“Lleve su lapicero para que llene la planilla”, “aquí le cuidamos su carro más barato”, “agua panela a 100 bolívares, empanadas a 250”, “tres pares de medias por 1.200, “chupetas a 100”, “llevo maletas”, “taxi directo pa´ San Cristóbal”… Son, entre muchas otras, ofertas de servicios que se escuchan en medio del bullicio que diariamente hay sobre el puente internacional Simón Bolívar y en las poblaciones de San Antonio y La Parada a las que esta infraestructura conecta.
La gente define como “rebusque” estos trabajos por ahora temporales que se abrieron tras la apertura peatonal de la frontera colombo-venezolana hace mes y medio.
Los miles de personas que diariamente cruzan de un país a otro motivaron a muchos sanantonienses, con o sin ocupación laboral formal, a ganarse unos cuantos bolívares ofertando cualquier servicio.
El comercio informal, los vendedores ambulantes de agua de panela, Nestea, agua en bolsa plástica, pasteles, pinchos, morcillas, helados, chupetas, chucherías, etc., han proliferado a lo largo de la avenida Venezuela y el puente internacional Simón Bolívar.
Gran estacionamiento
Como en la avenida Venezuela de San Antonio no se permite el estacionamiento de vehículos por ser un “corredor vial” decretado por la municipalidad de Bolívar, la gente que viene del interior del estado Táchira o de otras entidades del país busca las carreras y calles aledañas para estacionar su carro, buseta o motocicleta mientras pasa hasta La Parada o el área metropolitana de Cúcuta a comprar mercado, medicina, cauchos, repuestos o cualquier otro artículo que pueda traer.
La afluencia diaria de automotores ha convertido las carreras 1, 2, 3, 5 y 6, desde la calle 0 del barrio Lagunitas hasta la calle 8 aproximadamente, en un gran estacionamiento de carros desde la mañana hasta la noche. Aunque para algunos residentes y comerciantes de esta amplia zona el permanente estacionamiento de vehículos puede representar molestia, porque obstruyen la entrada a su garaje, casa o comercio, para otros se ha convertido en una fuente de ingreso de dinero por cuidar los autos o motocicletas.
De la vigilancia de los carros algunas veces se encarga alguien de la casa o del local comercial, pero también muchas personas que han convertido esta actividad en su modo de sustento diario.
El costo del estacionamiento varía y depende de si el carro queda en la calle o dentro de un estacionamiento familiar o residencial. En la calle, puede costar desde 1.000 hasta 2.000 bolívares si está próximo a la Aduana de San Antonio, cerca de la entrada al puente internacional; o 2.500 bolívares si está dentro de un estacionamiento familiar o residencial. El cliente paga estos precios por el tiempo que deje su carro en dicho lugar y los cuidadores aseguran que es más barato en dichos sitios en comparación con lo que pagaría si lo dejara en estacionamientos formales, los cuales además la mayoría de las veces no tienen cupo.
“Una entradita más”
Un cuidador de carros que se identificó como Luis dijo que tras la reapertura peatonal “esto se reactivó, pero sobre todo para la gente del pueblo, es una entradita más que tenemos cuidando carros. A la gente que viene de todas partes de Venezuela uno le presta el servicio de cuidar el carro mientras hace las compras en Cúcuta”.
En el estacionamiento donde él cuida entran 10 o 11 carros y por cada uno cobra 2.500 bolívares, desde la mañana hasta las 8:30 de la noche. Si el carro entra luego de mediodía, cobra 1.000 bolívares. Nosotros cobramos esos precios porque estamos cerca de la Aduana y la gente no tiene que caminar mucho para pasar el puente, acotó.
Luis trabaja con otro compañero que a bordo de una motocicleta se encarga de captar a los clientes y guiarlos hasta el improvisado estacionamiento.
Rafael Castillo cuida carros en otra cuadra también cerca de la Aduana de San Antonio y manifestó que se dedica a esa actividad desde hace alrededor de un mes: “Yo le cobro a la gente 500 bolívares o 200 cuando vienen rápido. Trabajo con otro señor que está por allá. Hay días en que cada uno hace 2.500 o 3.000 bolívares. Aquí todo mundo se está rebuscando en lo que sea, cuidando carros, motos o vendiendo algo”.
“Antes estábamos críticos”
Cerca de la Aduana Principal, donde la gente que viene de Colombia hace la fila para esperar el bus de Transtáchira, se ubica Deisy Cáceres a vender “agua panela”, a 100 bolívares el vaso. El intenso sol y calor que casi siempre predomina en San Antonio obliga a la gente a tener que hidratarse constantemente. Además, el hecho de cruzar el puente internacional caminando rápido y cargando un paquete o maleta, aumenta la sed. De allí que muchos vendedores de bebidas se ubican sobre el puente al pasar la Aduana de San Antonio. La proliferación de vendedores de bebidas es bastante notoria.
“Tengo como dos meses vendiendo pero después que abrieron frontera fue que se puso un poco bueno el comercio; antes estábamos críticos”, confiesa la joven vendedora.
Dice que la competencia es dura, porque en el área hay muchos vendedores de bebidas refrescantes, pero el sitio donde ella está es bueno porque ahí se para mucha gente a hacer la fila para esperar el autobús o a descansar un poco, luego de haber atravesado el puente. Deisy señala que trabaja en sociedad con una hermana y diariamente se pueden ganar entre 5 mil y 6 mil bolívares. La panela para hacer la bebida la compran en la localidad colombiana de La Parada.
Transporte de todo tipo
Si en la mitad del puente internacional Simón Bolívar, entre los llamados “carretilleros” hay disputa por captar a las personas que trasladan pesados equipajes o maletas de mercado, al pasar la Aduana de San Antonio los transportistas formales e informales luchan por conseguir rápido pasajeros para trasladarlos hasta San Cristóbal u otras poblaciones.
Con el gran desplazamiento de personas que hay hacia la frontera colombo-venezolana, el servicio de transporte de pasajeros se ha reactivado pero también ha proliferado la “piratería”, a pesar de las medidas de control que dicen haber adoptado los organismos correspondientes.
En la ruta hacia San Antonio y en las calles y carreras aledañas a la avenida Venezuela, es común observar carros “piratas”, taxis, carros por puestos, busetas y autobuses de diferentes líneas de la entidad, transportando pasajeros.
Taxistas de líneas de la capital del estado prefieren tomar dos o tres pasajeros en el Terminal de La Concordia y llevarlos hasta San Antonio y luego conseguir pasajeros de retorno, que quedarse horas esperando en la parada en San Cristóbal para hacer una carrera. “Si tenemos suerte, en la vuelta podemos hacer 10 mil o 12 mil bolívares; y si hacemos dos vueltas, salimos bien en el día”, manifestó un taxista mientras trataba de captar pasajeros en la Aduana de San Antonio.
También hay busetas y autobuses de diferentes líneas del estado que se salen de su ruta, para hacer el viaje desde el Terminal de La Concordia hasta San Antonio y viceversa. Algunos microbuses cobran 800 bolívares por pasajero, precio que es superior al que mantienen vigente las empresas de transporte por puesto que prestan el servicio en la ruta.
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