*María se asoma a una de las puertas del Cosmos (San Antonio) para preguntarle a uno de los empleados de este almacén si llegó el papel higiénico y la harinapán. Al recibir un sí como respuesta no duda en llamar por celular a su amiga *Laura para que vaya al lugar, haga cola y espere a que abran.
Son las 8:30 de la mañana (hora venezolana) de ayer martes y ya unas 15 personas esperan a que los vigilantes de este lugar autoricen la entrada de los compradores.
Mientras tanto María aprovecha para hacer la corta lista de lo que llevará, pues para ella lo principal es aprovechar la venta de productos como azúcar, arroz, aceite, harinapán y papel higiénico.
Ella no está trabajando actualmente, “por lo que puedo tomarme casi toda la mañana haciendo cola para comprar”, dice María mientras se comenta en la fila que se permitirá el ingreso por grupos de seis personas.
Sin embargo, al dar un recorrido por unas cuadras a la redonda, se pueden ver otros supermercados con muy pocos clientes.
En los estantes de estos locales solo se encuentran enlatados y productos para el aseo del hogar. Es por esta razón que los habitantes de San Antonio los frecuentan solo una vez a la semana, cuando llegan los productos básicos.
En uno de estos sitios, una colombiana llamada Lina es la que cajera. Ella vive en San Antonio con su esposo y su hija, en donde asegura está sobreviviendo con cerca de 16.000 bolívares fuertes que reúne con su esposo mensualmente.
Lina dice que en su lugar de trabajo se refleja claramente que la escasez en Venezuela aún no ha disminuido y que los bloqueos de los puentes no han servido de nada.
“El gobierno piensa que dedicándose solo a quitar mercancía se va a mejorar la situación, pero se equivoca porque mientras no se aumente la producción, la escasez va a seguir”, comenta Helena, jefa de Lina, quien interviene en la conversación.
Agrega que todos los meses se registran alzas significativas en productos de aseo como líquidos para pisos, debido a que los insumos son escasos en esta región.
Al llegar al municipio vecino de Ureña, el panorama del comercio de bienes de primera necesidad no varía.
En uno de los principales abastos de esta ciudad, los productos de la canasta básica no han llegado hace tres semanas. La principal razón que dan los proveedores de este sitio es que no se han aprobado las hojas de ruta de los productos que llegan a esta región.
A pesar de que no cuenta con productos básicos para vender, los ingresos de este lugar son buenos al punto de requerir empleados en este momento. “Lo que nos llama la atención es que la gente no se presenta para los trabajos, pues al parecer la informalidad les da más plata”, indica uno de los representantes del comercio.
En este y otros cinco supermercados se mantienen vacantes para operarios desde hace dos meses, pero según los administradores consultados, a los venezolanos poco les interesa tomarlos.
En contraste, los colombianos son los que llegan a buscar trabajo, aun sabiendo que el cambio no les dejará muchas ganancias para vivir en Cúcuta.
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