado. Aseguró tener dos días en esta población durmiendo en el andén de la avenida Venezuela, como muchas otras personas, porque no ha habido manera de pasar. “Hay personas que lo quieren pasar a uno por el río pero cobran 30 mil pesos, porque no reciben bolívares, y yo no tengo plata, porque la situación está dura, la economía está por el suelo. Que el señor Maduro tenga misericordia y se apiade de nosotros y nos deje pasar, no hemos podido trabajar, tenemos a nuestra familia allá en Cúcuta y ni siquiera podemos llamar porque de aquí no salen las llamadas”, relató.
La señora Lila Urbina de Acosta, quien se encontraba con tres miembros de su familia, entre ellos una niña de 5 años, manifestó que vienen del estado Barinas y tienen pasaje para viajar de Cúcuta a Bogotá. Se encontraba desde el jueves en San Antonio porque tenían la esperanza que en la noche abrían el paso, pero no fue así, porque el presidente prorrogó la medida de cierre.
Acotó que tenían el pasaje comprado desde hace un mes y se dirigían a Bogotá al grado de una hija que está culminando un postgrado en una universidad de la capital colombiana. El dinero en efectivo que poseían lo gastaron en el pago de una habitación en un hotel el jueves por la noche y en comida, y se quedaron sin nada. Si este viernes no les permitían continuar hacia Colombia, se devolvían hacia Barinas.
Como la señora Lila Urbina, muchos otros viajeros, con o sin pasaje aéreo, aguardaban cerca de la Aduana de San Antonio con la esperanza de poder pasar a Colombia, para reencontrarse con familiares o desde ese país tomar vuelos hacia otros destinos internacionales. Sin embargo, cruzar la frontera era un procedimiento bastante traumático y engorroso.
0 Realice Su comentario Aquí:
Publicar un comentario