Ya es común ver en mercados, abastos y bodegas artículos en presentaciones diferentes a las conocidas en Venezuela y es porque entran del vecino país. Pese al diferencial cambiario a veces salen más económicos que los “bachaqueados” y ayudan a paliar la escasez en Táchira
__¿Señor tiene jabón?__ preguntó Consuelo Ramírez en un mercado de los llamados populares.
__Sí, pero del colombiano__ respondió tajantemente el vendedor sin levantar la vista para mirarla.
__¿Y cuánto cuesta el colombiano? __repreguntó Consuelo, quien sabía que al recalcarle que era del vecino país tendría un costo más alto.
__La bolsa de 500 gramos mil bolívares, porque es colombiano__ dijo ya en un tono de no moleste tanto, mientras daba la misma explicación a otra persona que le indagaba por el mismo producto.
Consuelo continúo su camino, lo más rápido que su etapa de sexagenaria se lo permite, llevando consigo una pequeña bolsa en donde cargaría lo que no pudo adquirir por las largas colas en los principales centros de abastecimiento de San Cristóbal.
Y en otra pequeña tienda ubicada en el mercado a donde ha ido a proveerse desde que tiene uso de razón, Consuelo observa un recipiente pequeño con aceite comestible y pensó: “este sí lo podré adquirir, pues es pequeñito”.
__¿Este frasquito de aceite cuánto cuesta? __. No había terminado de decir la palabra cuando la vendedora le respondió.
__Es colombiano __ya se imaginó Consuelo que la respuesta no estaría al alcance de su cartera__. El pequeño 1.500 bolívares y el grande 2.500 bolívares.
La sexagenaria no insistió con repreguntas pues entre el ajetreo de la vendedora y las preguntas de los clientes sabía que resultaría infructuoso seguir indagando por los precios de los productos no hechos en Venezuela. Ella siempre ha sabido que todo lo importado no está al alcance de sus posibilidades.
Continúo con su paso lento y en otro pequeño establecimiento –sin salir del mercado- observó productos pero en colores y envases diferentes a los conocidos por ella durante toda su vida. Jabones, desodorantes –tamaño miniatura- desinfectantes, mayonesas, café, Axión y otros.
Prefirió no preguntar más porque a los vendedores les molesta eso de que indaguen por los precios y luego no compren nada. Es más en un pequeño quiosco le colocaron el letrero: son artículos colombianos y en otro le dejaron el precio que tiene al cruzar la frontera, por ejemplo 2 mil pesos que se traduce en 1200 bolívares.
Consuelo aunque quería no pudo llevar ninguna de la variedad de artículos de primera necesidad, que tanto necesita, y que abundan en los mercados y bodegas pues al tener el rótulo de Made In Colombia sabe que son costosos aunque luego sacó cuentas mentalmente y se dijo: pues sale igual comprarlos ‘ bachaqueado’ como se denomina a todo lo que en Venezuela es revendido y hecho en la patria de Bolívar, es más siguió sumando, restando y multiplicando y llegó a la conclusión que algunas veces lo “importando” o lo que llega de contrabando –de introducción, no de extracción- sale incluso un poco más económico.
Antes de marcharse de la vuelta por el mercado Consuelo pensó:
__¿Y si la frontera está cerrada por dónde ingresa tanto producto colombiano?_ y ella misma se respondió.
__… Ya sé, pues llegan por los mismos sitios por donde incluso el gobierno dice se va la gasolina venezolana de contrabando, pese a la frontera tener casi 10 meses cerrada.
Con su caminar parsimonioso y con sus bolívares que al lado de peso son mucho menos, Consuelo agradeció que en los mercados exista la oferta de productos de Colombia para paliar en parte la escasez que afecta a todos.
Combinaciones un tanto surrealistas
La escasez de productos de primera necesidad ha generado que los establecimientos comerciales, algunos informales, tengan combinaciones de ofertas un tanto extrañas o un tanto surrealistas.
Por ejemplo en San Antonio del Táchira en una carnicería hay un estante con productos de higiene personal: jabón de baño, desodorantes, enjuagues. Nunca se había visto que en una venta de carne se vaya a comprar un desodorante.
Pero igualmente en un mercado de la ciudad capital, al lado de las papas tienen una pequeña canasta con desodorantes traídos de Colombia.
Igualmente en tiendas donde ofertan pollo presentan algunos productos de los más escasos en Venezuela y que ahora pasan por los caminos no tan verdes ni escondidos.
Y otro detalle en plena línea fronteriza es decir San Antonio, Ureña, Delicias, Puerto Santander los productos que traen de su inmediato vecino son más económicos que en San Cristóbal, algo así como a mayor distancia más costosos.
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