Por las cañerías de la frontera botaban la gasolina


De repente, empezó a oler a gasolina. Era una alcantarilla, por la que "rebosaba gasolina mezclada con desechos y ratas".

"Teníamos miedo de que eso se prendiera, imagínese, con este calor es muy fácil", dijo uno de los comerciantes de la calle.

Los bomberos destaparon la alcantarilla, pero un día después, el olor se mantenía; también esa inconfundible grasa multicolor que pintaba el agua que salía de la cloaca.

Los vecinos coinciden en que el origen de esa suerte de fuente de combustible era que la gente de los barrios "de arriba" estaba botando la gasolina por los inodoros, lavamanos y sifones de sus casas para deshacerse de ella.

"Toda mi casa huele a gasolina porque las cañerías están todas intoxicadas", dijo, con acento colombiano, Yusnary Narváez, una habitante del sector.

A unas cuadras de la alcantarilla se veían decenas de recipientes para guardar gasolina –conocidos como pimpinas– que la gente al parecer botó después de regar el material inflamable.

"Y eso que la Guardia Nacional recogió como 200 pimpinas que habían botado ahí", dijo Evaristo, un mecánico de la calle.

Acá el contrabando de combustible –que se compra en Venezuela a menos precio que un caramelo por litro y se vende en Colombia por cientos de veces más– es una forma de vida para cientos de personas.

Ahora las autoridades venezolanas, como parte de una polémica política para rehabilitar esta liada frontera, están allanando casas en busca de material de contrabando; no necesitan una orden judicial, porque el estado de excepción permite las inspecciones directas.

Y el miedo a la sanción, que puede traducirse en varios años de cárcel, llevó a la gente a botar sus reservas de combustible.

El negocio del contrabando
El contrabando de gasolina en la frontera es un negocio multimillonario.
Estudios y declaraciones de autoridades aduaneras de ambos países han dicho que incluso puede mover más dinero que el narcotráfico.

El precio de la gasolina en Venezuela, que cuenta con la inflación más alta del planeta, no ha sido aumentado desde 1996.

Y un aumento anterior, en 1989, fue en parte el detonante del estallido social conocido como el Caracazo, que dejó cientos de muertos.

Acá en Venezuela, el país de las reservas de petróleo más grandes del mundo, aumentar el precio del combustible es considerada una de las políticas más impopulares que un gobernante puede llevar a cabo.

Y aunque el gobierno de Nicolás Maduro dijo hace un año y medio que estudia aumentarla, el debate ha sido archivado en este año que terminará con elecciones legislativas el 6 de diciembre.
El Estado venezolano pierde US$12.500 millones al año por el subsidio de la gasolina, según cifras oficiales.

Al menos unos 200.000 barriles de petróleo, según el gobierno, salen por contrabando al día del país: un 10% de la producción diaria.

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