¿Muertos que hacen milagros?



Cada lunes la tumba de la niña Juliana Isabella se inunda de hermosas muñecas y se apiñan las placas de agradecimiento por los favores recibidos. 

Sus restos reposan en el segundo nivel de una humilde bóveda cuya lápida lleva su foto de mirada tierna, risos castaños y un chupo en la boca, que la hace única y colorida en medio de miles de muertos que desde hace más de 100 años están en el cementerio de Villa del Rosario.

Juliana Isabella nació con una insuficiencia cardiaca, por lo que después de tres operaciones y de una incansable lucha de su madre y parientes, murió el 7 de junio de 2006. Tres meses después, asegura su familia, la niña empezó a hacer milagros. 

Doris González es una tía que frecuentemente visita a la niña, limpia la lápida, le ordena las muñecas, cartas, placas y demás objetos de agradecimiento que niños y adultos le dejan y que periódicamente recoge para abrir espacio.

En los mensajes, alumnos de colegios le piden tabletas o celulares que sus padres no les quieren comprar, mejorar sus calificaciones y hasta para que saquen de la drogadicción y ajuicien a hermanos que han tomado rumbos equivocados. 

Algunos le piden que interceda por la salud de adultos, abuelos y de niños que están pasando por la misma enfermedad que ella padeció y otros, para que los saque de deudas.

Doris dice que la niña ha hecho milagros en la familia relacionados con la salud y el bienestar de todos a quienes conoció en sus 3 años y 7 meses. Por cada favor recibido, igualmente, le llevan placas o calcomanías de agradecimiento.

“Cuando visito la tumba, las personas que están allí me dicen que la niña les ha hecho muchos milagros, pero algunos guardan el secreto…”, señala Doris. 

En una ocasión -dijo- una señora le pidió a Juliana Isabella para que todo saliera bien en una operación que debían realizarle y jura que en todo momento sintió la mano de la niña acompañándola.

“Una señora aseguraba que sus hijos se portaban muy mal con ella, pero desde que un sobrino la llevó a visitar  la tumba de la niña ellos han cambiado”, dijo Doris.

Luis Marcelo Hernández,  abuelo de la pequeña difunta, quien es docente en Villa del Rosario, comenta que el rumor sobre los milagros de su nieta han ido corriendo de boca en boca entre alumnos y padres de familia para pedirle su ayuda, especialmente el primer día de la semana.   

“Hay un funcionario del Ceniat de Venezuela en San Antonio que la visita con su familia todos los lunes. Otro señor le trae muñecas en agradecimiento”, agrega Luis Marcelo.

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