Por: Hincha Motilón
CADENA, ¿ÁNGEL O DEMONIO?
La verdadera historia de donde viene la leyenda negra de “Cadena paró al equipo”.
Era diciembre de 2013, Cúcuta Deportivo no solamente acumulaba malos puntos de las campañas 2011, 2012 y 2013 en la tabla de descenso, sino que también lo hacía por más de 35.000 millones de pesos, producto de la mala administración del accionista mayoritario del equipo -Ramiro Suárez- y de los presidentes, el último José Antonio Manrique.
Cúcuta Deportivo en el día del partido de vuelta de la promoción que se jugaría en Cúcuta, luego de la derrota 2x0 frente a Fortaleza en Bogotá en la ida, estaba en proceso de venta de última hora, con el fin de pagar los gastos en abogados del ex alcalde Suárez Corzo, quien recibiría condena por procesos legales de público conocimiento.
Luego que en 2011 un grupo de empresarios de la región de los cuales recordamos brevemente a Héctor Cárdenas y Oscar Álvarez -hoy dueños del Bucaramanga- y otros compradores incluyendo una oferta del Grupo Carso (de Carlos Slim) fueron rechazadas por Ramiro Suárez, en 2013 le tocó vender al primero que estaba en la lista de oferentes; la razón, nadie quería comprar un equipo quebrado y con la amenaza latente de ser intervenido por Super Sociedades y la DIAN.
El primero de la lista, José Augusto Cadena Mora, empresario santandereano quien había sido dueño del Bucaramanga (que lo compró quebrado y lo entregó con superávit) y del Boyacá Patriotas (que tomó en la B y lo Ascendió ante América, para luego vender sus acciones a Rogelis), pero que contaba con la animadversión de la prensa de Bucaramanga, ya que nunca ha sido de dar entrevistas a la prensa, siendo una de las últimas entrevistas dadas a un medio de comunicación nacional fue a la controvertida cucuteña Alejandra Omaña, la hoy Amaranta Hank de la industria del cine rojo.
El negocio de venta del Cúcuta, motor y juguete político de la casa Suárez Corzo, se dio por dos apartamentos, tres lotes y una cantidad en efectivo, todo no superaba los $9.000 millones de pesos. Como dicen el “sentimiento” quedó por el piso y se vendió como objeto devaluado en el mercado de las pulgas.
El día de la promoción, el exalcalde Ramiro Suárez, llamó vía conferencia -vía Skype-a los jugadores y cuerpo técnico, anunciando la noticia que había nuevo dueño y que todo se entregaba al nuevo dueño al otro día. Insistió de manera tajante al entonces técnico Julio César González (que había salvado al equipo del descenso directo consiguiendo el 70% de los puntos) que dejara en libertad a los muchachos y no les colocara presión, que igual sí descendían el compromiso era mantener el equipo y que él -Ramiro- volvía el otro año -2014- con otros accionistas para retomar el equipo.
Y así fue, el equipo se paró gracias a la orden de Ramiro, pero gracias a tres - uno de ellos hoy funcionario público- periodistas amigos del exalcalde, a través de la radio en sus programas habituales empezaron a atacar al comprador del Cúcuta y nuevo socio mayoritario, trayendo rumores y rumores que hoy más de uno han dado por válidos, el principal; “Cadena Paró el equipo, por que el negocio del fútbol está en la B”.
Ese mantra, que lleva la indeleble del Ramirismo, se extendió durante 2014. Mientras Cadena trataba de evitar la disolución del Cúcuta Deportivo como marca, la prensa en Cúcuta le daba críticas y vociferaba, pidiendo a gritos el retorno de Ramiro, Manrique, Ángel Uriel entre otros, los mismos que había salido del equipo con resultados deportivos medianamente positivos pero que dejaron al equipo sumido en la iliquidez.
Y no es que Cadena sea un santo, o le haga honor a su nombre de Augusto -qué significa deificado-, pero del Cúcuta no recibió sino los pases de jugadores retirados, incluso las deudas contraídas con Wilson Carpintero, un escritorio y un computador. La sede era una casa propiedad de la familia de Suárez Corzo, que hacía las veces de sede política, sin sede deportiva, sin balones, sin uniformes y hasta sin los trofeos, que aparecen en manos de particulares que no hicieron parte de las gestas deportivas logradas, es decir, solo deudas y problemas.
La deuda en 2014 estaba por los $36.000 millones de pesos que incluía, deudas a la DIAN porque la plata de las boleterías nunca se declaró, además que tenía demandas laborales por contratos mal hechos y lo peor del caso, iban a rematar algunas acciones en caso que supersociedades interviniera. Todo un cóctel de fracaso tenía el nuevo dueño.
Tanto fue así que durante el 2014, le tocó afrontar el torneo con uniformes hechos en Kiwi Sport y en León Sport porque no había flujo de caja en las cuentas. Los sueldos se pagaban puntualmente gracias al Grupo Gidef, porque la plata de las boleterías iban para la DIAN y terminar de pagar las deudas del famoso “Hincha Fiel” -el invento de Ángel Uriel y Ramiro cuando estaban en la junta directiva-.
Cadena se dio cuenta que la B no era negocio, y armó en el segundo semestre de 2014 un equipo con la dirección de José Alberto Suárez, el resultado, Cúcuta peleando finales y reclasificación, tanto así que hasta la semifinal el equipo pudo clasificar y pasar a primera. Ahí el negocio se tornó rentable. En diciembre de 2015 llegó la salvación, Águila nuevo patrocinador de los torneos de Dimayor, pedía 20 equipos en primera.
Cadena se la jugó por ganar el cuadrangular, y así lo hizo. El infortunio fue armar un equipo a la carrera, que terminó mal el primer semestre por debajo de la expectativa para jugar el segundo semestre. En lo deportivo sabemos qué pasó con el equipo de Flavio Torres y compañía, descenso. Pero en el balance financiero, Cúcuta pasó a $20.000 millones de deuda, pero aún seguía siendo inmanejable. A pesar del respaldo de Donamaris, las fuerzas vivas de la región en año político pues dejan lo deportivo y se van a lo político, porque es más rentable.
La campaña política estaba en su esplendor, y la frase con la cual se hizo elegir Cesar Rojas fue, lo recuerdo como si fuera ayer en el Hotel Tonchalá: “vamos a recuperar el Cúcuta Deportivo y volver a hacer campeón”. Los crédulos salieron a votar por Cesar Rojas y lo eligieron, pero se dieron cuenta que todo era una estrategia política, el Cúcuta Tenía Dueño y no se iba a vender, Cadena sabía que se había encontrado un tesoro.
2016 y 2017 fueron los años más duros del Cúcuta Deportivo, sin respaldo de la alcaldía, se quedó sin patrocinio, sin respaldo y sin Estadio. Pero a pesar de todo, la deuda bajaba de $20.000 millones a $2.500 millones y ya no había intervención y en 2017 ya daba saldos positivos y pasó a ser rentable.
Luego que la encerrona de Ramiro no diera resultados, Cesar Rojas permitió el retorno del Cúcuta en 2017 y así poder pelear el ascenso. Se fumaron la pipa de la Paz y Cadena volvió a ser el empresario respetado por la prensa, gozando de buenos y nuevos aprecios. Lo que había hecho Ramiro fue como quitarle las plumas a la Gallina y tratar de volvérselas a pegar, el daño moral y de imagen estaba hecho.
En 2018, el Cúcuta registró su segundo año con rentabilidad y logró el ascenso directo con el mejor equipo del Torneo, y más en un torneo largo, Cadena se volvió en un personaje de alta popularidad, tanto así que podía hasta poner alcalde.
Y para nadie es un secreto, que si Cadena le sale un éxito deportivo con el Cúcuta este 2019 hasta podría poner alcalde, el Cúcuta Deportivo es un excelente caballo de batalla, Ramiro y Cesar lo comprueban.
Hoy luego de la eliminación viene la leyenda negra nuevamente a escena como el libreto de la campaña política que se avecina. El equipo tuvo un traspié lamentable de no clasificar a pesar que los sueldos y premios están al día y que no existe peligro de intervención por parte de SuperSociedades y DIAN en el proceso de reorganización que viene el Cúcuta desde 2014.
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