Desolados, así lucen los establecimientos comerciales de los municipios venezolanos de San Antonio y Ureña.
Los negocios de San Antonio y Ureña que hace un año estaban abarrotados por compradores colombianos, hoy sufren la soledad generada por las normas anticontrabando emitidas en los últimos meses por el gobierno de Venezuela.
Carmen Salas, administradora de un local en Ureña, indicó que las ventas en la tienda han bajado más de 50 por ciento para la época.
“A la gente le da miedo comprar y no quieren que le quiten la mercancía (...) vienen, miran y dicen que los precios son maravillosos, pero se cohíben de comprar por temor a que los militares les quiten los productos”, aseveró.
Por su parte, Carmen Quiroga, trabajadora de un negocio de la misma naturaleza, pero en San Antonio, indicó que las ventas durante los primeros quince días de diciembre se redujeron cerca de un 70 por ciento, frente al mismo mes del año anterior.
En el recorrido efectuado por el comercio fronterizo, La Opinión habló con una visitante colombiana que aseguró “solo estoy viendo, para que me lo quiten los militares prefiero no comprar”.
Y es que en las alcabalas de la frontera, los militares venezolanos, expertos en decomisar las bolsas de comida a los transeúntes, también están reteniendo licores y juguetes, entre otros que frecuentemente compran las personas por las festividades navideñas.
Esta baja en las ventas también cambió la dinámica del comercio, que el año pasado estaba cerrando sus puertas de las 7:00 de la noche y hoy lo hace a mas tardar a las 6:00 de la tarde, cuando hay un poco de movimiento de clientes.
Repuestos por las nubes
En las tiendas de repuestos de carros, no solo están afectadas por la disminución de las ventas, unos de los problemas que atraviesa este sector es la falta de insumos.
“No hay inventario y el poco que hay está por las nubes; un amortiguador que hace tres años costaba 190 bolívares fuertes, hoy tiene un costo de entre 3.000 y 6.000 bolívares.”, indicó Jairo Ortiz, administrador de una tienda de repuestos en San Antonio.
La devaluación de la moneda y la inflación son factores que han afectado la comercialización de este tipo de productos. Los cauchos no se consiguen y la gente que sí tiene poder adquisitivo se dirige a Colombia a comprar repuestos, porque en Venezuela no hay repuestos de carros.
La tapa de depósito de agua de un carro Ford Fiesta, que costaba 100 bolívares en 2013, hoy no se consigue en Venezuela, pero en Cúcuta se puede comprar a un costo de $44.000.
“Va a llegar el momento en que no vamos a poder trabajar si la situación en Venezuela continua así”, exclamó el administrador al ser consultado sobre las expectativas para 2015.
En Ureña, una vendedora de repuestos dijo que de las 20 cajas de lubricantes para carros llega una, y los repuestos “ni se diga”, aseveró.
Ferreterías con poco inventario
Otro de los sectores afectado por la disponibilidad de divisas para importar y la ausencia de compradores colombianos son las ferreterías.
“La integración entre Venezuela y Colombia ha sido de toda la vida, nos necesitamos unos con otro, pero con represión no se logra dinamizar la economía, sobre todo, de la zona de frontera”, indicó el dueño de una ferretería en el Centro Cívico de San Antonio.
Las ventas en las ferreterías han disminuido un 50 por ciento, debido a las dificultades de los propietarios para obtener divisas y conseguir materia prima.
“Toda la vida ha existido el comercio binacional y es un derecho constitucional comprar productos en ambas naciones”.
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