Venezuela le debe 10 millones de dólares a los arcilleros


Jairo Yáñez Rodríguez, presidente de Induarcilla, destacó la importancia de trabajar con las universidades de la región. 


Un año caracterizado por la baja producción y la dificultad de encontrar nuevos mercados fue el 2013 para los industriales de la arcilla de Norte de Santander.

El año pasado, las empresas dedicadas a la elaboración de productos a base de arcilla en la región reportaron la producción de 500.000 metros cuadrados mensuales del producto, una cifra muy baja con respecto a la capacidad instalada existente.

El presidente de la Asociación de Industriales de la Arcilla (Induarcilla), Jairo Yáñez Rodríguez, explicó que en su mejor momento -alcanzado en el 2008- los arcilleros de la región alcanzaron a producir 2 millones de metros cuadrados mensuales.

Esa reducción se ve reflejada en la disminución del número de empresas que tiene el sector. “Mientras en 2008 habían alrededor de 70 empresas abiertas, en 2013 solo funcionaban cerca de 25 (…) la difícil situación del mercado ha hecho que muchas tengan que cerrar”, agregó el vocero.

Varios son las circunstancias que tienen a los arcilleros sumidos en una crisis que lleva ya varios años.

Una de ellas, como lo explicó Yáñez, es la reducción del intercambio comercial con Venezuela, el mercado por excelencia del sector. 

A la deuda de cerca de 10 millones de dólares, existente desde hace varios, se suma la depreciación constante del bolívar. 

“El año anterior muchas empresas siguieron vendiendo productos a Venezuela (tejas, ladrillos, tablones cerámicos y gress rústico, entre otros), pero por la falta de dólares en el país vecino, los pagos de las negociaciones se hicieron en bolívares, lo que generaba pérdidas para los empresarios del departamento”, explicó.

“Por ejemplo, si el pago lo recibían cotizando a 35 bolívares por cada peso, al llegar a hacer el cambio ya se estaba pagando a 33 bolívares por cada peso”.

La única solución para esta situación es la diversificación de mercados y este fue, precisamente, otro de los inconvenientes en 2013. Aunque se efectuaron negociaciones con empresas de otros países, los arcilleros de la región tienen serios problemas de competitividad.

Según las explicaciones del presidente de Induarcilla, para competir en el mercado nacional e internacional los productos deben tener un valor agregado. “En la región todos las empresas fabrican los mismos productos de siempre, haciendo una competencia desleal en precios, lo que va en contra  del desarrollo del sector”.

Es innegable que el sector requiere un plan de innovación que le permita ser más competitivo y esto es algo en lo que ya se está trabajando. Sin embargo, Yáñez aclaró que el proceso de cambio no es algo que se pueda hacer a corto plazo, y para llevarlo a cabo es indispensable hacer una gran inversión de recursos.


Divorcio con la academia


El reto de los arcilleros para el 2014 es lograr el acercamiento con las entidades del Estado y trabajar de la mano para encontrar una la solución a las dificultades del mercado. En esta búsqueda de respuestas “el trabajo en equipo con las universidades y sus grupos de investigación juegan un papel muy importante”, señaló Yáñez.

Uno de las grandes causas del retraso de la industria en Norte de Santander es el ‘divorcio’ que ha existido con la academia.
Tomado de La Opinión

1 Realice Su comentario Aquí:

Eliseo Caballero/Villa del Rosario dijo...

A estos contaminadores ambientales solamente les preocupa la rentabilidad, pero no dicen nada con relación a la emisión de CO2 directamente en las zonas urbanas, pues siempre han hecho orejas de mercader en relación a la producción limpia sustituyendo el carbón por gas propano.

Los gobiernos regionales cómplices del envenenamiento colectivo hacen la vista gorda con los patrocinadores de sus campañas; así en Cúcuta como en Villa del Rosario.

No dice nada este industrial de la muerte de las condiciones precarias e inhumanas en que laboran sus trabajadores a quienes pagan un salario de hambre y prohíben la organización gremial para defender sus derechos. Mucho menos de la contraprestación con los municipios mencionados en inversión social por el impacto ambiental que afecta a sus comunidades.

Señores arcilleros, no creemos en sus llantitos de perro. Urge el traslado de sus chimeneas fuera del área urbana y el respeto a la biodiversidad y el ambiente.

A otro perro con ese hueso.