Cúcuta y su encrucijada cambiaria


Bolívares en efectivo y los colombianos desplazados por el gobierno venezolano. / Óscar Pérez
Las presiones económicas en frontera no son exclusivas de Colombia y Venezuela, en este lado del mundo un caso notable se vive entre México y Estados Unidos, uno con más dinero que otro, y eso lo saben sus habitantes. Es tradicional que los mexicanos que viven en Tijuana trabajen en San Diego (California), donde consiguen dólares, pero al cambiarlos en México, gracias a la tasa de cambio, son un poco “ricos”. Les rinde más. Eso mismo ocurrió en los años 70 y 80, cuando los colombianos buscaban una mejor calidad de vida en Venezuela y el oro negro daba para dar y convidar. Para esos días los petrodólares circulaban con facilidad entre Cúcuta y el estado de Táchira. Eran tiempos en donde el venezolano era visto como una chequera andante.

Pero hoy la historia es diferente, la sequía de dólares en Venezuela a causa de la caída de los precios del petróleo, teniendo en cuenta que el 94% de las exportaciones del vecino país dependen de esta materia prima, ha generado una difícil situación para la economía local y ha afectado el ya débil escenario de la capital del Norte de Santander, catalogada por el DANE como la tercera ciudad con la tasa de desempleo más alta en Colombia. Pero parecía que a esta olla exprés le hacía falta más agua para seguir pitando y fue cuando el gobierno de Nicolás Maduro decidió cerrar la frontera e iniciar la deportación de colombianos indocumentados, y hasta con papeles al día, argumentando que el contrabando era respaldado desde este lado del puente Simón Bolívar.

La situación actual es compleja para los habitantes de Cúcuta. Allí reina la informalidad laboral y se cuentan por cientos a quienes acostumbran usar productos de la canasta familiar traídos desde Venezuela. Claro, son a precios más bajos, pues muchos de esos son los que entrega el gobierno de Nicolás Maduro subsidiados. Y es que los incentivos son grandes para los colombianos que buscan productos en Venezuela: “Las cotizaciones de tipo de cambio son distintas en frontera y en vez de 6,3 bolívares, que es la cifra oficial, pasa a 700 bolívares por dólar. Un colombiano con todo y la megasubida del dólar a $3.000 tiene un diferencial a favor y por eso puede comprar más productos”, cuenta Munir Jalil, analista jefe del Citi para la región Andina.

“Caso contrario para el venezolano, que su incentivo sería traer los productos a Colombia y venderlos”, agrega. En cuentas resumidas, con un dólar en Colombia se puede comprar una bolsa de leche y cinco panes de $200, y con ese mismo dólar en el lado venezolano se puede hacer mercado hasta para una semana.

“Todo el mercado de aquí lo traían de allá. Un kilo de queso se conseguía en $9.000, ahora nos cobran $11.000. El cartón de huevos subió $3.000 y el arroz venezolano, que se compraba en $1.800 el kilo, ahora está a $2.800”, relata Tatiana Hernández, una habitante de Cúcuta, quien añade que en varios restaurantes ya no se encuentran los mismos platos y las porciones son más pequeñas: “Acá compramos un almuerzo corriente en $6.000 y como la situación está tan mala, que si le llegan a subir a $8.000 nadie los compraría. Todos estamos llevados”.

El Gobierno colombiano declarará mañana, y por un tiempo inicial de 30 días, la emergencia económica y social en la zona de frontera, una medida que busca facilitar la desviación de presupuesto de la Nación hacia esta región con el fin de mitigar los impactos de la desaceleración. “Tenemos un problema serio asociado con que han llegado al país miles de compatriotas, sin nada, solamente con la ropa que traen puesta, de manera que esta situación amerita tratamiento de emergencia”, señaló el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, añadiendo que el Ejecutivo buscará formalizar el alto nivel del conocido rebusque en Cúcuta. “Acá existen personas que se dedican a la actividad del pimpineo, es decir, al suministro de combustible de forma ilegal e informal. Sería muy deseable que aprovecháramos esta crisis y la convirtiéramos en una oportunidad formalizándolos, a los que traen la gasolina desde Venezuela, permitiéndoles que a través de cooperativas puedan establecer estaciones de servicio para el suministro de combustibles”.

Una posible propuesta que el Gobierno adoptaría en la declaratoria de emergencia económica es la eliminación del cobro de IVA en algunos productos. “La otra vez, cuando el expresidente Uribe eliminó el IVA por unos meses, se beneficiaron los grandes comerciantes como los vendedores de electrodomésticos, a ellos les va muy bien, pero en el caso de nosotros no nos ayudaría. Lo que realmente necesitamos es que el Gobierno nos facilite préstamos con bajos intereses, porque hay muchos comerciantes muy endeudados y queremos recibir una temporada de Navidad, que es la mejor para nosotros, con un mejor panorama”, dijo Claudia Sandoval, una comerciante de ropa.

Víctor Hugo Contreras, su colega, dedicado a la venta de blusas para dama en el centro de Cúcuta, reseña que el principal catalizador de la difícil situación en la ciudad es la desocupación. “Antes le vendíamos mucho a la clientela venezolana, pero por la baja del bolívar ellos ya no volvieron. Lo que sí nos está afectando es el desempleo, porque acá no hay grandes empresas como en Bogotá o Medellín, y la mayoría viven del rebusque con productos venezolanos. El cierre de la frontera los ha afectado y por eso ahora pasamos días en blanco en ventas, porque la gente no tiene plata ni para comprar una blusa”.

Fuentes cercanas al Gobierno colombiano manifestaron que Maduro estaría buscando la manera de que en Cúcuta se imponga un techo en la tasa de cambio con el fin de desincentivar las compras en Venezuela. De acuerdo con el experto del Citi, tratar de ponerle un límite a la tasa de cambio en la frontera llevaría a la aparición de mercados negros. “Aplicar un máximo en las casas de cambio en Cúcuta iría en contra de las leyes de oferta y demanda, y una medida de estas no soluciona nada”, sentencia. Y, al final, los vaivenes de las fronteras no se solucionan con un tema cambiario, el problema es más estructural.

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