Por: Iván Gallo, Columnista
A comienzos de diciembre, en una librería de usados en Suba, conseguí la mejor novela que se ha escrito sobre Cúcuta. Si usted quiere saber cómo era San José de Guasimales en la época del Bolívar a 18 pesos, una prosperidad que los cucuteños disfrutaron como sólo ellos lo saben hacer: con guaro y prostitutas día y noche, debe sumergirse en este poderoso relato que sigue teniendo una extraordinaria vigencia.
Un dato terrorífico que da la novela de Carlos Perozzo sobre lo olvidado que está este valle infernal es que en 1975 un bus Bogotá-Cúcuta se gastaba 18 horas, el mismo tiempo que nos gastamos 45 años después. Espero que un conocedor de la obra como Carlos Arturo Charria, proponga una nueva edición de esta joya injustamente olvidada. Va a ser difícil, en el provincialismo que ha caracterizado la administración pública de esa ciudad sólo se publican catálogos turísticos que pretender vender una capital que sólo se visita para saludar a la familia o para hacer negocios. La Cúcuta de Perozzo se parece mucho a la real: un valle sepultado por un sol implacable que marchita todos los sueños, una frontera en donde solo prosperan los ilegales.
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