Por: Pedro Miguel Vargas Núñez (*)
No es solo su concejo, por el mismo estilo están la alcaldía, la asamblea departamental, la gobernación y sus congresistas. Iguales: los mismos males e intereses. La misma desgracia.
La desgracia de Cúcuta no es tener una de las tasas de desempleo e informalidad más altas del país, ni la carencia de industria, ni que las exportaciones y el comercio hayan caído, ni un crecimiento económico por debajo de la media nacional, ni los bajos niveles de inversión, ni la casi nula actividad científica, tecnológica y de innovación, ni la alta informalidad y poca competitividad empresarial, ni la falta de un transporte público masivo decente, ni el aumento de la pobreza, ni la alta accidentalidad vial, ni el nada confiable abastecimiento de agua, ni ser una de las ciudades más inseguras del país y del mundo, ni que tan siquiera funcione a medias algo tan simple y elemental como los semáforos.
La principal desgracia es su clase política, en general inepta, ineficiente e indolente para tratar de solucionar todos esos y muchos más problemas pero muy eficiente y presta para la corrupción, las componendas, la repartición y las trampas para personalizar el erario público.
Cualquiera pensaría que los concejales de Cúcuta durante su periodo de cuatro años que termina, estudiaron a profundidad los muchos y graves problemas económicos y sociales que aquejan a la ciudad, presentaron iniciativas para sus soluciones, las debatieron y decidieron a conciencia si convenían o no.
Pero nada más alejado de la realidad. De acuerdo al periódico local La Opinión, entre los 19 concejales de la corporación, solo dos de ellos presentaron proyectos de su propia autoría durante los cuatro años. Fueron apenas tres risibles iniciativas presentadas y aprobadas: institucionalización del 31 de mayo como el día del No Tabaco, del 7 de diciembre como el día de Acción de Gracia y la creación de Tutores para la Movilidad vial. El único que gestionó recursos a nivel nacional fue Emerson Meneses, quien consiguió 1.600 millones de pesos para la adecuación de escenarios deportivos.
Entonces uno profundiza un poco más y se encuentra que el Concejo le costó a los cucuteños durante esos cuatro años unos 10.000 millones de pesos, a razón de un promedio de 2.500 millones de pesos por año. Es decir, que a la ciudad le costó 3.300 millones de pesos cada uno de esos tres acuerdos aprobados.
Entre ellos el ‘honor’ de ser la primera ciudad de Latinoamérica, y tal vez la única, en celebrar el 7 de diciembre como el día de Acción de Gracia, como lo exalta el orgulloso autor de la iniciativa.
Preguntando más, uno se encuentra con que cada concejal recibe 347.779 pesos por cada sesión a la que asiste, que durante este año se llevaron a cabo 190 entre ordinarias y extraordinarias, lo que representa 66 millones de pesos al año, 5,5 millones de pesos mensuales, unos 240 millones de pesos para los que fueron a calentar el puesto juiciosos durante los cuatro años.
Podrán argumentar a su favor que les tocó ser ponentes de los 270 acuerdos aprobados, enviados por la alcaldía, durante esos cuatro años. Las cuentas dan que en promedio cada uno fue ponente de solo 3,5 iniciativas durante cada año.
Y uno se pone a pensar en qué se gastaron el tiempo de 190 sesiones este año, si solamente aprobaron 10 proyectos de acuerdo, y empieza a creer lo que la gente dice en la calle, reuniones y charlas de café: que lo único que hacen es estar pendientes de los proyectos para repartírselos junto con sus contratistas y su entorno porque esos 66 millones de pesos anuales que devengan por asistir a sesiones, es apenas la caja menor para sus gastos.
Aunque solo cuatro de ellos fueron reelegidos para el nuevo periodo que comienza este primero de enero, los demás están tranquilos porque a pesar de su ineficiencia y holgazanería ocuparán cargos en la administración local, departamental o incluso nacional para seguir haciendo lo mismo que hicieron durante los últimos cuatro años: nada.
Estos fueron los honorables concejales que cumplieron tan mediocre desempeño durante cuatro años: Fabio Enrique Araque, José Oliverio Castellanos, Wilmar Manuel Cepeda, Alex Alfredo Corredor, Darío Eugenio, Manuel I. Granados, Eduardo Antonio Gerardino, Leonardo Jácome, Carlos A. Jaimes, Emerson Meneses, Magda Liliana Mora, Félix Muñoz, Jorge A. Quintero, Nelson E. Parada, Alexander Salazar, Oscar Sanabria, Víctor F. Suárez, César Arbey Torres y Rodolfo Torres.
Pero la desgracia de Cúcuta y la región no es solo su concejo, por el mismo estilo están la alcaldía, la asamblea departamental, la gobernación y sus congresistas. Iguales: los mismos males e intereses. La misma desgracia.
*Periodista y especialista en resolución de conflictos.
Tomado de Semana.com
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